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Los expertos explican cuál es la mejor manera de ir al trabajo por las mañanas
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LO PEOR DE LO PEOR ES COGER EL COCHE

Los expertos explican cuál es la mejor manera de ir al trabajo por las mañanas

Los españoles dedican de media 57 minutos diarios en ir y volver al centro laboral, un tiempo que aumenta significativamente en las grandes ciudades. ¿Qué forma de transporte es mejor?

Foto: ¿Qué medio de transporte es mejor para ir a trabajar? (iStock)
¿Qué medio de transporte es mejor para ir a trabajar? (iStock)

Suena el despertador a las 7:45. Tienes una reunión a las 9:45. Dos horas parece tiempo suficiente para ducharse, desayunar y llegar al trabajo. Pero no siempre lo es, sobre todo si trabajas en Pozuelo. Bajas andando a la estación del metro. 5 minutos. Te das cuenta de que es primero de mes y tu abono de transporte ha caducado. Pierdes otros 5 minutos en renovarlo. Bajas a tu andén (otros 5 minutos). Esperas al tren (2 minutos). Lo coges. Está abarrotado. Como siempre.

Justo cuando vas a llegar al intercambiador de autobuses el tren se para por una razón que desconoces. Pierdes otros 5 minutos. Subes a coger tu autobús. Hay una cola enorme. Esperas otros 15 minutos. Cuando te montas son las 9:10 y crees (iluso) que 35 minutos serán suficientes para recorrer los 8 kilómetros que separan la estación de tu lugar de trabajo. No lo son. La autopista está colapsada y, para más inri, alguien ha aparcado en doble fila taponando el acceso a Aravaca. Llegas 5 minutos tarde a la reunión. Corriendo. Maldices al Consorcio de Transportes de la Comunidad de Madrid. Pero tus compañeros que han llegado en coche tampoco están muy contentos. Al fin y al cabo, la carretera es la misma. El tráfico es para todos. El infierno es compartido.

Ni que decir tiene que no todo el mundo sufre lo mismo para llegar a trabajar. Pero este relato no es ajeno para una gran mayoría de trabajadores. Según una investigación del servicio de estudios de La Caixa, realizada en 2008, los españoles dedican de media 57 minutos diarios en ir y volver del trabajo, un tiempo que aumenta significativamente en ciudades como Madrid y Barcelona, donde no es raro emplear a diario dos horas en el trayecto.

Según el mismo estudio, son los usuarios de transporte público los que más tardan en llegar al trabajo: emplean 97 minutos de media. Pero ¿acaso es mejor ir en coche?

“Arranca, frena, claxon”

Diversos estudios han explorado cual es la mejor forma de ir al trabajo y su conclusión es clara: lo peor para nuestra salud, física y mental, es siempre ir en coche. Para empezar, según la Dirección General de Tráfico, en 2013 835 españoles perdieron la vida entre las 7 de la mañana y las 8 de la tarde, en días laborables. Lo cual nos indica que ocurrieron en momentos propios de la actividad laboral.

Según datos del Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el trabajo, en 2012 (último año del que se disponen datos) en España hubo 52.411 accidentes laborales de tráfico con víctimas, lo que representa el 11% del total de los accidentes de trabajo. De estos 52.411 accidentes, el 72,5% fueron accidentes 'in itinere' (38.010), aquellos que se produjeron al ir o volver del trabajo y el otro 23,2% (12.161) fueron en misión, es decir, durante la jornada laboral.

La tensión asociada a los desplazamientos en coche no sólo nos hace más irascibles, también se nota en varios indicadores básicos de salud

Pero la posibilidad de sufrir un accidente no es el único problema de ir a trabajar en coche. Ni siquiera es el más importante. Conducir puede ser una actividad placentera, pero no lo es cuando tenemos un horario y nos dirigimos al trabajo. En este caso, y en ello coinciden todos los estudios –muy bien compilados en un recomendable artículo de 'Gizmodo'–, es una actividad enormemente estresante.

En agosto, un equipo de investigadores de la McGill University publicó una investigación en la revista 'Transportation Research' en la que se trató de responder a una simple pregunta: ¿qué tipo de desplazamiento al trabajo provoca más estrés?

