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Por qué no todas las personas son conspiranoicas (aunque muchas sí)
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Por qué no todas las personas son conspiranoicas (aunque muchas sí)

Algunos psicólogos apuntan que en el futuro conseguiremos "inmunidad colectiva frente a estas teorías", pero, ¿por qué algunas personas tienden a creer varias?

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Todo el mundo tiene un amigo conspiranoico. Y el que no lo tiene es porque el conspiranoico es él. En los últimos tiempos, a raíz de la difícil situación que estamos viviendo con la pandemia, las teorías de la conspiración han crecido más que nunca, algunas relacionadas con el virus y otras que existían antes. Quizá la Tierra es plana, Finlandia no existe, los aviones nos gasean, el 5G nos va a matar o la élite mundial planeó el coronavirus e introdujo todas las restricciones que ya conocemos no con la idea de frenar el virus, sino para provocar deliberadamente un colapso económico y un gobierno mundial socialista, aunque dirigido en beneficio de poderosos capitalistas.

En realidad, la navaja de Ockham nos lleva a pensar que la solución más fácil a cualquier problema es también la acertada. Sin embargo, y pese a los estereotipos que hayan surgido a través del tiempo en relación con los conspiranoicos (la creencia general es que son hombres blancos y de derechas que pasan demasiado tiempo navegando por internet), hace un año el sociólogo Asbjørn Dyrendal, de la universidad de Noruega, se encargaba de desmentirlo: "Parece cada vez más claro que la creencia en las teorías de la conspiración es parte de la psicología humana. La creencia en conspiraciones puede venir dada por factores situacionales (respuestas al miedo o la incertidumbre) y parecen estar ampliamente vinculadas a la aprensión y el pensamiento mágico".

"Los conspiranoicos suelen culpar a los políticos de los malos acontecimientos porque de esta manera sienten que pertenecen a un grupo"

Un estudio llevado a cabo por Dyrendal y colegas también concluía que los conspiranoicos suelen culpar a los políticos (u otros grupos de poder) de los malos acontecimientos porque "de esta manera, sentimos que pertenecemos a un grupo, a la vez que generamos antagonismo hacia otro, que es el culpable de lo que está sucediendo". Según un ensayo del historiador Daniel Pipes, las creencias que distinguen la mentalidad conspirativa son: que las apariencias engañan, nada es al azar o que el enemigo siempre gana. Y es que no son algo nuevo: durante la epidemia de peste negra se creyó que los judíos (siempre protagonistas de, al menos, una teoría de la conspiración) estaban envenenando los pozos.

Pero entonces, y pese a lo que pueda decir Dyrendal, ¿por qué parece que algunas personas creen en varias teorías de la conspiración y otras —quizá nosotros mismos— no creen en ninguna? Según algunos psicólogos, los que creen en una teoría conspirativa tienden a creer en otras, mientras que los que no creen en una teoría conspirativa tampoco creerán en una diferente. A la hora de formular sus conclusiones, los primeros refuerzan sus creencias mediante un sesgo de confirmación y sus propias creencias por parte del grupo al que ahora pertenecen.

Los que creen en una teoría conspirativa tienden a creer en otras, mientras que los que no creen en una teoría conspirativa tampoco creerán en una diferente

Hace 60 años el psicólogo William McGuire descubrió que nuestras mentes se comportan como si tuvieran su propio sistema inmunológico. Estableció que se las puede exponer a argumentos que la cambian, que al fin y al cabo es lo que publicistas, propagandistas o algunos religiosos aprovechan para conseguir manipularlas. Según explica Andy Norman en un reciente artículo publicado en 'Psychology Today': "Ahora se está intentando el efecto contrario, vacunar las mentes contra 'la desinformación', inmunizarse de las malas ideas. A través de esta lente, las creencias sin sentido pueden justificar una explicación, pero la inmunidad adquirida a las ideas infecciosas es especialmente importante".

"Aquí está la idea: las ideas falsas, sin fundamento y destructivas son parásitos de la mente. Algunos son infecciosos y dañan las mentes que los albergan. Pero las mentes tienen defensas, "sistemas inmunes mentales", que ofrecen cierta protección", añade, y según asegura, aunque no lo lograremos de la noche a la mañana, esa inmunidad colectiva frente a las teorías de la conspiración se conseguirá en el futuro. Lo cierto es que, en tiempos turbulentos como los actuales, para muchas personas es más tranquilizador pensar que la mano humana está detrás de los problemas causados, porque eso les produce sensación de control sobre aquello que no puede controlarse. Mientras esperamos que se conquisten los pensamientos conspirativos, ellos todavía pueden excusarse en algo: algunas teorías de lo más disparatas han resultado ser ciertas. Así de loco es el mundo en el que vivimos.

Todo el mundo tiene un amigo conspiranoico. Y el que no lo tiene es porque el conspiranoico es él. En los últimos tiempos, a raíz de la difícil situación que estamos viviendo con la pandemia, las teorías de la conspiración han crecido más que nunca, algunas relacionadas con el virus y otras que existían antes. Quizá la Tierra es plana, Finlandia no existe, los aviones nos gasean, el 5G nos va a matar o la élite mundial planeó el coronavirus e introdujo todas las restricciones que ya conocemos no con la idea de frenar el virus, sino para provocar deliberadamente un colapso económico y un gobierno mundial socialista, aunque dirigido en beneficio de poderosos capitalistas.

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