¿Es fácil ser buen ciudadano? Averígualo con la teoría del carrito de la compra

El ser humano, por su naturaleza, busca la trascendencia y la mejora continua mediante la realización de nuevos retos. Es lo que actualmente se conoce como desarrollo personal y consiste en adoptar nuevas ideas o formas de ver la vida o procesar lo que sucede en esta, pero también, de adquirir nuevos comportamientos y conocimientos que se acerquen a la idea de felicidad.

En este sentido, y aprovechando la llegada de un nuevo año, mucha gente hace un balance vital de lo que ha logrado hasta la fecha y los objetivos que quiere lograr a partir de ahora. También es una buena ocasión para hacer algo así como un examen interno de conciencia y preguntarse qué cosas se pueden mejorar como persona.

La teoría del carrito de la compra

Desde hace unos días circula por Twitter la teoría anónima del carrito de la compra que propone que el carácter moral de un individuo puede determinarse en función de si decide devolver el carro del supermercado al lineal designado para su almacenamiento tras haberlo usado o si, por el contrario, lo deja en cualquier lugar y mal ubicado.

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“El carrito de la compra es la prueba definitiva para saber si una persona es capaz de autogobernarse. Devolver el carro de la compra es una tarea fácil, cómoda y que todos reconocemos como lo correcto y apropiado” dice esta teoría que compartió Paula la del BOGC en su cuenta personal de Twitter.

Y continúa diciendo que “devolver el carro de la compra es objetivamente correcto. No hay situaciones, salvo las de emergencia, en las que una persona no pueda devolver su carro. Al mismo tiempo, no es ilegal abandonar el carrito de la compra. Por lo tanto, el carrito de la compra se presenta como el ejemplo cumbre de si una persona hará lo que es correcto sin que se le obligue a ello”.

El carrito de la compra es el ejemplo de si una persona hará lo correcto sin que se le obligue

La teoría, que no tardó en hacerse viral con 9,7 millones de visualizaciones y 163.000 ‘me gusta’, es perfecta para darnos cuenta de la gente que puede funcionar y que hace funcionar una sociedad, y de la gente que necesita reglas y obligaciones para comportarse como ciudadanos. Lo que a más de uno le hace preguntarse si realmente es tan complicado comportarse como un buen ciudadano más allá del supermercado.