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Trabajar en lo que sea es un grave problema para ti: la espiral del empleo barato
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EL DETALLE QUE MARCA LA DIFERENCIA

Trabajar en lo que sea es un grave problema para ti: la espiral del empleo barato

Nos dicen que cualquier trabajo es preferible a no tener ninguno, pero es posible que eso nos sumerja en círculos de sueldos y roles de los que nos resulta muy difícil salir

Foto: Unos salen adelante, otros no. (iStock)
Unos salen adelante, otros no. (iStock)

Laura y Marta fueron juntas a la universidad, e hicieron las prácticas en la misma empresa. Allí, Laura convenció a sus jefes y se quedó después del verano desempeñando unas funciones semejantes a las que había realizado. Marta, sin embargo, fue despedida a finales de agosto. Laura no cobraba mucho, pero menos daba una piedra. Marta pasó meses sin encontrar nada, rechazando muchos de los trabajos propuestos porque no le resultaban atractivos. No pensaba trabajar por cuatro duros. Prefería dedicar su tiempo a seguir formándose y hacerse un nombre con sus propios proyectos, hasta que una gran empresa le ofreció un contrato. Terminó cobrando el triple que Laura. ¿Cuál era la diferencia clave entre la una y otra?

Es un ejemplo un tanto burdo –y, probablemente, tramposo– de lo que resume un artículo publicado por Tim Denning, que se define a sí mismo como “bloguero viral”. Lo que aconseja al lector es, básicamente, que no abarate el precio de su nombre (su firma, su marca) aceptando encargos en los que no cree o que van a encasillarlo como un trabajador “barato”. A la larga, explica, ser selectivo resulta mucho más rentable que aceptar la primera propuesta que se presenta. Si eres barato, te pagarán barato, y si eres caro...

“Cuando lo que quieres es ganar dinero con lo que haces, las empresas y proyectos a los que has estado vinculado determinan tu valor”, explica. “Si lo único que has hecho ha sido publicar entradas de blogs por 15 dólares y estás pidiendo 1.000 dólares a 'INC Magazine' por una entrada, no te van a pagar esa suma de dinero”. Es una obviedad, pero oculta una moraleja que tendemos a olvidar. Debido a que nuestro valor futuro depende por completo del actual, debemos preocuparnos por que este sea todo lo alto que podamos. “Conseguir lo que mereces en el futuro es no conformarse con lo barato hoy”, recuerda. “Es muy difícil ver más allá de tu valor actual”. Tiene un punto de ese “fake it till you make it” que te sugiere que te comportes como un rico si quieres serlo.

Hay tres tentaciones que debemos evitar, señala Denning: decir sí” a todo, ceder nuestra credibilidad simplemente “para dar a conocer nuestro nombre” y aceptar remuneraciones bajas justificándonos en la experiencia o que servirá para llegar a más público. Nada de eso. Denning dice que “incluso si eres un don nadie como yo, tienes que cuidar seriamente de tu nombre”. La gran pregunta, sin embargo, es hasta qué punto un don nadie puede permitirse cuidar su nombre, o si eso es precisamente lo que diferencia a los trabajadores de élite y el resto.

Una vez en el círculo, no hay salida

No todo el mundo tiene las mismas posibilidades de elegir trabajar o no, por lo que es lógico pensar que los puestos ideales (y mejor pagados) terminarán en manos de aquellos que disponen de una mayor elección. Lo resumen bien los investigadores Brett Theodos y Robert Bednarik en su informe sobre “la trampa de los sueldos bajos” para Oxfam: “La posibilidad de abandonar los malos salarios decrece dramáticamente a medida que uno pasa más tiempo en un empleo mal pagado, ya que las características asociadas con este empleo conducen a mayores niveles de bajos salarios permanentes”.

En otras palabras, y al contrario del mito que señala que trabajar es siempre mejor que no hacerlo, aquellos que pueden permitirse sortear los malos empleos tienen ventaja respecto al resto, especialmente en un contexto en el que cada vez es más fácil conocer los entresijos del pasado laboral de un potencial trabajador a través de una sencilla búsqueda en internet. Esta brecha se amplía aún más si el tiempo no trabajado se destina a ampliar su formación, lo que, como recuerdan todos los estudios, aumenta las posibilidades de conseguir un empleo mejor remunerado, hacer contactos o mejorar su portfolio.

Esto genera círculos virtuosos y viciosos, como señalaba el informe realizado por el Instituto Urbano de Georgetown. Tener un sueldo bajo implica que no puedes invertir en ti mismo, por ejemplo, cursando un posgrado que te abra las puertas de puestos más altos; también, te hace más difícil obtener herramientas en algunos casos necesarias para conseguir un trabajo (los autores ponen el ejemplo del automóvil); y, además, quienes menos cobran tienen más posibilidades de ser los primeros en salir de una empresa, lo que les devuelve a la casilla de salida.

Se ha utilizado con frecuencia el término “ciclo de la pobreza” para referirse a la situación en la que los trabajadores con sueldos más bajos tienen menos probabilidades de ascender de manera significativa en la escala salarial, algo que se puede prolongar entre generaciones. Un informe publicado por la Fundación Joseph Rowntree, aunque haga referencia al mercado laboral británico, resulta revelador: recordaba que el factor con un mayor impacto en la pobreza recurrente son las condiciones laborales del empleado, y no el paro. Tener trabajo no era por sí mismo una vía para abandonar la situación de pobreza, si la seguridad del trabajo y los sueldos eran bajos.

Las familias que dependen de los ingresos de uno de sus miembros, las madres solteras, los que se hacen cargo de personas dependientes o los jóvenes son los que tienen más probabilidades de verse obligados a aceptar un empleo que no le satisface, que “devalúa su nombre” o, simplemente, mal pagado. Una encuesta realizada en Reino Unido por la Comisión de Movilidad Social revelaba que uno de cada cuatro trabajadores se encuentran atrapados en una situación perpetua de empleo mal pagado. Las mujeres de poco más de 20 años que deben compaginar el trabajo y el cuidado de hijos son las más vulnerables.

El director de la Comisión, el exministro Alan Milburn, señalaba del peligro que supone “un mercado laboral de dos velocidades”. Ese es uno de los puntos ciegos de la retórica de los “blogueros virales”, que siguiendo el sesgo del superviviente, consideran que lo que a ellos les ha funcionado también lo hará con los demás, olvidando que a menudo la necesidad, y no una estrategia equivocada, es lo que provoca o impide que alguien se decante por un trabajo mal pagado, aunque pueda arruinar su reputación 'online'. Entre otras cosas, porque hacerse un nombre es un trabajo a largo plazo, y la mayoría de trabajadores españoles no pueden permitirse pensar más allá de la siguiente nómina.

Laura y Marta fueron juntas a la universidad, e hicieron las prácticas en la misma empresa. Allí, Laura convenció a sus jefes y se quedó después del verano desempeñando unas funciones semejantes a las que había realizado. Marta, sin embargo, fue despedida a finales de agosto. Laura no cobraba mucho, pero menos daba una piedra. Marta pasó meses sin encontrar nada, rechazando muchos de los trabajos propuestos porque no le resultaban atractivos. No pensaba trabajar por cuatro duros. Prefería dedicar su tiempo a seguir formándose y hacerse un nombre con sus propios proyectos, hasta que una gran empresa le ofreció un contrato. Terminó cobrando el triple que Laura. ¿Cuál era la diferencia clave entre la una y otra?

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