El estudio recavó la opinión de 4.000 estudiantes y trabajadores de Montreal durante el invierno. Y, aunque la temperatura media de la ciudad canadiense en enero es de -9,7 grados, las personas que se desplazaban andando eran las menos estresadas. Tras ellas estaban los usuarios del transporte público que aseguraban, además, que la mejor parte del trayecto era el desplazamiento andando para coger el tren o el bus. El modo de desplazamiento más estresante era, de largo, el coche, en parte porque muchos días algo iba mal.

Cuanto mayor es la distancia que recorremos en coche para ir a trabajar peor es nuestra capacidad cardiorrespiratoria y nuestro Índice de Masa Corporal

La tensión asociada a los desplazamientos en coche no sólo nos hace más irascibles, también se nota en varios indicadores básicos de salud. En 1998 dos científicos estadounidenses, Steven M. White y James Rotton, midieron la presión arterial de un grupo de trabajadores. Aquellos que iban al centro laboral en coche tenían una presión arterial significativamente superior y una “menor tolerancia a la frustración” que aquellos que cogían el bus.

Otro estudio de 2012, publicado en el 'American Journal of Preventive Medicine', monitorizó los indicadores de salud de 4.200 personas que iban a trabajar en coche. Sus conclusiones fueron lapidarias: cuanto mayor era la distancia que recorrían para ir a trabajar peor era su capacidad cardiorrespiratoria y mayor eran su presión arterial y su Índice de Masa Corporal, aun teniendo en cuenta su actividad física.

Según otro estudio citado en una revisión de Raymond Novaco, cada hora que gastas en desplazarte en coche te hace un 6% más propenso a la obesidad. Por el contrario, cada kilómetro que caminas reduce esta posibilidad en casi un 5%.

Ciudad sin coches, ciudad feliz

Muy bien. Ir en coche es malo. Es evidente que lo mejor para todos sería ir andando al trabajo, pero eso es imposible en muchas grandes ciudades. Lo ideal sería que el transporte público fuera igual de rápido. Pero a la vista está que no lo es. Lo que no muchos se plantean es que no lo es, precisamente, porque nos empeñamos en ir a trabajar en coche. Y nuestras ciudades funcionan en base a ello.

Este planteamiento urbanístico no sólo empeora nuestra salud –a los peligros expuestos de los desplazamientos en coche hay que añadir, y no es moco de pavo, la contaminación que generan estos–, además, daña nuestro desarrollo social y económico.

Los desplazamientos en coche dañan la creación de “capital social” de una ciudad, “el pegamento que une a los ciudadanos”

Un estudio reciente, elaborado con una muestra de 21.000 empleados suecos, revela que las personas que van a trabajar en coche no sólo son menos sociables –acuden a menos eventos de todo tipo–, además tienen una menor confianza en el prójimo. Por el contrario, la gente que va a trabajar andando, en bicicleta o en transporte público muestra una participación social y una confianza en sus ciudadanos mucho mayor.

Los autores de la investigación, publicada este año en la revista 'Environment and Beahavior', aseguran que los desplazamientos en coche dañan la creación de “capital social” de una ciudad, “el pegamento que une a los ciudadanos y sin el cual no puede haber crecimiento económico ni bienestar”.

Y ¿de verdad el capital social de mi ciudad va a mejorar porque me pase 10 horas todas las semanas entre la línea seis del metro y el (infernal) autobús 657? Eso dicen los estudios. Y, si lo pensamos por un momento, puede que tengan razón. Al fin y al cabo, si vas en bus te puedes encontrar con compañeros de trabajo y conocerles mejor y, si esto no ocurre (o te caen mal), siempre puedes leer, algo que no puedes hacer si vas en coche. Quizás esto no aumente nuestro “capital social”, pero te hará un poco más feliz. O, más bien, menos infeliz que aquellos que, en ese momento, están solos y conduciendo en el mismo atasco.

Suena el despertador a las 7:45. Tienes una reunión a las 9:45. Dos horas parece tiempo suficiente para ducharse, desayunar y llegar al trabajo. Pero no siempre lo es, sobre todo si trabajas en Pozuelo. Bajas andando a la estación del metro. 5 minutos. Te das cuenta de que es primero de mes y tu abono de transporte ha caducado. Pierdes otros 5 minutos en renovarlo. Bajas a tu andén (otros 5 minutos). Esperas al tren (2 minutos). Lo coges. Está abarrotado. Como siempre.

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