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Sangre, terror y lágrimas: María I de Inglaterra y el mito del 'Bloody Mary'
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Sangre, terror y lágrimas: María I de Inglaterra y el mito del 'Bloody Mary'

Fue recordada como la mujer que quemó viva a su propia gente, la que condujo sin piedad a su país a una agitación religiosa sin sentido, pero a ese recuerdo histórico le faltan muchos detalles

Foto: Foto: Wikipedia.
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Dice la leyenda que si te plantas frente a un espejo, en una habitación oscura, y pronuncias varias veces “Bloody Mary, Bloody Mary, Bloody Mary”, una aparición ensangrentada acudirá a tu llamada. ¿Pero llamada para qué? Nadie sabe realmente el origen de este juego que se popularizó especialmente entre las adolescentes de la década de los setenta del siglo pasado, y hasta hoy.

Bloody Mary podría, en ese instante, aparecer en el espejo, salir del espejo y acariciarte la cara o perseguirte eternamente. Otras versiones de la historia sostienen que el espejo gotearía sangre, que tu pelo se tornaría blanco o que desaparecerías sin dejar rastro. ¿Cuándo surge? Otro misterio. Las diferentes aristas en el estudio de la historia plantean una cuestión de folclore, pero qué podría ser más folclórico en Inglaterra (lugar donde empieza todo esto) que las leyendas protagonizadas por su monarquía: Bloody Mary en realidad se llamó Mary Tudor (María I de Inglaterra), y fue una de esas reinas condenadas a su propia figura.

Foto: Foto: Wikimedia.
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Tal vez ese dato ya lo sepas. Quién no conoce el famoso cóctel que invoca a esta reina entre los adultos: bien de vodka, bien de zumo de tomate, un poquito de pimiento y un toque de sal. Una tragedia efervescente en la garganta. ¿Era esto Mary Tudor? Recordada como la mujer que quemó viva a su propia gente, la que condujo sin piedad a su país a una agitación religiosa sin sentido, y la que básicamente convirtió Inglaterra en un país destrozado y lleno de tristeza y miedo, podría serlo, pero a ese recuerdo histórico le faltan muchos detalles.

La niña no deseada

Esta es la historia de cómo una princesa aclamada se convirtió en el mito de la poderosa déspota y violenta (y reina, eso también), a pesar de no ser más sanguinaria que su padre, Enrique VIII, y que otros y otras monarcas. Es, como expresa Meilan Solly en 'Smithsonian', "una historia de sexismo, de identidad nacional cambiante y buena propaganda pasada de moda, todo lo cual se fusionó para crear la imagen de una tirana sin control que perdura hoy".

Mary, o María, nació el 18 de febrero de 1516 en el Palacio de St. James, en Westminster, Londres, como un fracaso para sus padres, Enrique VIII y Catalina de Aragón, que esperaban un pequeño heredero. No obstante, Mary sobrevivió a su propia condición: la pequeña heredera querida, al menos hasta su adolescencia. La burbuja explotó entonces cuando su padre se enamoró de Ana Bolena, y buscó todas las formas posibles para separarse de su madre: romper con la Iglesia católica y crear una nueva religión donde aquello sería posible. "¿Por qué no?", se dijo a sí mismo.

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Foto: Wikipedia.

Mary tenía 16 años cuando fue declarada ilegítima por su propio padre, degradada por este sustituyendo su título de 'princesa' por el de 'dama'. Mientras tanto, la alejaron de su madre, a la que Enrique VIII mandó al exilio. Con semejante sacudida mental, la joven se negaba a reconocer la validez del divorcio de sus padres y el estatus de su padre como cabeza de la nueva Iglesia de Inglaterra. Aferrarse a la infancia, eso estaba haciendo.

Habría rey, no reina

Ana Bolena no dudaba en decir en alto que estaría más que complacida si aquella joven rebelde y su madre fueran ejecutadas, pero como eso no podía ocurrir de inmediato, quitarle todos sus títulos y situarla al servicio de su nueva hermana Elizabeth no sonaba nada mal. La cuestión, no obstante, seguía siendo la misma: un rey empeñado en procrear a otro rey.

El 5 de octubre de 1518, cuando Mary tenía dos años, la obligaron a casarse con un delfín de Francia, también de dos años en ese momento. El Lord Almirante de Francia actuó como representante de aquel niño, colocando un anillo de diamantes en su nombre en el dedo de Mary. Hubo desfile, bailes, banquete, celebración al varón codiciado. Sin embargo, este compromiso fue cancelado tres años después.

Foto: La reina María Tudor, por Antonio Moro. 1554.

Nuevo intento de su padre: un nuevo tratado que arregló un posible matrimonio con el primo de la pequeña, Carlos V, emperador del Sacro Imperio Romano Germánico de los Habsburgo. Él tenía 22 años, ella seis. Carlos pasó semanas en Inglaterra y fue recibido en Greenwich con una ceremonia por todo lo alto. Victoria, diría Enrique VIII, pero de nuevo el compromiso se canceló unos años después.

Confinada y alejada de su madre

La respuesta del rey fue buscar una nueva mujer, una nueva familia, una familia de hombres para su futuro: a Mary la confinó en Hatfiel House, en Hertfordshire, hasta que la tercera esposa de Enrique VIII, Jane Seymour, promovió una reconciliación entre padre e hija, o algo así. Pero la joven no solo veía su figura como el margen de la corona en la que había nacido, el margen vaciado, desprendido, también tuvo que seguir aguantando los intereses de su padre con tres madrastras más.

