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Fotografías por debajo de la falda: la guerra de una mujer contra el auge del 'upskirting'
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"Es muy fácil tomar este tipo de imágenes"

Fotografías por debajo de la falda: la guerra de una mujer contra el auge del 'upskirting'

¿Se trata de un delito? Si es así, ¿cómo debería ser penalizado? Un reciente suceso en Reino Unido abre el debate sobre esta vulneración de la intimidad femenina

Foto: Gina Martin, en una imagen publicada recientemente en su cuenta de Instagram.
Gina Martin, en una imagen publicada recientemente en su cuenta de Instagram.

“Las fotos tomadas por debajo de la falda no están consideradas como una ofensa pública en Inglaterra y Gales. Quienes las hacen no acaban siendo imputados por voyerismo. Las leyes contra el voyerismo solo protegen a las víctimas si se encuentran en un espacio privado, como su casa o un probador. Yo estaba en un festival de música, un espacio público”. Gina Martin describe de este modo su impotencia ante la agresión sufrida el 8 julio durante la celebración de un concierto en el pasado British Summer Time.

Su historia ha cobrado una particular notoriedad en el Reino Unido: 50.000 firmas se presentaron en la plataforma Care2 como apoyo a su causa frente a este abuso, y medios como la BBC se han hecho eco de la noticia.

Se debió de agachar para dejar el teléfono a la altura del suelo. Con un ‘smartphone’ no puedes oír nada, tampoco hubo un 'flash'

El término ‘upskirting’ se refiere en el mundo anglosajón a la toma de una imagen por debajo de la falda de una mujer sin su consentimiento. Este tipo de fotos acaban siendo a veces compartidas en páginas de contenido erótico o pornográfico. Para evitar estas situaciones, países como Japón obligan a que los teléfonos móviles imiten el sonido de un obturador cada vez que se dispara con ellos. La relevancia que ha cobrado este caso hay que buscarla en dos motivos: el primero es si el concepto de agresión sexual debería expandirse para abarcar estas situaciones; el segundo deriva del anterior, y tiene que ver con el vacío legal existente.

La historia de la polémica

Martin se encontraba en Hyde Park con su hermana esperando al próximo concierto cuando dos hombres se acercaron a ellas. Tras ofrecerles algo para picar, sus preguntas comenzaron a hacerse cada vez más inquisitivas al tiempo que las miradas resultaban casi ofensivas. Tras conseguir que se marcharan, una hora y media después Martin se encontró a uno de ellos mirando su teléfono móvil. En la pantalla aparecía una fotografía de la entrepierna de una mujer que automáticamente identificó como suya: “Era una imagen bien hecha y no tomada rápidamente”, cuenta a ‘Woman’s Hour’, el programa de la cadena BBC Radio 4.

Con un rápido movimiento, Martin consiguió arrebatarle el teléfono. Tras salir corriendo y pedir ayuda, el personal de seguridad del concierto se personó para protegerla. ¿Cómo se hizo la captura de la imagen? “Uno de ellos estaba detrás de mí. Mientras hablaba con mi hermana se debió de agachar dejando el teléfono a la altura del suelo. Con un ‘smartphone’ no puedes oír nada, tampoco hubo 'flash'. Es muy fácil hacer este tipo de fotos”.

La policía decía que la foto no era explícita porque llevaba bragas. Si no hubiera llevado ropa interior, la situación habría sido distinta

Martin cuenta que el comportamiento del personal de seguridad y de la policía que llegó unos minutos más tarde fue cordial en todo momento. Una de las agentes le confesó: “Yo también debería poder ir a un festival con 30 grados y llevar una falda sin tener que preocuparme por cosas como estas”.

Sin embargo, tras un rápido interrogatorio y la revisión de la imagen capturada, uno de los policía se acercó a ella para presentar sus disculpas: “Por desgracia, he tenido que mirar la fotografía. Muestra mucho más de lo que usted quisiera… pero no es explícita. No podemos hacer nada. No aparece nada íntimo”. Tras preguntarle si quería hacer una declaración, la mujer se sentía hundida y sin capacidad de reacción: “Estaba en medio del parque, llorando y sin poder pensar en nada. Solo quería disfrutar de lo que quedaba de mi (muy cara) noche de concierto, y preocuparme de todo esto más tarde”.

Cinco días después, Martin recibió una llamada de la comisaría informándole de que el caso se había cerrado, si bien le prometían que la foto había sido previamente eliminada: “No consideraban que la foto fuera explícita porque llevaba las bragas puestas. Si hubiera optado por no llevar ropa interior, la situación no hubiera sido la misma”.

Tras contar la historia en sus cuentas de Twitter y Facebook, el caso de Martin comenzó a hacerse viral. Mientras algunos la acusaban por no haber llevado una falda más larga, por intentar lograr la popularidad o por mentir, “otras mujeres empezaron a compartir experiencias parecidas. Ahí es cuando me di cuenta de que esto no era un problema sin importancia”.

Las implicaciones legales

La repercusión que ha cobrado la historia ha llevado a la policía a reabrir el caso: “Mi siguiente paso es que las leyes cambien para que las fotografías por debajo de la falta cuenten como delito sexual”, algo que solo recogen las leyes escocesas en el Reino Unido, y no las de Inglaterra o Gales.

La legislación española afirma en el artículo 18 de la Constitución que “se garantiza el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen”, puntualizando en su cuarto punto: “La ley limitará el uso de la informática para garantizar el honor y la intimidad personal y familiar de los ciudadanos y el pleno ejercicio de sus derechos”.

Varios casos similares a este se han hecho públicos en nuestro país, como el de un hombre que fue detenido en Tarragona por grabar por debajo de la falda desde el objetivo de una minicámara colocada estratégicamente en su zapato, o el de un empleado de un establecimiento de Toledo que tomaba fotografías de esta clase con su dispositivo móvil. Las acusaciones en estas situaciones suelen dirigirse hacia infracciones contra la intimidad y la imagen y no a delitos relacionados con abusos o agresiones de carácter sexual.

“Las fotos tomadas por debajo de la falda no están consideradas como una ofensa pública en Inglaterra y Gales. Quienes las hacen no acaban siendo imputados por voyerismo. Las leyes contra el voyerismo solo protegen a las víctimas si se encuentran en un espacio privado, como su casa o un probador. Yo estaba en un festival de música, un espacio público”. Gina Martin describe de este modo su impotencia ante la agresión sufrida el 8 julio durante la celebración de un concierto en el pasado British Summer Time.

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