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Cómo trabajan los ladrones de casas, contado por ellos mismos
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20 RATEROS SE SINCERAN

Cómo trabajan los ladrones de casas, contado por ellos mismos

Un investigador accedió a un puñado de afanadores de hogares, que le contaron qué, cómo y por qué roban, y qué hacen con todo aquello que han sustraído a sus víctimas

Foto: Lo que más les gusta: dinero en efectivo y teléfonos móviles. (iStock)
Lo que más les gusta: dinero en efectivo y teléfonos móviles. (iStock)

“Si la policía quiere acabar con el crimen, deberían ser más listos. Hablar con gente como yo. Si fuese oficial, limpiaría mi zona en semanas. Deben de ser estúpidos o no tener esa mentalidad, viven de forma totalmente diferente a los delincuentes, ya sabes a lo que me refiero. No tienen la capacidad de entendernos”.

Esta es una de las jugosas declaraciones que aparecen en el trabajo realizado por el investigador en criminología Mike Sutton sobre el modus operandi de los ladrones, uno de los trabajos más fascinantes y completos sobre los pequeños mangantes que, años después de su publicación, sigue siendo referencia. En muy pocas ocasiones se ha conseguido que 20 ladrones de poca monta expliquen, con pelos y señales, qué, cómo y por qué roban y a quién y cómo se lo vendían. Pero Sutton lo consiguió.

En media hora o menos, un objeto puede ser robado, llegar a su comprador y que este lo comience a utilizar

“Estoy seguro de que al final, vayas donde vayas, siempre habrá mercado negro”, le contaba uno. “Un tío puede comprar un televisor grande por 800 libras o ir a ver a su amigo de la esquina y llevarse una por 300. Siempre habrá negocio”. Sutton se centró en dos localidades inglesas, Nottingham y Mansfield, pero sus costumbres son fácilmente exportables a países como el nuestro. Esta es toda la verdad sobre los amigos de lo ajeno, especialmente sobre cómo dan salida a lo que acaban de mangar.

¿Cuánto tardan en venderlo?

Puede sonar sorprendente, pero la mayoría de los productos robados pasan a las manos del comprador en menos de media hora, listos para ser utilizado si así lo desea. Hay una buena razón para ello: la mayoría de veces ya están apalabrados, lo que reduce tanto el riesgo de que le pillen como que tenga que “comérselo” porque nadie lo quiere. Uno de ellos cuenta que simplemente coge el teléfono y llama a sus clientes habituales. Otro, que se presenta en sus casas, aunque sea de madrugada: “Si he conseguido un montón de material, cojo una furgoneta, las meto y llamo a su puerta aunque sean las tres de la madrugada. Si salen ganando, les da igual”.

La mayoría de ellos reconocen que una hora es demasiado tiempo. ¿Lo ideal? Cinco minutos, es decir, que el comprador esté a la vuelta de la esquina, esperando para llevárselo. Otra alternativa es pegar el golpe por la noche y llevarlo a una tienda de segunda mano nada más abra por la mañana: suele ser menos rentable, pero en muchos casos, los ladrones entrevistados son drogodependientes que necesitan dinero rápido.

¿Cómo lo venden?

Hay varias posibilidades, según la clasificación tradicional. Que se vendan a otros comerciantes (ya sean tiendas físicas, 'online' o vendedores en eBay o Wallapop); que estos tenderos se lo vendan al público, que no puede conocer el origen de la mercancía; que se venda a transeúntes o a los parroquianos de un bar; que se acerquen a los comerciantes fuera de sus tiendas; que se vendan a un conocido de un conocido, de forma que la mercancía quede siempre dentro de un círculo “de fiar”; y, por último, que se comercialice en la red, con un mayor anonimato. Al fin y al cabo, como recuerda el autor, si hasta un 10% de personas admite haber comprado un producto robado en los últimos cinco años sabiéndolo, eso quiere decir que el porcentaje real será mucho mayor.

placeholder En muchas tiendas de empeños suelen hacer la vista gorda. (iStock)
En muchas tiendas de empeños suelen hacer la vista gorda. (iStock)

Lo más provechoso es contar con un cliente habitual. “Lo que he hecho siempre ha sido tener a mi comprador haciendo cola”, explica otro. “No llevarlos a los pubs y tal, es una estupidez, porque si entra la policía y me pillan vendiendo joyas o portátiles me delatarían de inmediato”. Con un comprador habitual y una transacción en privado, todo es más fácil y seguro. “Si un extraño llama a tu puerta con una bolsa llena de oro no se lo comprarías, le mandarías a tomar por culo”. Lo mismo con los objetos robados.

Uno de los clientes de estos afanadores es el tendero de una tienda en una buena zona de la ciudad. “Mi colega vive en una casa pija en un barrio pijo y tiene su propio negocio. Obviamente no le pregunto qué hace con lo que le vendo, que son DVD. Es como la gente normal que vive en los pisos de protección oficial. A la mayoría de gente a la que le vendo cosas ya les conocía de antes”. En las entrevistas, muchos coinciden en que los tenderos más dispuestos son asiáticos. Es una buena estrategia para garantizar la confianza mutua necesaria para la impunidad del ladrón… y de su cliente.

