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La ciudad para ricos, apoyada por Agag, que copiarán las urbes del futuro: Punta del Este
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EL SUEÑO DE LA ÉLITE ES REAL

La ciudad para ricos, apoyada por Agag, que copiarán las urbes del futuro: Punta del Este

Es uno de los destinos preferidos de los multimillonarios del continente americano, pero también la mejor metáfora de las transformaciones que afectarán a las grandes ciudades en el futuro inmediato

Foto: El paseo marítimo de la playa de Mansa, en Punta del Este. (Jon Hicks/Corbis)
El paseo marítimo de la playa de Mansa, en Punta del Este. (Jon Hicks/Corbis)

En Sudamérica viven alrededor de 387 millones de personas. En Uruguay, uno de los países más pequeños de la región, el número se reduce hasta los 3 millones y medio, aproximadamente. En su extremo meridional, en el departamento de Maldonado, se encuentra Punta del Este, una de las ciudades residenciales más importantes del continente, en la que viven de manera permanente algo más de 12.000 habitantes. Sin embargo, crece exponencialmente gracias a los multimillonarios y celebridades que la ocupan durante todo el año, pero especialmente durante diciembre y enero, cuando el tiempo es suave como la seda y se convierte en un buen refugio para resguardarse del frío del hemisferio norte.

No es algo nuevo. Se trata de un balneario y destino turístico común desde principios del siglo XX que ha conocido un crecimiento imparable de mano de la expansión del turismo global. En los años cincuenta, contó con su propio festival de cine, impulsado por el empresario argentino Mauricio Litman, y por el que pasaron Joan Fontaine o Silvana Mangano, pero también películas de Max Ophüls, Robert Bresson o Ingmar Bergman. Un Cannes uruguayo. Hoy en día, son Shakira y Piqué, Julio Iglesias, Plácido Domingo, David Guetta, Kevin Bacon, Bruce Willis, Naomi Campbell, Keanu Reeves, Zinedine Zidane, Carlos Slim o Mark Zuckerberg quienes la visitan en temporada alta.

Como con tantos proyectos regados con dinero, Punta del Este experimentó su estirón definitivo durante los años ochenta, cuando se construyeron las grandes torres de apartamentos y los complejos hoteleros de lujo. El momento idóneo para que penetrase la inversión inmobiliaria y otro tipo de inversiones. Por ejemplo, la Formula E, la competición deportiva ideada por Alejandro Agag y que celebró el pasado año una edición en la ciudad uruguaya.

La ciudad tras la esquina

La historia de Punta del Este no sería especialmente apasionante si no fuese porque define bien cómo serán las urbes del futuro. Al fin y al cabo, resorts de lujo hay en todos los rincones del planeta, de Miami a Dubái pasando por Hong Kong o Mónaco. Sin embargo, sus marcadas diferencias entre locales y visitantes, entre ricos y pobres, la convierten en “una ciudad tan geográficamente incongruente y tan homogénea socialmente que parece de cuento de hadas”, tal y como explica el periodista turístico Oliver Balch en un reportaje publicado en 'The Guardian'.

Lo que ocurre en Punta del Este pasará en cualquier gran capital en la que la élite haya ocupado su centro desterrando a la periferia a las clases medias

El “Saint-Tropez de Sudamérica”, como algunos lo denominan, ofrece una perfecta mezcla de elitismo en su centro y pobreza en las afueras, que se mezclan como agua y aceite. El alquiler de los apartamentos u hoteles puede llegar a rondar los 10.000 dólares. Los yates circulan sin parar por el puerto de la ciudad. One Tower y Aquarela, los dos grandes rascacielos de la ciudad, la vigilan desde su altura de 80 y 77 metros, respectivamente, y un poco más abajo se encuentra la Trump Tower. Todos los hoteles cuentan con piscinas gigantes y largas extensiones de césped perfectamente podado.

Como señala el yerno del expresidente, “es muy importante para nosotros tener la clase exacta de ciudad que encaje con la imagen que intentamos crear”. A diferencia de otros resorts en zonas más peligrosas, no hay ningún control al acceso de la urbe, más allá de unos precios prohibitivos –no sólo en la vivienda, sino también en productos básicos– que impiden que cualquiera que no sea multimillonario pueda habitar en ella.

Ese es el futuro que nos espera, asegura Balch, y podemos verlo no sólo en Punta del Este, la manifestación más radical del mismo, sino también en ciudades como Londres, Berlín, Zúrich, Nueva York o cualquier gran capital en la que la élite haya ocupado su centro desterrando a la periferia a las clases medias. En el caso de Londres, el enigma de Witanhurst, adquirida por un multimillonario ruso, nos ayuda a entender mejor la manera en que el proceso de reconfiguración del centro de las ciudades se está produciendo: los nuevos búnkers están en la Plaza Mayor.

No se trata únicamente de que, con el fin de la renta antigua (en nuestro país), el centro se despueble de sus habitantes de mayor edad, y de que la mayor parte de pisos de protección pública se construyan en las afueras. Como recuerda Balch, muchos profesionales liberales, al ver subir el precio de sus céntricos pisos de 20 metros cuadrados, prefieren desplazarse al extrarradio. Por ello, lugares como el centro de Londres se han convertido en “un enclave de los súper ricos”.

Turista rico, trabajador pobre

De acuerdo: los centros urbanos estarán poblados por los más pudientes y la periferia, por el resto. Pero ello tiene asociado otro problema de difícil solución: el sector servicios, vital para un lugar turístico, requiere de una serie de profesionales que no pueden permitirse vivir ahí. Es lo que ocurre en Punta del Este, donde virtualmente todos los limpiadores, cocineros, camareros, niñeras o guardias de seguridad que trabajan en ella deben desplazarse a las afueras al terminar su jornada laboral.

La gente se piensa que cuando los turistas se van, los precios bajan, pero lo único barato es la tranquilidad

El sueldo mínimo uruguayo se encuentra en unos 10.000 pesos, es decir, alrededor de 300 euros. Los empleados de Punta del Este cobran hasta tres veces más, pero ello tampoco les permite vivir en la urbe. Como señala Sandra, una de las fuentes del artículo de 'The Guardian', “la gente se piensa que cuando los turistas se van, los precios bajan, pero no. Lo único que es barato es la tranquilidad”. Esa misma característica que define a Punta del Este y por la que cientos y cientos de multimillonarios pagan astronómicas cantidades.

¿Cuál es el futuro que le espera a este balneario uruguayo? Todo cambiará debido al proyecto del inversor urbanístico argentino Eduardo Costantini, el único capaz de poner de acuerdo a los constructores con el antiguo presidente uruguayo, José Mujica. Se trata de un puente entre la ciudad y las localidades de la provincia de Rocha, que en cierta manera trunca el carácter de ciudadela aislada que Punta del Este. Como señalaba Mujica, esto “dará un empujón a un nuevo desarrollo inmobiliario y supondrá una importante inyección de inversión, que generará una gran cantidad de empleo para la gente pobre del área”.

En Sudamérica viven alrededor de 387 millones de personas. En Uruguay, uno de los países más pequeños de la región, el número se reduce hasta los 3 millones y medio, aproximadamente. En su extremo meridional, en el departamento de Maldonado, se encuentra Punta del Este, una de las ciudades residenciales más importantes del continente, en la que viven de manera permanente algo más de 12.000 habitantes. Sin embargo, crece exponencialmente gracias a los multimillonarios y celebridades que la ocupan durante todo el año, pero especialmente durante diciembre y enero, cuando el tiempo es suave como la seda y se convierte en un buen refugio para resguardarse del frío del hemisferio norte.

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