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Riotsville: la ciudad falsa donde la policía de EEUU se entrenaba para ejercer la violencia
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Riotsville: la ciudad falsa donde la policía de EEUU se entrenaba para ejercer la violencia

En 1967, el presidente Lyndon Johnson optó por invertir más y más dinero en la represión ante los levantamientos civiles por los derechos que marcaron la década

Foto: Fotograma del documental 'Riotsville, USA'.
Fotograma del documental 'Riotsville, USA'.

Vuelve el diseño sesentero, los colores, patrones y estampados de una época reveladora, como una película musical, repleta de luces, pero también de sombras. Si el sueño americano de los noventa marcó patrones estéticos que se arraigaron más tarde en la nostalgia, una especie de ilusión que de hecho se extendió fuera Estados Unidos y condujo hacia ella a países con culturas muy diversas, el tiempo que había transcurrido tres décadas atrás no provocó menos. Y quien habla de estética habla de cultura, de pensamiento colectivo, de escenas sociales al fin y al cabo. Porque tras las fachadas geométricas, los tonos pasteles y la fantasía de un cuerpo humano pisando la luna, el delirio colectivo continuaba en forma de guerra, de represión, de detenciones, desapariciones y asesinatos casi guionizados. Era la furia de la supremacía blanca la encargada de todo el decorado.

Esta visión del comportamiento que prosperó entonces, y que la perspectiva del tiempo presenta ahora con más claridad, se materializó, literalmente, en un lugar al que llamaron Riotsville, una ciudad ficticia construida por el ejército estadounidense. Los oscuros orígenes de la militarización policial, que aún hoy continúa presente en el país, se inflaron en este escenario inventado, estratégicamente alejado, detrás del telón.

Foto: Protesta organizada por 'Black Lives Matter' en Países Bajos en junio de 2020 (EFE)

En 1967, el presidente Lyndon Johnson organizó la llamada Comisión Kerner, una enorme investigación para llegar a las causas de los numerosos levantamientos civiles que marcaron los años sesenta en Estados Unidos. Johnson había jurado el cargo sobre un avión en 1963, minutos después del asesinato de su antecesor Kennedy. La psicodelia no había hecho más que empezar entonces.

placeholder El presidente Lyndon Baines Johnson, con algunos miembros de la Comisión Nacional Asesora sobre Desórdenes Civiles (Comisión Kerner), en la Sala del Gabinete de la Casa Blanca, en 1967. (Wikipedia)
El presidente Lyndon Baines Johnson, con algunos miembros de la Comisión Nacional Asesora sobre Desórdenes Civiles (Comisión Kerner), en la Sala del Gabinete de la Casa Blanca, en 1967. (Wikipedia)

Racismo y desigualdad

Tras aquella comisión se pusieron sobre la mesa dos hechos evidentes: el racismo y la desigualdad eran la raíz del malestar social, un racismo que se había ido reforzando a través de normas sutiles aplicadas por el mismo Estado.

Edificios que no iban más allá de sus fachadas, calles repletas de soldados conduciendo furgones en los que podía leerse "policía militar"

La solución, estaba claro, comenzaba con una reforma institucional. Sin embargo, el equipo de Johnson optó por invertir más y más dinero en la idea de seguridad y orden que contemplaba, a través de los departamentos de policía. Una gran parte del país salía a las calles para pedir y defender los derechos civiles; otra parte, construida con base en el estatus burgués, se comenzaba a instalar en vecindarios a las afueras de las afueras de las ciudades, más allá de los suburbios, y financiaba la brutalidad policial como barrera.

placeholder Policías estatales de Alabama golpean la cabeza del entonces congresista John Lewis, de 25 años, el 7 de marzo de 1965. (Everett Collection Historical)
Policías estatales de Alabama golpean la cabeza del entonces congresista John Lewis, de 25 años, el 7 de marzo de 1965. (Everett Collection Historical)

De esta forma surgió Riotsville, un escenario para levantamientos simulados en que soldados y policías serían entrenados en tácticas antidisturbios. Edificios que no iban más allá de sus fachadas, espacios vacíos, calles repletas de soldados armados y conduciendo furgones en los que podía leerse "policía militar". De pronto, aparecían decenas, cientos de personas en lo que parecía una protesta. Los policías se abalanzaban sobre ellas. No eran civiles, sino soldados imitando a una determinada ciudadanía, valiéndose de estereotipos y sacando a relucir el disfraz de familia 'hippy'. Su trabajo era ese, intensificar un conflicto prefabricado.