Qué tienes y cómo lo vendes

Según lo que se venda, tendrá una salida comercial u otra. Las colecciones de DVD –hay que recordar que la investigación se publicó en 2008– suelen llevarse a las tiendas de segunda mano del centro y venderse todas juntas en un mismo pack. Si lo que tienen son ordenadores, videojuegos o consolas es probable que los vendan en una tienda de informática o de juegos. Por lo general, cuentan los ladrones, los compradores no suelen preguntar de dónde han salido. En algunos casos, les piden que esperen fuera para hacer la transacción lejos de la vista de los clientes y los compañeros. “Me dicen que vaya tras la esquina o que si vuelvo, mande a otra persona mejor”, cuenta uno.

Siempre tenemos listas de lo que la gente quiere, especialmente en Navidades, en plan juguetes para niños y dulces

Otro de los entrevistados cuenta que tiene un trato con una tienda a la que le vende portátiles por 300 libras, estén en el estado en el que estén. De nuevo, su plan de negocio se enfrenta a un grave hándicap: es drogadicto, así que prefiere la inyección rápida de dinero garantizado que conseguir más dinero en una negociación más larga. Los compradores son conscientes de ello, y se aprovechan. Como explica uno, “un adicto a la heroína venderá la mayoría de cosas tiradas de precio, por eso la gente recurre a ellos para que roben en las tiendas cualquier cosa. Bebidas, juegos de toallas, artículos de higiene y ropa de bebé”.

La ley de la oferta y de la demanda

El trabajo recuerda que el de los productos robados es un mercado de compradores, donde estos tienen más fuerza de negociación que los vendedores. La lógica es obvia: la demanda es elástica, es decir, muy sensible a los cambios en el precio, ya que un aumento repentino probablemente provoque que la mayoría de objetos robados (asociados a riesgos como ser ilegales o ser susceptibles de estar dañados) no se vendan. Esto tiene una consecuencia muy clara: no robes lo que no le interese a los compradores.

De hecho, es bastante común que se robe por demanda. “Si me encuentro con algo, lo primero que pienso es si puedo venderlo”, razona un ladrón. “Siempre hay gente pidiéndome cosas, especialmente equipos de música”, explica otro. “Antes solían ser cosas para coches, ya sabes, gasolina y tal”. Otro explicaba que mantenía bien abiertas las orejas para saber qué se pone de moda. Y el último confesaba que tenía una larguísima lista de peticiones de sus clientes que no pudo satisfacer porque le habían metido entre rejas antes.

placeholder Foto de la Policía Nacional tras la detención de una banda que robaba 'a la carta' en Madrid. (EFE)
Foto de la Policía Nacional tras la detención de una banda que robaba 'a la carta' en Madrid. (EFE)

¿La mejor época? Las navidades y los cumpleaños de los niños, momentos en los que aumenta el número de robos, especialmente de aquellos productos que se han agotado en las tiendas. “Siempre tenemos listas de lo que la gente quiere, especialmente en Navidades, en plan juguetes para niños y dulce”, explica uno de los ladrones. “Te piden cámaras de vídeo, cadenas de oro, CD o equipos de música”. Así que ya sabe: el próximo mes de diciembre, tenga cuidado con dejar a la vista el iPhone de turno.

¿Dónde lo dejan?

No siempre es tan fácil como entregar inmediatamente al comprador el producto robado. A menudo, los ladrones pegan varios golpes en un mismo día y deben dejar su botín en un lugar seguro. Arbustos, matorrales, bolsas de basura o contenedores en callejones pueden ser el lugar ideal para dejar lo sisado. Al fin y al cabo, no hay nada más absurdo (e incómodo) que entrar a robar en una tienda cargado con lo que te has llevado prestado en la anterior. Sobre todo, si es algo tan voluminoso como un televisor…

Cuidado con lo que se pasa de moda

Uno de los problemas para los ladrones es que aquellos productos que más se venden en un momento dado suelen pasar rápidamente de moda. Es lo que había pasado en el año 2008 con los aparatos de vídeo, que habían sido sustituidos por los aparatos de DVD (y estos, a su vez, por el blu ray, aunque en menor grado). Era la época del boom de los televisores de plasma, que en aquellos años se había convertido en el 'blockbuster' entre estos ladrones de poca monta. También los TomTom o los portátiles: “Los vendemos en 20 minutos, los papás y las mamás nos los quitan de las manos”.

Puedes robar un carrito lleno de papel higiénico y venderlo, porque la gente siempre va a querer cosas baratas

Hay, no obstante, productos que nunca se pasan de moda, y que aunque no lo parezca, proporcionan un amplio margen de beneficio. Por ejemplo, el tabaco, que venden en grandes cantidades a un tercio de su precio de mercado. Uno de ellos reconocía que pegaba golpes de 10.000 cigarrillos (unas 500 cajetillas) que vendía entre una libra y una libra y media. ¿Otro clásico? Las cuchillas de afeitar Gillette Mach 3. “La gente se volvió loca cuando salieron”, recuerda uno. “Nos metíamos entre 10 o 20 en la chaqueta y vendíamos cada una fácilmente a cinco libras”.

El secreto está en que siempre habrá público. Como concluye uno de estos afanadores de lo ajeno, “puedes robar un carrito lleno de papel higiénico y venderlo, porque la gente siempre va a querer cosas baratas”.

“Si la policía quiere acabar con el crimen, deberían ser más listos. Hablar con gente como yo. Si fuese oficial, limpiaría mi zona en semanas. Deben de ser estúpidos o no tener esa mentalidad, viven de forma totalmente diferente a los delincuentes, ya sabes a lo que me refiero. No tienen la capacidad de entendernos”.

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