¿Cuál es la provincia que menos emprende de España y por qué?
Las diferencias entre las distintas regiones españolas en la creación de empresas son enormes: mientras en Ávila casi nadie las monta, en Málaga están a la cabeza del país
Durante los años más duros de la crisis, entre 2010 y 2014, era frecuente escuchar que la manera de escapar del torbellino de despidos (en 2013 se batió el récord de empresas en concurso de acreedores con más de 8.000 y el de desempleados con 6.200.000 personas en esa situación, el 27%) era convertirse en “emprendedor”. La palabra hizo fortuna, aunque fuese para discrepar sobre la receta, y a los autónomos y pequeñas empresas se los empezó a calificar de ese modo. Luego llegaría la moda de las ‘start ups’, pero esa es otra historia. Sin embargo, aunque muchos parados nuevos usaron sus indemnizaciones para levantar pequeños (y en muchos casos ruinosos) negocios, la cultura del “emprendimiento” no acabó de cuajar. Al menos en eso que se ha dado en llamar ‘la España vacía’.
En este sentido, como en casi todas las cosas, eso depende mucho de en qué comunidad autónoma o en qué provincia pongamos la lupa. Para encontrar empresas nuevas en Castilla y León, por ejemplo, debe ser una lupa de muchos aumentos. Especialmente en Ávila, Zamora o Palencia. Para observar nuevas compañías en Málaga o Madrid no es necesario semejante telescopio.
Para encontrar empresas nuevas en Castilla y León, debemos usar una lupa de muchos aumentos, especialmente en Ávila
Si analizamos el informe estadístico anual de los registradores de España y nos detenemos en el número de empresas constituidas en 2016 (en todas las provincias las sociedades anónimas son una minoría absoluta sobre el total), veremos que las peores ratio por habitante (si se entiende que tener pocas compañías es malo) las arrojan Ávila, con una empresa por cada 1.115 empadronados, Cáceres (1.063), Zamora (1.029), Soria (996), Palencia (961)...Es decir, que la mayoría de las provincias que lideran esa falta de emprendimiento son castellano leonesas, incluida la de León (931). Por si se lo pregunta, Teruel no está ni mucho menos en esta parte de la clasificación (cuenta con una sociedad por cada 639 habitantes).
En el otro extremo están Málaga (248 habitantes), Baleares (260), Madrid (290) o Barcelona (292). También están en esa parte alta de constitución de empresas lugares como Girona, Almería o Alicante. Por la mitad, sorprenden Valencia (448) o Sevilla (428). En esta lista no se incluyen los autónomos ni las comunidades de bienes.
Ecosistema emprendedor
En opinión de Carlos Martín, Director General de Industria y Competitividad de la Junta de Castilla y León, hay una serie de “hechos objetivos” que hacen “singulares” las condiciones de esta comunidad: es la región más extensa de España y tiene una población envejecida. “No destaca en lo que debe ser un ecosistema emprendedor”, escribe el director general, reconociendo que en este punto su comunidad no puede sacar mucho pecho.
Hay más factores que influyen. La dispersión geográfica es importante. Y la concentración de la población en núcleos muy determinados, también. Así como determinadas infraestructuras e inversiones. Pero la propia “personalidad” de sus moradores también juega un papel. Castilla y León figura como una de las comunidades con más tendencia al ahorro, lo que no casa con determinadas aventuras empresariales, por ejemplo. Y, en general, sus habitantes se conciben a sí mismos como gente conservadora y poco amiga de las "locuras" económicas. De hecho, los abulenses tienen un chiste privado sobre su propia ciudad a la que llaman "abulia".
Debajo de muchas de esas nuevas sociedades, lo que hay son bares y comercios, nada de tejido industrial
“Esto del emprendimiento es uno de los típicos mantras que se han repetido hasta la saciedad y que si analizas los datos y rascas un poco ves que no hay nada”, es la conclusión de Fernando Rubiera , profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Oviedo. “Debajo de muchas de esas nuevas sociedades, lo que hay son bares y comercios, nada de lo que la gente piensa que genera un tejido productivo”, prosigue el profesor, a quien los datos le corroboran otros muchos análisis territoriales de España: “El centro hacia el norte muestra siempre las estadísticas más desoladoras, y la costa y Madrid, las más boyantes”.
Así que Ávila, con una población de 162.000 habitantes, es la provincia menos emprendedora del país. La capital cuenta con cerca de 60.000 habitantes. Y su principal foco económico es la academia de policía, que además vio muy disminuido su número de alumnos durante los años de la crisis, lo que a su vez contribuyó al cierre de los negocios auxiliares que la rodeaban. Por lo demás, a pesar de su cercanía a Madrid, 100 kilómetros de distancia, no cuenta apenas con nada más.
No ser 'llorones'
El presidente de su asociación de empresarios (ACOFE), Juan Saborido, lo achaca a varios factores, pero sobre todo, a “la minúscula inversión por parte del Estado y de la Junta de Castilla y León” en los últimos años. Según el representante de los emprendedores abulenses, no les gusta “ser llorones”, pero “Ávila es una provincia abandonada desde hace muchos años”. Y eso, a pesar de las estrechas relaciones con la ciudad del expresidente José María Aznar o el exministro del Interior, entre otros cargos, Ángel Acebes.
En su opinión, ese abandono no solo se nota en una dotación económica del 2,6% del presupuesto, también en unas vías de comunicación con Madrid y Valladolid muy deficientes: “Nos prometieron el AVE y al final se fue a Segovia. Nosotros tenemos un cercanías con la capital que tarda dos horas y va parando en todos los pueblitos”. También lamenta que la comunicación por autopista a ambas ciudades es, o mala hasta Arévalo (a Valladolid) o muy cara por los peajes, más diez euros (a Madrid).
Una menor presión fiscal y "mucha más laxitud a la hora de inspeccionar" en Madrid, también ha hecho que se hayan ido empresas
A pesar de ello, también concede que no son la sociedad más dinámica del país, pero recalca que tener polígonos industriales aún sin fibra óptica e incluso sin potencia eléctrica suficiente tampoco contribuye. Otras fuentes de la provincia apuntan que una menor presión fiscal en Madrid también ha hecho que varios de sus conciudadanos se hayan marchado a esta Comunidad, “mucho más laxa a la hora de inspeccionar y de sancionar”.
En el extremo opuesto está la eclosión de Málaga en todos los sentidos en los últimos años, incluido convertirse su capital en un destino cultural y turístico por sí misma. Pero es que de Ávila a Málaga no solo hay 645 kilómetros por carretera...
Durante los años más duros de la crisis, entre 2010 y 2014, era frecuente escuchar que la manera de escapar del torbellino de despidos (en 2013 se batió el récord de empresas en concurso de acreedores con más de 8.000 y el de desempleados con 6.200.000 personas en esa situación, el 27%) era convertirse en “emprendedor”. La palabra hizo fortuna, aunque fuese para discrepar sobre la receta, y a los autónomos y pequeñas empresas se los empezó a calificar de ese modo. Luego llegaría la moda de las ‘start ups’, pero esa es otra historia. Sin embargo, aunque muchos parados nuevos usaron sus indemnizaciones para levantar pequeños (y en muchos casos ruinosos) negocios, la cultura del “emprendimiento” no acabó de cuajar. Al menos en eso que se ha dado en llamar ‘la España vacía’.
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