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El hombre que fue ejecutado por una coma
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El hombre que fue ejecutado por una coma

La azarosa vida del nacionalista irlandés Roger Casement terminó abruptamente por culpa de la ambigüedad de un texto jurídico

Foto: Sir Roger Casement, hacia 1916.
Sir Roger Casement, hacia 1916.

La ortografía es muy importante, ya nos lo dicen, incluso ver un texto mal escrito puede causar profundos estragos en nuestros ojos. Lo que quizá no es tan frecuente es que resulte ser mortal. Pero es real y, de hecho, ya ha sucedido. Ya sabemos que la realidad siempre supera a la ficción. La historia la recoge 'The Guardian' y habla de Sir Roger Casement, un diplomático irlandés que militó activamente en la causa nacionalista y contra los abusos del sistema colonial en el Congo.

La esperpéntica y exuberante vida de Sir Roger se encargó de recogerla el premio nobel Mario Vargas Llosa en 'El sueño del celta', que incluye fragmentos de los diarios supuestamente escritos por el mismo Casement, aunque el escritor asegura que en ellos hay mucho de exageración y ficción. Si bien su vida fue sin duda interesante, queda un poco opacada por su curiosa muerte en 1916. Fue ahorcado, a pesar de las peticiones de clemencia de personalidades como sir Arthur Conan Doyle, W. B. Yeats o George Bernard Shaw, entre otros.

Vida y muerte apasionantes

Casement nació cerca de Dublín, aunque viajó por África por primera vez con tan solo 19 años, en 1883. Durante su estancia en el Congo, conoció al famoso explorador Henry Morton Stanley, que por entonces se había embarcado en su expedición para rescatar a Emín Bajá. También a Joseph Conrad, que era por aquel entonces era marino y no había publicado todavía 'El corazón de las tinieblas'. Su denuncia de la situación en el Congo fue la razón principal por la que fue nombrado caballero en 1911, y después desarrollaría un trabajo similar en Brasil. Nadie podía imaginar que tan solo cinco años después sería capturado y condenado a muerte.

Fue nombrado caballero y denunció las prácticas coloniales en África y Sudamérica, pero en poco más de cinco años todo cambiaría para él

"Voy a ser ahorcado por una coma", escribiría él. Y era algo completamente literal. Su "crimen" había sido intentar persuadir a los prisioneros irlandeses de la Primera Guerra Mundial en Alemania para que se unieran al levantamiento. Fue arrestado y acusado de traición, sabotaje y espionaje contra la Corona Británica, y la prensa lo retrató públicamente como un homosexual promiscuo y un pederasta (incluso se publicaron sus famosos diarios negros).

La duda era si realmente la Ley de Traición de 1351 se aplicaba fuera de Reino Unido, y la susodicha coma era la clave para saber la verdad. Durante el juicio, el abogado de sir Roger explicó que los actos realizados fuera del país no podían constituir una tradición dentro del propio país, y lo argumentó basándose en la interpretación de la redacción del estatuto (pasándolo al inglés pues el original estaba escrito en francés normando).

Foto: Foto: iStock.

Dos de los jueces que revisaron el original no supieron a ciencia cierta si la marca que aparecía en el papel era una coma realmente o quizá un corchete, una mancha o incluso un pliegue del papel. Desafortunadamente para Casement, decidieron que era una coma y, aunque él apeló, fue condenado a muerte.

placeholder El estatuto original, en francés normando.
El estatuto original, en francés normando.

¿Realmente se aplicaba la ley a los actos de traición realizados en el extranjero? El texto en inglés recoge lo siguiente: "Si un Hombre impone la Guerra contra nuestro Señor Rey en su Reino, o se adhiere a los Enemigos del Rey en su Reino, dándoles Ayuda y consuelo en el Reino, o en cualquier otro lugar (...)". La coma después del tercer reino fue la que hizo dudar a todo el mundo y en la que se apoyaron Casement y su abogado.

La cuestión era si los actos de traición perpretados en otro país podían ser juzgados como si hubieran sido realizados en Reino Unidos


Las comas pueden cambiar el significado completo de un texto, lo sabemos de sobra y hay infinitos titulares mal redactados que nos lo recuerdan constantemente. Hace un año, una compañía de productos lácteos en Portland, Maine, resolvió un caso judicial por 5 millones de dólares debido a la ausencia de uno de estos signos de puntuación en un texto. Tres conductores de camiones afirmaron que se les debían años de horas extra no pagadas, y se falló a su favor debido a la forma en que se usaban las comas en la legislación que regula dichos pagos.

Foto: Foto: iStock.

De igual forma que "Vamos a comer, niños" no es lo mismo que "Vamos a comer niños", tampoco es igual "no queremos saber" que "no, queremos saber", e incluso, la colocación adecuada de comas puede salvar vidas: "¡No, tenga clemencia!" que podría haber dicho Casement en el patíbulo no es, sin duda, igual que "¡No tenga clemencia!".

Pero Casement, desgraciadamente, la ambigüedad del lenguaje (y de la ley) fue lo que lo mató, aunque su vida como diplomático y sus viajes por África y América, donde denunció la esclavitud, fue admirada y elogiada. Desgraciadamente no fue perdonado por su tradición. A día de hoy es considerado un héroe por los irlandeses y Yeats escribió un poema honrándole: "El fantasma de Roger Casement / está aporreando la puerta". Quizá previniéndonos de que coloquemos bien las comas.

La ortografía es muy importante, ya nos lo dicen, incluso ver un texto mal escrito puede causar profundos estragos en nuestros ojos. Lo que quizá no es tan frecuente es que resulte ser mortal. Pero es real y, de hecho, ya ha sucedido. Ya sabemos que la realidad siempre supera a la ficción. La historia la recoge 'The Guardian' y habla de Sir Roger Casement, un diplomático irlandés que militó activamente en la causa nacionalista y contra los abusos del sistema colonial en el Congo.

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