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Gimnasia mental: la importancia de ejercitar el cerebro para prevenir el riesgo de demencias
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Gimnasia mental: la importancia de ejercitar el cerebro para prevenir el riesgo de demencias

Además de los músculos, también debemos entrenar este órgano complejo —sobre todo a medida que vamos cumpliendo años— para prevenir el deterioro cerebral asociado al envejecimiento

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En una época en que la esperanza de vida continúa alargándose y el envejecimiento de la población es una realidad inquietante, cada vez tenemos más claro que no se trata solo de vivir muchos años, sino de hacerlo con la mejor calidad de vida posible. Así como ejercitamos nuestro cuerpo para mantenerlo en forma, aumenta el número de personas que se preocupan de mantener la actividad mental para prevenir el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento, responsable de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y otras demencias.

Por este motivo, “aunque a cualquier edad ejercitar el cerebro ayuda a desarrollar nuestra inteligencia, a mejorar nuestra concentración y nuestra capacidad de atención, es especialmente importante mantenerlo activo en la edad adulta”, explica el doctor Rafael Arroyo, director de la Unidad Brain Health, destinada a la prevención del envejecimiento cerebral y sus patologías neurodegenerativas y cerebrovasculares de Olympia Quirónsalud

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“Al igual que todo nuestro cuerpo, también el cerebro tiende a debilitarse cuando no se le estimula”, explica el especialista. “Las neuronas, encargadas de recibir, procesar y transmitir la información a través de señales eléctricas y químicas, son el motor principal del funcionamiento de nuestro cerebro. Por ello, cuando ejercitamos el cerebro, lo que hacemos es estimular las neuronas para que aumenten sus interconexiones funcionalmente, ayudando de esta manera a que estas partes de nuestro cerebro cojan mayor potencia”.

Qué podemos mejorar

Existen técnicas y programas para entrenar directa o indirectamente las siguientes capacidades y habilidades cognitivas:

  • Atención: capacidad de generar, seleccionar, dirigir y mantener un nivel de activación adecuado para procesar la información relevante.
  • Percepción: codifica y coordina las diversas sensaciones elementales para darles un significado.
  • Comprensión: capacidad de entender, analizar y reflexionar sobre la información que recibimos.
  • Memoria: registra, almacena y elicita las distintas experiencias, ya sean ideas, imágenes, acontecimientos, etc.
  • Lenguaje: sistema de signos lingüísticos que nos permite comunicarnos, tanto de forma oral como escrita.
  • Velocidad de procesamiento: capacidad que establece la relación entre la ejecución cognitiva y el tiempo invertido. Permite procesar información de forma rápida y automática.
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  • Orientación: capacidad de ser consciente de uno mismo y del contexto en que nos encontramos, es decir, ser conscientes a nivel personal, tiempo y lugar.
  • Razonamiento: capacidad para resolver problemas (solución de problemas), extraer conclusiones y aprender de manera consciente de los acontecimientos de manera que podamos establecer relaciones causales y lógicas.
  • Aprendizaje: transformaciones relativamente estables en el comportamiento suscitadas por distintas experiencias que dan lugar a la adquisición de nuevos conocimientos y habilidades.
  • Praxias: capacidad que tenemos para realizar movimientos voluntarios, intencionados y organizados para llevar a cabo un plan o alcanzar un objetivo.
  • Gnosias: capacidad para reconocer información previamente aprendida a través de los sentidos.
  • Control ejecutivo: actividades mentales complejas encargadas de integrar, organizar y coordinar el resto de las capacidades cognitivas.

Cada caso, no obstante, debe valorarse individualmente. En este sentido, el doctor Arroyo apunta que “lo primero que se realiza es un estudio clínico minucioso y estructurado del paciente, además de otros complementarios neurológicos: una resonancia cerebral con cuantificación de atrofias u otras patologías no conocidas; un Eco Doppler que permite determinar el flujo arterial cerebral; una evaluación neuropsicológica completa, así como la posibilidad de estudios genéticos para identificar mayor o menor riesgo de enfermedades neurodegenerativas”.

Además, si el paciente está interesado, puede realizarse un estudio genético del gen de la ApoE, localizado en el cromosoma 19. “Este test mide parcialmente el riesgo de padecer alzhéimer”, describe el neurólogo de Olympia. “Estos estudios darán una completa información sobre qué tipo de programa de entrenamiento cognitivo específico hay que aplicar a cada persona”.

Finalmente, concluye el especialista, “al igual que cuidamos nuestro cuerpo, debemos recordar que es importante hacerlo de nuestro cerebro. El entrenamiento cerebral es un gran recurso para fortalecer nuestras capacidades mentales”.

*El Confidencial, en colaboración con Quirónsalud, presenta una serie de artículos con información práctica, consejos y recomendaciones para practicar deporte que mejore nuestra salud y bienestar. Si tienes alguna duda sobre esta temática o quieres más información, puedes contactar con Olympia Quirónsalud​.

En una época en que la esperanza de vida continúa alargándose y el envejecimiento de la población es una realidad inquietante, cada vez tenemos más claro que no se trata solo de vivir muchos años, sino de hacerlo con la mejor calidad de vida posible. Así como ejercitamos nuestro cuerpo para mantenerlo en forma, aumenta el número de personas que se preocupan de mantener la actividad mental para prevenir el deterioro cognitivo asociado al envejecimiento, responsable de enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y otras demencias.

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