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El dictado guiado, la nueva forma de mejorar tu ortografía
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El dictado guiado, la nueva forma de mejorar tu ortografía

En las escuelas ya se está implantando con éxito este nuevo método por el cual sería mucho más fácil memorizar reglas ortográficas con el fin de afianzar los conocimientos

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Con la llegada de los aparatos electrónicos y la inmediatez, la ortografía, sin duda, se resintió. Los SMS, sin ir más lejos, requerían un individuo que supiera sintetizar. La brevedad pasó a ser un tesoro y el "Te quiero mucho" pasó a convertirse en "TKM". Todo lo que pudieras decir en el menor espacio posible era bienvenido, pues se ahorraba mucho dinero en el proceso. Ahora, con WhatsApp, si bien es cierto que no nos cobrarían ni aunque decidiesemos redactar el Quijote en un mensaje, la norma sigue siendo la capacidad de ser escueto. Nadie quiere leerse un párrafo larguísimo. Vivimos en un mundo rápido e instantáneo y somos impacientes, así que más vale que escribas pronto eso que tienes que decir u otro se te adelantará.

¿Se ha resentido la ortografía por ello? Está bastante claro que las redes sociales nos llevan a utilizar más el teclado. Si en el mundo real enfocar los ojos frente a la pantalla del ordenador es la clave, no podemos pedir que esto no se traduzca a ese microcosmos que es el aula. Nadie se pone realmente de acuerdo a la hora de buscar una solución, ¿simplificamos escribiendo "compañer@s"? ¿"Chicxs", como claman muchos defensores del lenguaje inclusivo (cuyos retractores se basan, justamente, en su incapacidad para ser breve y conciso)? Entonces, ¿cuál es la solución?

El esqueleto

Señala la profesora y psicóloga Marie-Line Bosse, de la Universidad de Grenoble, para 'The Conversation': "Si uno no puede actuar sobre la ortografía en sí, queda por mejorar su aprendizaje". A día de hoy proliferan las organizaciones privadas que se comprometen a fortalecer tu ortografía, como si habláramos de los temidos dictados que la profesora de Lengua nos obligaba a hacer en nuestro Cuadernillo Rubio. Como no podía ser de otro modo, lo hacen "de una manera divertida", dejando entrever que la escuela no ayuda a los estudiantes a progresar y que, por tanto, se debe externalizar el problema.

Si no sabemos realmente cómo enseñar ortografía de una manera efectiva, el problema parece estar, como es lógico, en la enseñanza. Nos llevamos las manos a la cabeza no solo con los dictados que escriben nuestros hijos, también con las faltas de ortografía que observamos en los usuarios de Facebook, con algunos artículos e incluso con nuestra propia incapacidad para recordar si esta palabra en concreto se acentúa. Elegir, por tanto, un método basado en la evaluación científica de su efectividad es sin duda una excelente idea, incluso si todavía hay mucho camino por recorrer antes de que se convierta en un hábito.

Foto: Duelo medieval. Ilustración: iStock.

¿Cuál es, entonces, el método por el que se aboga? Se trata de practicar regularmente un ejercicio de dictado en un soporte que guíe la escritura. Probablemente alguna vez hayas jugado al Ahorcado, por lo que recordarás cómo, a partir de unos guiones, debía sacarse una palabra que coincidiera en número de letras con el misterio que nos pedían.

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En este caso, cada palabra debe escribirse en un "esqueleto", compuesto por cuadros que indican su número de letras (exacto, como el Ahorcado), su forma (con letras ascendentes o descendentes) y, en caso de que la manera de pronunciar la palabra difiera de cómo se escribe (lo que sucede en idiomas como el francés o el inglés, aunque no en español), la presencia de "grafemas", es decir, varias letras asociadas en un solo sonido o "fonema" (como "o" pronunciado "/ u /").

Mediante cuadros que indican número de letras, como si jugáramos al Ahorcado, el dictado nos permite averiguar en qué nos equivocamos

¿Cuál es su efecto? Los estudiantes reciben ayuda en su producción y están obligados, siempre que su primera elección ortográfica no corresponda al esqueleto proporcionado (por ejemplo, si nos falta una "H" en esa palabra en la que siempre olvidamos ponerla) a pensar activamente y modificar su producción en consecuencia. Prueba y error.

La hipótesis

Y, realmente ¿funciona? Pues como aporta 'The Conversation', las hipótesis están ahí. Durante un periodo idéntico se realizó con un grupo de 121 estudiantes, mediante una práctica regular en la que realizaban dictados periódicamente. Una parte del grupo realizó el modo "esqueleto" mientras que la otra mitad simplemente escribió dictados normales. Los maestros dictaron cada semana un texto diferente, siguiendo un protocolo específico para garantizar las mejores condiciones de trabajo en todas las clases.

Al final del período de entrenamiento, los resultados mostraron que la práctica del dictado guiado conduce a una mayor progresión ortográfica, pero solo para los estudiantes que no tengan un nivel muy bajo. En ocho semanas estos aumentaron significativamente (menos del 70% de las palabras correctas en la prueba previa) en ambos modelos de dictado, por lo que se puede suponer que gracias a los "esqueletos" los estudiantes con un nivel medio tuvieron la capacidad de afianzar y recordar esas reglas ortográficas que anteriormente no habían podido evocar de manera espontánea.

Funciona mejor con aquellos que tienen un nivel ortográfico medio que con los que cometen muchas faltas

Para los estudiantes con un nivel ortográfico muy bajo no sirvieron tanto "los esqueletos". Tanto estos primeros como los dictados simples surtieron el mismo efecto, por lo que se colige que para que sea efectivo en estudiantes más "débiles", debe mejorarse. Para los estudiantes con mayor conocimiento y menos faltas registradas, la orientación sugerida facilita, por tanto, una reflexión explícita sobre sus producciones escritas y la consolidación y aplicación más sistemática del conocimiento que ya tienen al menos parcialmente.

Los investigadores señalan que el estudio descrito, aunque muestra algunas debilidades (como el pequeño número de estudiantes evaluados) y expone resultados bastante modestos, tiene el mérito de ilustrar un ejemplo de protocolo experimental que sería inteligente desarrollar en las escuelas para informar sobre la elección de prácticas de enseñanza y mejorar el aprendizaje de todos.

Por tanto, quizá para afianzar esas pequeñas reglas que tanto cuestan, la prueba de ensayo-error que propone este tipo de dictado es ideal. Sobre todo en un mundo en el que, a fuerza de escribir mal las palabras hemos comenzado a tener muchas dudas naturales. Todo sea por no pegarle una patada al diccionario cada vez que tenemos que escribir algo, sea en el formato que sea.

Con la llegada de los aparatos electrónicos y la inmediatez, la ortografía, sin duda, se resintió. Los SMS, sin ir más lejos, requerían un individuo que supiera sintetizar. La brevedad pasó a ser un tesoro y el "Te quiero mucho" pasó a convertirse en "TKM". Todo lo que pudieras decir en el menor espacio posible era bienvenido, pues se ahorraba mucho dinero en el proceso. Ahora, con WhatsApp, si bien es cierto que no nos cobrarían ni aunque decidiesemos redactar el Quijote en un mensaje, la norma sigue siendo la capacidad de ser escueto. Nadie quiere leerse un párrafo larguísimo. Vivimos en un mundo rápido e instantáneo y somos impacientes, así que más vale que escribas pronto eso que tienes que decir u otro se te adelantará.

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