Lo más increíble (y divertido) que les ha pasado a los sonámbulos

Duermen profundamente y, sin embargo, caminan. Deambulan, emiten sonidos, ríen y hasta mantienen conversaciones sin ser conscientes de lo que hacen o pasa a su alrededor. Están atrapados en un estado intermedio en el que son incapaces de despertarse por completo o de volver a dormir (de la manera habitual, se entiende). A la mañana siguiente, lo habrán olvidado todo, como si se tratara de un sueño.

De todas las parasomnias, el sonambulismo es la más habitual. Se trata de un trastorno que se origina durante el sueño profundo y afecta en torno al 3% de los españoles, siendo más común en la infancia y la adolescencia. Se cree que tiene un componente genético y que la falta de sueño, el uso de agentes sedativos (incluyendo el alcohol), ciertos medicamentos y las enfermedades febriles pueden precipitar estas caminatas nocturnas.

Un usuario asegura que siempre hace lo mismo y no tiene ni idea del porqué: prepara un sándwich, lo deja en el suelo y vuelve a la cama

Nunca está de más revelar lo obvio: un cuerpo en movimiento con un cerebro en fase 3 o 4 del sueño (de ondas lentas) puede dar lugar a situaciones verdaderamente interesantes. Lo demuestra un hilo reciente de la comunidad Reddit, en el que los usuarios del foro han compartido las historias más extrañas que les han ocurrido durante un episodio de sonambulismo. Sin duda, los relatos evidencian que además de lo peligroso y preocupante que puede ser sufrir una parasomnia de este tipo, también tiene su punto divertido o anecdótico (al menos para el que no la sufre).

El usuario 'yaxax' asegura que siempre que su cuerpo actúa en modo sonámbulo suele hacer lo mismo: prepara un sándwich (según él, con una destreza sorprendente), lo deja en el suelo y vuelve a la cama. Huelga decir que no tiene ni idea del porqué de esta rutina. Además, reconoce que una vez arrancó el cabecero de su cama y se dañó la muñeca, que una noche puso todos los muebles sobre su cama (pensaba que se estaba inundando) y acabó durmiendo sobre un espejo, y que otro día se imaginó que había un cadáver en su cama y no paraba de gritar, pero no de miedo, siendo pidiéndole que se fuera. Al parecer, los caminos de nuestro cerebro son inescrutables.

Cuando el subconsciente manda

A 'emulocks' le da por ponerse en plan productivo y organizarlo todo, incluso en casas ajenas: “Una noche limpié, clasifiqué y reorganicé la nevera de mi mejor amigo para poder meter dentro una bolsa de 12 kilos de comida de perro”. Otro usuario también tiende a ir al frigorífico, pero no para ordenar los alimentos, sino para engullirlos sin mesura. En concreto, trozos grandes de queso y, además, suele hacerlo completamente desnudo. Como se puede deducir, las actividades en las que uno se puede embarcar estando sonámbulo son muy variadas.

Me fui lejos e invité a alguien a casa (Dios sabe a quién). Cuando desperté, mi portátil y mi billetera habían desaparecido

Tanto es así que algunos, como 'mrcoldplay', deciden salir del hogar, lo que aumenta las posibilidades de que algo malo ocurra: “Me fui lejos e invité a alguien a casa (Dios sabe a quién). Cuando desperté, mi portátil y mi billetera habían desaparecido. Cuando me lo contó mi vecina casi tuve un ataque al corazón”. A juzgar por los comentarios del foro, el dinero suele ser un tema recurrente. El usuario 'bnanrp' asegura que cuando tenía nueve años cogió los ahorros de la familia y los arrojó por la ventana de su apartamento. Según dice, su padre no podía estar enfadado con él, pues ni siquiera sabía lo que hacía.

Otro de los denominadores comunes es el uso de pastillas para combatir el insomnio. Estos fármacos tipo zolpidem pueden dar lugar a un peculiar efecto secundario. 'Fluffledoole' llevaba tomándolos durante un tiempo. Según cuenta, su novio lo encontró comiendo una barra de mantequilla, con papel incluido, como si fuera de chocolate. “Me debía de gustar bastante, lo que explica mi repentino aumento de peso”, asegura. “Comía mermelada a puñados, y eso que la odio. Devoraba la mayonesa directamente del bote y hasta bebía el aceite del tarro de reciclaje. Por cierto, he dejado las pastillas”.

A otro usuario en una situación parecida, su mujer le descubrió bailando en la cama. Sin música, por supuesto. “Para ella era algo inocente, hasta que me encontró cocinando papel de aluminio. Casi quemo la casa y no recuerdo nada antes de que ella me sacara de allá con la alarma de humo activada”. Lo que a simple vista parece divertido puede complicarse en un abrir y cerrar de ojos.