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Santander, la capital que se ha convertido en el laboratorio de pruebas de la ciudad futura
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SANTANDER INTELIGENTE

Santander, la capital que se ha convertido en el laboratorio de pruebas de la ciudad futura

La Cuarta Revolución Industrial demandará un tipo distinto de urbe y la capital de Cantabria se ha convertido en un laboratorio de pruebas de lo que nos depara

Foto: Santander. (Iron Pedreira Alves/CC)
Santander. (Iron Pedreira Alves/CC)

Desde su nacimiento en las primeras civilizaciones de Mesopotamia, las ciudades han configurado el desarrollo de la Humanidad, y en muchos casos han definido la identidad de cada pueblo. Las grandes poblaciones de un país son su tarjeta de presentación al mundo, para lo bueno y para lo malo, y de su éxito o fracaso depende en gran medida el bienestar de los ciudadanos; máxime teniendo en cuenta que la población urbana no ha dejado de crecer.

En 1800 solo el 3% del mundo vivía en ciudades, en 1900 el porcentaje se elevó al 14% y en 2000 casi la mitad de la población habitaba ya en grandes urbes (un 40%). Según las previsiones del Foro Económico Mundial, en 2050 el 70% de la Humanidad vivirá en centros urbanos. Y, para entonces, nuestras ciudades tendrán que haber cambiado por completo.

La historia del urbanismo es, básicamente, un intento por gestionar eficientemente el transporte, la vivienda y los servicios públicos a medida que las ciudades tenían cada vez más y más vecinos. Ciudades como Singapur, Londres, Dubai, Hong Kong o Nueva York son las megaurbes de la actualidad, pero no está claro cuáles serán las capitales de mañana y, lo que es más importante, qué ciudades (más o menos pequeñas) sabrán adaptarse de forma eficaz a los nuevos tiempos.

La urbe inteligente

La Cuarta Revolución Industrial, que tendrá una dimensión solo comparable a la primera, demandará un tipo distinto de ciudad, que ya no estará atada a una localización concreta. En un mundo interconectado y con unas redes de transporte cada vez más eficientes, las ciudades más punteras no serán necesariamente las más grandes o más céntricas, sino las que atraigan a más talento. Y para ello, tendrán que ser ciudades bien diseñadas.

Santander es hoy en día la ciudad más conectada de Europa en lo que respecta a la infraestructura, pero es solo la punta de lanza

Podríamos pensar que en España las ciudades más innovadoras son Madrid o Barcelona, pero lo cierto es que nuestro país cuenta con una de las primeras ciudades inteligentes del mundo: Santander. La capital de Cantabria ha atraído la atención de los medios internacionales por su forma de gestionar el tráfico, los residuos e, incluso, el regado de parques y jardines, y es el modelo en que se miran urbes aparentemente más importantes como Boston, que ha mostrado interés por aplicar su modelo.

Como asegura Anna Cuenca en 'AFP', el histórico puerto de Castilla se ha convertido en un campo de pruebas de las 'smart cities' a nivel global. Y todo empezó con una propuesta para que aparcar en la ciudad no fuera misión imposible.

Cuando Luis Muñoz, catedrático de Ingeniería Telemática de la Universidad de Cantabria y coordenador del proyecto SmartSantander, le propuso en 2009 al Ayuntamiento hacer de la ciudad un gran laboratorio mundial recibió un encargo muy concreto: “Tenemos un gran problema con el aparcamiento”. Y se puso manos a la obra. Hoy Santander cuenta con 400 sensores enterrados bajo las calles del casco urbano que supervisan si las plazas están libres u ocupadas. Los paneles luminosos dirigen a los conductores a los sitios vacíos, lo que reduce enormemente la congestión del tráfico, y los vecinos pueden consultar en su móvil dónde pueden aparcar.

Los sensores de aparcamiento fueron solo un primer paso. Gracias a la financación de la Unión Europea y la colaboración de un puñado de universidades extranjeras, hoy Santander cuenta con más de 20.000 sensores, en las papeleras, las lamparas, los autobuses… Los dispositivos, similares a una caja de zapatos con cuatro antenas, recogen datos sobre la lluvia, el tráfico e, incluso, lo llenas que están las papeleras, y envían la información a un centro de control, desde el que se gestionan los servicios municipales de una forma increíblemente eficiente.

“Una ciudad inteligente es aquella en la que si algo pasa, todos los servicios se activan de forma automática”, explica en AFP el alcalde de Santander, Iñigo de la Sierra. “Por ejemplo, si hay un socavón en el pavimento una ciudad inteligente aumenta la iluminación de esa calle, envía un aviso a los vecinos y, automáticamente, desvía el tránsito rodado”.

Vídeo promocional de 'SmartSantander'.

Las cuatro características de la ciudad del futuro

Santander es hoy en día la ciudad más conectada de Europa en lo que respecta a la infraestructura, pero es solo la punta de lanza de una manera de entender las urbes que se extenderá por todo el mundo más pronto que tarde.

Como explica Srinath Sridharan, asesor de la consultoría Group Managment Council, en un artículo del Foro Económico Mundial, las ciudades no son otra cosa que comunidades de alta densidad y teniendo en cuenta que no van a dejar de crecer, es necesaria una planificación que garantice un transporte eficiente, unas condiciones de salud adecuadas y, en definitiva, una habitabilidad sostenible, que depende en gran medida de cómo se gestionen los recursos.

En opinión de Sridharan, las ciudades del futuro deberán tener en cuenta cuatro asuntos principales, aquellos en los que Santander ya ha empezado a pensar:

1. Atracción de talento

“La vitalidad de una ciudad se deriva en primer lugar de la actividad económica”, explica Sridharan. “Las ciudades necesitan aprovechar su ventaja competitiva para competir globalmente, y no solo dentro del país. Deben ser atractivas para que la gente quiera mudarse a ellas”.

2. Conectividad

Las ciudades del futuro tendrán que adaptarse al movimiento de la gente –un tránsito masivo de personas dentro de la ciudad y hacía ella, a través de vías de tren, autopistas y aeropuertos–, y de la información –lo que requiere una conectividad digital y eléctrica fiable y accesible–.

3. Igualdad

La desigualdad es uno de los mayores problemas a los que se tendrá que enfrentar el mundo en los años venideros, y las ciudades serán el lugar donde más se notará. En un mundo globalizado y eminentemente urbano los gobiernos municipales tendrán más poder que nunca, y en sus manos estarán gran parte de las medidas de redistribución de la riqueza y acceso de la ciudadanía a la toma de decisiones. El futuro de las ciudades pasa también por una participación más activa de los vecinos en las decisiones políticas.

4. Sostenibilidad

Por último, y como es lógico, el crecimiento urbano no puede tener lugar de forma caótica (ya hemos vivido las consecuencias la ausencia de planificación durante la primera revolución industrial). Las nuevas ciudades tendrán que limitar su impacto medioambiental mediante el uso de energías renovables, y una correcta gestión del agua, los residuos y la contaminación atmosférica.

Desde su nacimiento en las primeras civilizaciones de Mesopotamia, las ciudades han configurado el desarrollo de la Humanidad, y en muchos casos han definido la identidad de cada pueblo. Las grandes poblaciones de un país son su tarjeta de presentación al mundo, para lo bueno y para lo malo, y de su éxito o fracaso depende en gran medida el bienestar de los ciudadanos; máxime teniendo en cuenta que la población urbana no ha dejado de crecer.

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