El 'glaciar del fin del mundo' se está fundiendo más rápido de lo que creíamos
Esta gran masa de agua situada en la Antártida es de gran utilidad para la comunidad científica para evaluar el avance de los cambios en el clima a nivel global. Los nuevos descubrimientos desvelan nuevos acontecimientos
El glaciar de Thwaites, a 2,690 km de la tierra firme (no antártica) más cercana, está perdiendo hielo sin parar. Este glaciar es muy útil dado su tamaño, localización y, sobre todo, debido al poco impacto (más allá del clima) que el hombre tiene en su desarrollo. Es por esto que es uno de los marcadores más fiables de los cambios climatológicos que están teniendo lugar en nuestro planeta y que afectan a áreas tan lejanas como la Antártida. La gran cantidad de agua que contiene, de ser liberada aumentaría el nivel del mar de forma más que notable, por eso se le conoce como 'Doomsday Glacier' (el glaciar del fin del mundo).
Por primera vez en la historia, un grupo de investigadores de la Universidad de Gotemburgo, junto con otros de la de East Anglia, han llevado a cabo la hazaña de conseguir sumergir un pequeño submarino bajo el glaciar (que se adentra lejos de tierra firme, muchas millas en el Océano Antártico) y medir determinadas variables como la salinidad, la integridad estructural del hielo, la temperatura y la cantidad de oxígeno que contienen las capas más profundas del hielo así como el agua que discurre bajo él.
"Estamos recolectando datos que son necesarios para hacer un modelo detallado de las dinámicas del glaciar del fin del mundo"
Como explica una de las investigadoras, la profesora Karen Heywood de la Universidad de East Anglia: "Esta ha sido la primera aventura de Ran (el nombre que le han puesto al submarino) en las regiones polares del planeta y ha sido mucho más exitosa de lo que nunca nos habríamos podido imaginar. Basándonos en los resultados obtenidos, planeamos llevar a cabo nuevas investigaciones en los próximos meses".
Las repercusiones que tiene la variación de la cantidad de hielo 'atrapado' en tierra firme son tremendas, dado que el nivel del mar está directamente influenciado por él, "y la mayor incógnita que tenemos ahora mismo es la evolución en el futuro cercano de la capa de hielo del oeste antártico", explica Anna Wåhlin, la autora principal del estudio.
Los resultados (y las repercusiones)
Por desgracia, a pesar del rotundo éxito de la misión del submarino, los datos obtenidos no auguran nada bueno. El objetivo principal era evaluar las corrientes de agua dulce y salada que discurren por debajo del inmenso bloque de hielo. Dependiendo de su proporción, composición y temperatura, estos caudales contribuyen más o menos al fundido del hielo.
Los científicos descubrieron una gran corriente de agua salada profunda que viaja bajo el glaciar en dirección este. Esto se creía imposible dado que la hipótesis principal hasta el momento sostenía que un gran 'muro' de hielo la bloqueaba completamente.
Además, los investigadores han descubierto el movimiento de calor en uno de los tres canales que llevan agua caliente hacia el glaciar desde el norte. "Los canales por los que el agua caliente entra y 'ataca' al glaciar eran completamente desconocidos hasta ahora. Utilizando el sónar de la embarcación fuimos capaces de descubrir que existen diversas vías por las que entra el agua en las cavidades de la masa de hielo, influenciadas por la geografía submarina", explica el Doctor Alastair Graham, de la Universidad del Sur de Florida.
Determinaron que cada año se funden 25 kilómetros cúbicos de hielo, lo que indica que el glaciar no es estable ni lo va a seguir siendo en el futuro cercano.
Por suerte, los investigadores también ven el lado 'positivo' del descubrimiento: "Las buenas noticias son que ahora, por primera vez, estamos recolectando datos que son necesarios para hacer un modelo detallado de las dinámicas del 'glaciar del fin del mundo'. Con la ayuda de nuevas tecnologías podemos mejorar los modelos y reducir la incertidumbre que tenemos con respecto al aumento del nivel del mar a nivel global", explica Anna Wåhlin.
No se la llama 'crisis climática' por capricho. Los eventos que están teniendo lugar en todo el planeta, y que todos los modelos climáticos auguran que se van a acentuar, suponen cambios para nosotros. Saber lo que está por llegar (y remediarlo) es prioritario.
El glaciar de Thwaites, a 2,690 km de la tierra firme (no antártica) más cercana, está perdiendo hielo sin parar. Este glaciar es muy útil dado su tamaño, localización y, sobre todo, debido al poco impacto (más allá del clima) que el hombre tiene en su desarrollo. Es por esto que es uno de los marcadores más fiables de los cambios climatológicos que están teniendo lugar en nuestro planeta y que afectan a áreas tan lejanas como la Antártida. La gran cantidad de agua que contiene, de ser liberada aumentaría el nivel del mar de forma más que notable, por eso se le conoce como 'Doomsday Glacier' (el glaciar del fin del mundo).