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La mujer que se está forrando llevando a cabo la fantasía sexual más extraña
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El deseo de sumisión llevado al extremo

La mujer que se está forrando llevando a cabo la fantasía sexual más extraña

Que algunos hombres paguen por llevar a cabo sus fantasías BDSM no sorprende hoy en día a nadie. El 'findom' va, sin embargo, mucho más allá del mero masoquismo

Foto: Yevgeniya Ivanyutenko. (Twitter)
Yevgeniya Ivanyutenko. (Twitter)

“Me sentía bien infligiendo dolor psicológico a los hombres que me lo pedían”. Yevgeniya Ivanyutenko, 28 años, originaria de Bielorrusia, pero residente en Montreal, describe así sus impresiones cuando dio sus primeros pasos en su actual trabajo como ‘findomme’, una especie particular de dominatrix a la que los hombres pagan para cumplir una fantasía de sumisión donde lo económico prima sobre lo sexual.

El fetiche en cuestión es la así llamada dominación financiera (abreviada en inglés como ‘findom’). Las reglas de esta práctica son simples, aunque difíciles de comprender para quien no está metido en ella: los hombres envían dinero a sus dominatrix o se prodigan en regalos particularmente caros. ¿Qué reciben a cambio? Prácticamente nada.

La gente mide su autoestima endinero. La excitación proviene de la idea de que alguien invada el espacio personal de tus finanzas

La revista 'Rolling Stone' le ha dedicado a Ivanyutenko un artículo en el que ahonda en su forma de vida y en los motivos finales que mueven a sus asiduos a reclamar sus servicios. ¿Se trata de un abuso en el que personas con problemas psicológicos incurren? ¿Estamos ante una forma de perversión sexual por la que ciertos hombres están dispuestos a poner en riesgo su situación económica?

Fantasías de poder y dinero

Antes de entrar en estas cuestiones de fondo, es necesario entender cómo funciona el negocio en sí. La mecánica, en este sentido, tampoco resulta muy elaborada. Las dominatrix financieras reclaman dinero a quienes las contactan, los así llamados ‘paypigs’ o ‘cash-pigs’ a cambio de tiempo y atención, aunque estas condiciones pueden limitarse a algo tan simple y breve como la confirmación de una transferencia monetaria.

Las transacciones pueden ocurrir cara a cara, normalmente en cajeros automáticos, o lo más común: a través de internet. Para esto último se han creado, incluso, portales dedicados exclusivamente a la privacidad y seguridad tanto de dominadores como de sumisos, como así promete la página web findomme.org que certifica la protección de ambos actores, ofreciendo además una plataforma virtual para los encuentros y un sistema de pago encriptado.

Es excitante conectarse cada día y encontrarme a hombres enviándome dinero sin obtener nada a cambio, solo mi desprecio

Steve, un sujeto que se describe a sí mismo como ‘paypig’, explica a ‘The Independent’ qué placer particular encuentra la dominación financiera: “La excitación proviene de la idea de que alguien invada el espacio personal de tus finanzas. La gente mide su autoestima en dinero y lo utiliza como un método de protección psicológica”.

Foto: TwitterLa ‘findomme’ Mixtrix asevera en ‘Vice’ que los hombres que acuden a la dominación financiera son en su mayoría líderes exitosos y realizados a los que les atrae la idea de regalar su dinero porque anhelan la libertad y el alivio que supone no tener un férreo control sobre sus cuentas: “Por eso se divierten con dominatrices que les vacían la cartera”.

A diferencia de lo que ocurre en otros negocios relacionados con el BDSM, el número de clientes hombres es mucho menor que el de las mujeres que se venden. Ivanyutenko asegura, por ello, que la mayoría de féminas abandona el mundo porque acaban dándose cuenta de que es mucho más duro y más difícil de lo que esperaban: “No es un fetiche tan atractivo para la mayoría de los hombres, a no ser que ya hayan desarrollado antes una obsesión por una dominatrix”, confiesa.

La formación de una ‘findomme’

En el citado artículo de 'Rolling Stones', Ivanyutenko resume su trayectoria personal hasta llegar a su privilegiada posición. Intentó una carrera en medios de comunicación, donde llegó a trabajar como periodista para la 'CBS' y para la corresponsalía de la 'BBC' en Estados Unidos, pero su situación económica en estos empleos resutó demasiado precaria. Por ello, empezó a chatear con hombres como ‘camgirl’. Con todo, este no fue su primer trabajo dentro del mundo de la pornografía y el erotismo: “Normalmente las mujeres entran poco a poco en los trabajos sexuales” confiesa la dominatrix, quien asegura haber participado en vídeos pornográficos poco después de haber cumplido los 18 años.

No necesitas ser una supermodelo si entiendes las dinámicas de poder del BDSM y los puntos que tienes que tocar de tus clientes

A pesar de su mala experiencia, Ivanyutenko decidió explorar otros nichos como el BDSM. En su trayectoria como ‘camgirl’ fue añadiendo elementos de agresión y poder a sus servicios: “Era la primera vez que sentía un completo control sobre una situación en toda mi vida… Y aquello me gustaba”, afirma. “Era tremendamente excitante conectarse cada día y encontrarse a hombres enviándome dinero sin ningún motivo y sin obtener nada a cambio, solo mi desprecio”.

La clave para poder desempeñar este trabajo se encuentra, según la dominatrix, en tener una confianza muy asentada: “No necesitas ser una espléndida supermodelo si entiendes las dinámicas de poder del BDSM y los puntos que tienes que tocar de tus clientes".

A través de Twitter, comenzó poco a poco a crear su propia comunidad donde los hombres le demandaban contactar con ella a través de Skype a cambio de una transferencia a su cuenta de Paypal: “Mi vida real era una mierda, pero mi vida online era alucinante. Discutía con el gobernador republicano Chris Christie, recibía invitaciones del grupo Cypress Hill para salir de fiesta cuando estuviera en California, recibía mensajes de famosos que veía en televisión...”.

placeholder Foto: Twitter.
Foto: Twitter.

Su fama ha llegado a tal punto que debido al interés que despierta su profesión entre algunas trabajadoras del sexo, Ivanyutenko se ha convertido en toda una consultora para mujeres aspirantes a ‘findommes’. La mayoría de sus pupilas se aproximan, sin embargo, a la profesión desde un punto de vista ingenuo, como si bastaran unas pocas frases sensuales y acertadas para comenzar a ganar dinero. Para ella, el éxito en este empleo se basa en la perspicacia en los negocios, así como en una historia personal bien elaborada: “Tenemos nuestro guion, nuestros fans y nuestros observadores”.

En los casos más sobresalientes Ivanyutenko asevera que había visto "findommes’ a las que se les ha incluido en los testamentos, con coches y casas comprados por sus esclavos, en muchos casos sin haberlos ni siquiera conocido en la vida real”. ¿Alguna regla de oro para triunfar en el mundo de la dominación financiera?: “Todo lo que le pido a mis clientes es que hagan exactamente lo que les digo para que su dinero valga la pena. Para que se tomen el tiempo que hablamos y lo que gastan en las conversaciones seriamente. Para que hagan lo que les ordeno que tienen que hacer”.

“Me sentía bien infligiendo dolor psicológico a los hombres que me lo pedían”. Yevgeniya Ivanyutenko, 28 años, originaria de Bielorrusia, pero residente en Montreal, describe así sus impresiones cuando dio sus primeros pasos en su actual trabajo como ‘findomme’, una especie particular de dominatrix a la que los hombres pagan para cumplir una fantasía de sumisión donde lo económico prima sobre lo sexual.

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