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Engordar tras una ruptura es un mito, según un nuevo estudio
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Engordar tras una ruptura es un mito, según un nuevo estudio

Todo el mundo sabe que tras cortar con tu pareja te pasas los días tomando helado con una cuchara y mirando a la tele, pero, ¿y si no fuera así?

Foto: Foto: iStock.
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La historia la conocemos porque la hemos visto centenares de veces en el cine: después de una ruptura solo queda sentarse en el sofá con una manta y un bote gigante de helado de vainilla con nueces de macadamia y llorar amargamente mientras se ve la televisión. Con un percal así, es normal que engordemos unos cuantos kilos, pues "las penas con pan son menos", y es un círculo vicioso, porque al ganar peso y vernos cero atractivos (los problemas de la belleza normativa) no tenemos confianza suficiente para buscar otra potencial pareja. No pasamos página.

Pero, ¿y si todo es en realidad una mentira fruto del imaginario colectivo? Según una investigación publicada en el 'Journal of the Evolutionary Studies Consortium', en realidad no hay tantas personas que agreguen a su cintura botes y botes de helado, por lo menos no tantas como las películas se empeñan en hacernos creer.

Toda la verdad

Marissa Harrison, profesora asociada de psicología en Penn State Harrisburg, realizó dos estudios (aunque cueste creerlo) sobre el tema y en ambos, los resultados fueron muy similares. En el primero de ellos, hicieron una muestra con 581 personas, 261 hombres y 320 mujeres, con una media de edad de 30 años: se les preguntó si recientemente habían pasado por una ruptura, cómo se sentían y cuál era su actitud con respecto a la comida en general (partiendo de la base de si eran propensos o no a ingerir mucha comida). Casi dos tercios de los encuestados informaron que no habían sufrido ningún cambio en su peso.

En cuanto al segundo estudio, decidieron hacer una muestra totalmente diferente con nuevos participantes. En esta ocasión fueron 261, con participación de 193 mujeres y 68 hombres, con una edad media de 29 años. Se les hicieron preguntas más profundas: ¿cuánto de íntima había sido la relación? ¿Qué fue lo que inició la ruptura? ¿Cómo se sentían en la actualidad acerca de su ex? Y, por supuesto, cuál era su actitud con respecto a la comida en general. Lo cierto es que más de la mitad informó que no había sufrido ningún cambio en el peso. El único cambio aparente era que las mujeres que tenían una tendencia a comer en exceso emocionalmente aumentaron de peso después de la ruptura.

La razón por la que comemos cuando estamos tristes es que los humanos solemos elegir alimentos grasos para paliar la melancolía

¿Se trata entonces de un estereotipo de la cultura pop o un instinto evolutivo que hemos superado? "La comida era más escasa para nuestros antepasados", indica Harrison en un comunicado a 'Best Life'. "Por lo que si tu pareja te abandonaba, podía significar que el hecho de recolectar fuera mucho más complicado. Entonces, es posible que la acumularan después de una ruptura, pero debido a este hecho. Si bien es posible que después de dejarlo con tu media naranja te pases uno o dos días a base de helado para ahogar tus penas, los humanos modernos no tendemos a aumentar de peso después de una ruptura".

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Quizá la pregunta siguiente sería por qué comemos cuando estamos tristes, pero como hay una respuesta a todo y un estudio para cada caso, también hay una respuesta: según un estudio en 'The Journal of Clinical Investigation' el efecto emocional de la alimentación ayuda a los seres humanos a sobrevivir cuando la comida es escasa, sin embargo, en un entorno donde tenemos alimentos posibles, puede llevar a problemas de peso, ¿la razón? Solemos elegir alimentos grasos para paliar la tristeza, pues según imágenes de resolución magnética utilizadas con una muestra de personas, la comida grasa reduce la actividad en partes del cerebro relacionadas con el sentimiento de aflicción. Pero no te pases con el helado, por si acaso.

La historia la conocemos porque la hemos visto centenares de veces en el cine: después de una ruptura solo queda sentarse en el sofá con una manta y un bote gigante de helado de vainilla con nueces de macadamia y llorar amargamente mientras se ve la televisión. Con un percal así, es normal que engordemos unos cuantos kilos, pues "las penas con pan son menos", y es un círculo vicioso, porque al ganar peso y vernos cero atractivos (los problemas de la belleza normativa) no tenemos confianza suficiente para buscar otra potencial pareja. No pasamos página.

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