El fervor por la ley y el orden

Aquellas escenas habían quedado en el olvido hasta hace unos meses, cuando la investigadora de archivos y cineasta Sierra Pettengill se topó con ellas en imágenes grabadas por el ejército y que, por tanto, actualmente son de dominio público. "Estaba leyendo 'Nixonland', de Rick Perlstein, e investigando sobre el aumento del fervor público por la ley y el orden entre 1967 y 1968. En una larga lista de formas en que se podría rellenar ese fervor aparecía Riotsville, con una descripción muy breve. Hice una búsqueda rápida en Google, porque parecía una locura, y no encontré nada, así que sentí que la necesidad de ir más allá", explica Pettengill al periodista Dan Schindel para una entrevista en 'Hyperallergic'.

placeholder Fotograma del documental 'Riotsville, USA'.
Fotograma del documental 'Riotsville, USA'.

Por supuesto que había mucho más, pero casi nada estaba digitalizado. Entre otras cosas, un sinfín de imágenes capturadas por el gobierno e incluso por canales de noticias, en las que pueden verse a las autoridades llevando a cabo gestos tan violentos y crueles como los que recientemente asesinaron a Trayvon Martin, Eric Garner, Sandra Bland, Ahmaud Arbery o George Floyd.

"Estados Unidos es un país fundado sobre la esclavitud", apunta al respecto Pettergill en una entrevista para 'Screen Daily'. Los años sesenta fueron, probablemente, la antesala de un sistema de esclavitud modernizado. Según explica esta investigadora, más de 10.000 policías y soldados asistieron a aquellos entrenamientos solo entre 1968 y 1969.

Miles de personas asesinadas

Su documental, 'Riotsville, USA', revela así el mecanismo por el cual una nación declaraba la guerra a su propio pueblo. Mientras tanto, la inmunidad calificada sigue siendo una doctrina legal que se utiliza para proteger a los agentes de litigios tras incidentes de violencia policial. Esta ley, emitida por la Corte Suprema del país en 1982, se sigue empleando a menudo para socavar la ley de derechos civiles de 1871, también conocida como 42 USC 1983.

Los datos publicados por la Oficina de Estadísticas de Justicia en 2011 mostraron que, entre 2003 y 2009, al menos 4.813 personas murieron asesinadas mientras eran arrestadas por agentes de policía local. Solo poco más de la mitad de estas, 2.876 en concreto, fueron clasificadas como homicidios policiales. El 57,1% de ellas eran personas racializadas.

placeholder Fotograma del documental 'Riotsville, USA'.
Fotograma del documental 'Riotsville, USA'.

En medio de la vorágine actual que divaga entre el poder y la identidad, las empresas de tecnología están cada vez más próximas a las políticas de represión a través, por ejemplo, de los censores de las cámaras de seguridad, como demuestra otra investigadora, Shalini Kantayya, en su documental 'Coded Bias'.

placeholder Flores y una pancarta en el lugar del asesinato de George Floyd. (Wikipedia)
Flores y una pancarta en el lugar del asesinato de George Floyd. (Wikipedia)

Una época mucho más similar a la nuestra de lo que a veces se piensa, en la que se escenificaron escenarios entre presente y futuro. Mientras unas cosas vuelven, otras siempre han estado ahí, en la máquina del poder institucional: "La conversación sobre la raza aumenta y disminuye en la conciencia pública, pero nunca deja de ser relevante".

Vuelve el diseño sesentero, los colores, patrones y estampados de una época reveladora, como una película musical, repleta de luces, pero también de sombras. Si el sueño americano de los noventa marcó patrones estéticos que se arraigaron más tarde en la nostalgia, una especie de ilusión que de hecho se extendió fuera Estados Unidos y condujo hacia ella a países con culturas muy diversas, el tiempo que había transcurrido tres décadas atrás no provocó menos. Y quien habla de estética habla de cultura, de pensamiento colectivo, de escenas sociales al fin y al cabo. Porque tras las fachadas geométricas, los tonos pasteles y la fantasía de un cuerpo humano pisando la luna, el delirio colectivo continuaba en forma de guerra, de represión, de detenciones, desapariciones y asesinatos casi guionizados. Era la furia de la supremacía blanca la encargada de todo el decorado.

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