Aferrada al catolicismo en el que había crecido, vio cómo otro de sus hermanos por parte de padre (sí, lo consiguió), Edward VI, subía al trono como reformador protestante. Cuando el joven murió seis años después, se ofreció la corona a una prima protestante, Lady Jane Grey, de nuevo excluyendo a las siguientes en la línea sucesoria: Mary, que siempre había sido la primera, y Elizabeth.

Foto: Retrato de María Tudor.

Mary observaba aquel tablero de ajedrez del que parecía no formar parte, una y otra vez, la rabia jugando por dentro. ¿Qué podía hacer sino reivindicar su lugar tomando partido sin pedir permiso? Con Lady Jane a punto de ser coronada, Mary eligió quedarse en Inglaterra y luchar por lo que era suyo por derecho. Consiguió el apoyo de la nobleza de todo el país y entró cabalgando a la capital, al lado de su hermana: una sería reina y la otra heredera al trono.

Rodarían cabezas

Se abrió paso sin la voluntad de un rey. Padre, hermano o esposo, Mary cabalgaba consigo misma ya en el poder, convirtiéndose a los 37 años en la primera reina inglesa en llevar la corona sin un hombre que la sujetara.

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Foto: Wikipedia.

Su reinado comenzó con la orden de ejecución de Lady Jane. Para que ella pudiera ser reina, tenían que rodar cabezas. Este no sería el único episodio sangriento. Mary tuvo que demostrar durante sus cinco años en el trono que no había exigido su lugar en balde. Hubo sangre, sudor y lágrimas, sí, pero su autoridad desmedida, sus órdenes contra la población y sus ideas déspotas no fueron menos que las de otros reyes como su propio padre.

placeholder La ejecución de Lady Jane Grey. (Wikipedia)
La ejecución de Lady Jane Grey. (Wikipedia)

La nueva reina tuvo como prioridad implantar el catolicismo por encima de todo, haciendo lo que fuese necesario en contra de la Iglesia de su padre. Durante el primer año de su reinado, muchos protestantes destacados huyeron al extranjero, pero los que se quedaron atrás y persistieron en proclamar públicamente sus creencias se convirtieron en blanco de leyes de herejía que conllevaban un castigo brutal: morir quemados en la hoguera.

Las llamas del catolicismo

Antes de la ruptura de Inglaterra con Roma en 1534, el catolicismo había dominado el reino durante siglos. La decisión de Enrique VIII de formar la Iglesia de Inglaterra resultó previsiblemente polémica, como lo demuestra el levantamiento de la Peregrinación de Gracia de 1536, que encontró a unos 30.000 norteños tomando las armas en protesta por la disolución de los monasterios, la prohibición de fiestas y días festivos y el trato sangriento del clero que se negó a aceptar el nuevo orden. Bajo el hijo de Enrique VIII, la Reforma inglesa alcanzó nuevos extremos, con una legislación que puso fin a la práctica de la misa en latín, permitió que los sacerdotes se casaran y desalentó la veneración de reliquias y artefactos religiosos.

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Foto: Wikipedia.

Pero aquellos asesinatos vinieron después de otras estrategias. La primera: casarse con el príncipe Felipe de España (el futuro Felipe II) en 1554. Mary determinó aquel matrimonio con la intención de concebir un heredero o heredera, el caso es que fuera católico. El gobierno compartido no gustó a la población inglesa. Temerosa de lo que esta poderosa pareja católica podría significar para ellos, pronto surgió una rebelión. Obviamente, Mary se casó de todos modos. Estaba decidida a casarse, levantarse y "salvar a Inglaterra de los protestantes".

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Foto: Wikipedia.

Sin embargo, lo más controvertido de su reinado fue la orden que lanzó para que 280 protestantes fueran quemados en la hoguera como herejes. De aquellos cuerpos en el fuego obtenemos la imagen de una monarca cuya "maldad furiosa" y "tiranía abierta", como las describe el escritor del siglo XVI Bartholomew Traheron, la llevaron a "nadar en la sangre sagrada de los personajes más inocentes, virtuosos y excelentes". Ahí estaba Bloody Mary.

Mary y sus asesores esperaban que la avalancha inicial de quemas actuara como una "conmoción breve y aguda" que advirtiera a los protestantes errantes de que regresaran al redil de la "verdadera" fe. En un memorando de enero de 1555, la reina explicó que las ejecuciones deben ser "de tal manera que el pueblo pueda percibir que no son condenadas sin una justa ocasión, por lo que comprenderán la verdad y se cuidarán de hacer lo mismo". Pero Mary había subestimado enormemente la tenacidad de los protestantes y su disposición a morir por la causa.

placeholder Detalle de un retrato de María I de Inglaterra. (Wikipedia)
Detalle de un retrato de María I de Inglaterra. (Wikipedia)

Cabe recordar que, como dice Linda Porter, autora de ' The Myth of Bloody Mary', el protestantismo era la "religión de una minoría educada", no una doctrina universalmente adoptada. En esencia, según han sugerido Porter y otros historiadores, Inglaterra todavía era un país fundamentalmente católico cuando María subió al trono.

Por supuesto, las quemas ordenadas por Mary no podrían ser una simple nota al pie de la historia, pero en la historia de Mary el género desempeñó un papel fundamental. Antes de nacer y después de su muerte, en 1558, el mito ya la había consumido.

Dice la leyenda que si te plantas frente a un espejo, en una habitación oscura, y pronuncias varias veces “Bloody Mary, Bloody Mary, Bloody Mary”, una aparición ensangrentada acudirá a tu llamada. ¿Pero llamada para qué? Nadie sabe realmente el origen de este juego que se popularizó especialmente entre las adolescentes de la década de los setenta del siglo pasado, y hasta hoy.

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