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7 cosas que haces nada más despertarte y que le sientan fatal a tu cuerpo
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UNA RUTINA PERNICIOSA

7 cosas que haces nada más despertarte y que le sientan fatal a tu cuerpo

Los primeros momentos de la mañana son cruciales en el transcurso del resto del día, y según lo que hagamos, podemos pasar el resto de la jornada agotados o tranquilos

Foto: Hay al menos un gran error en esta imagen. (iStock)
Hay al menos un gran error en esta imagen. (iStock)

Aunque cada persona tenga una rutina diferente por la mañana, la realidad es que cuando comienza la cantinela de la alarma lo que más nos apetece a todos es lanzar el despertador o el móvil lo más lejos posible y quedarnos en la cama durante las próximas horas. Lo cierto es que madrugar suele ser sinónimo de sentirse cansado el resto del día y bastante duro ya es el asunto como para que nos peguemos un tiro sobre nuestro propio pie. Y lo hacemos.

Aunque sea un tópico, lo de levantarse con el pie izquierdo es muy significativo. Los primeros momentos de la mañana son cruciales en el transcurso del resto del día. Sin embargo, cometemos una serie de errores que, sin darnos cuenta, nos cansan más, nos vuelven menos productivos y nos causan más <a data-cke-saved-href="https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-10-25/uno-de-cada-tres-trabajadores-sufre-estres-como-controlarlo_1069681/" href="https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2015-10-25/uno-de-cada-tres-trabajadores-sufre-estres-como-controlarlo_1069681/" title="" una="" cantidad="" adecuada="" de="" estrés="" es="" positiva="" pero="" no="" tanto="" como="" el="" que="" tenemos"="" leer="" más:="" trabajo:="">estrés del debido. Varios expertos han compartido en ‘Business Insider’ los principales errores que cometemos por las mañanas y, la verdad, son de lo más comunes.

1. Posponer la alarma

Cada noche nos acostamos con la falsa promesa de que a la mañana siguiente nos levantaremos más pronto para prepararnos con menos prisa y no llegar ahogados al trabajo, pero por la mañana volvemos a romper nuestra palabra y nos dedicamos a retrasar la alarma hasta que no podemos alargar más el tiempo en la cama. Esta dinámica de retrasar paulatinamente la alarma, además de obligarnos a ir a la carrera cuando nos levantemos, termina por hacernos sentir más cansados. Según el profesor Timothy Morgenthaler, la mayoría de expertos coinciden en que esta costumbre no es buena idea, porque cada vez que retrasamos el momento de sali de la cama entramos en un ciclo de sueño que se termina bruscamente a los diez minutos, cuando vuelve a sonar el reloj. Esta montaña rusa del sueño nos deja más aturdidos durante las siguientes horas.

Es muy placentero quedarse hecho una bola entre las sábanas, especialmente las noches frías, pero es preferible estirarse en la cama

2. Comprobar el correo electrónico

Los teléfonos móviles inteligentes han traído una serie de ventajas y comodidades antes impensables, pero la comunicación en movilidad también nos ha convertido en personas más dependientes. Además de las funciones propias de los teléfonos, de los servicios de mensajería como WhatsApp, de las redes sociales, etc. también nos llevamos el trabajo a casa con el móvil. Levantarse, mirar la pantalla, encontrar correos electrónicos, leerlos y responderlos es una auténtica locura. Julie Morgensern afirmó en ‘The Huffington Post’ que no podemos empezar así las mañanas. “Peticiones, interrupciones, sorpresas inesperadas, recordatorios, problemas… Hay muy pocas cosas que no puedan esperar al menos una hora”.

3. Quedarse acurrucado

Sí, es muy placentero quedarse hecho una bola entre las sábanas, especialmente las noches frías, pero una psicóloga de la Universidad de Harvard, la profesora Amy Cuddy, ha indicado que una serie de hallazgos le hacen pensar que esta posición hace que nos despertemos más estresados, mientras que estirarnos nos hacía despertarnos con más alegría y energía.

4. Dejar la cama sin hacer

“¿Para qué voy a hacer la cama si cuando la vuelva a utilizar la tendré que deshacer?”. Esta afirmación es cierta, para qué negarlo, pero también sería cierto decir que para qué nos vamos a duchar si, al fin y al cabo, nos volveremos a ensuciar. Lo cual, dicho de paso, es una guarrada. El profesor Charles Duhigg indica que hacer la cama se asocia con una mayor productividad durante el resto del día. Sin embargo, no se tiene claro que al hacerla seamos más productivos o, por el contrario, que sea la gente productiva la que tenga como hábito hacer la cama. De lo que sí que está convencido Duhigg es que este es un hábito importante, porque puede provocar una reacción en cadena en la que nos obliguemos a seguir con más rutinas.

5. Beber café

La cafeína es un poderoso estimulante que nos ayuda a espabilar, pero es preferible esperar un rato para tomar un café, aunque creamos que no seamos personas sin él. El motivo es que al levantarnos por la mañana es cuando nuestro cuerpo suele presentar unos valores más elevados de cortisol, conocido como la hormona del estrés. La cafeína es un elemento que aumenta los niveles de cortisol, lo que significaría echar más leña a la hoguera. Por tanto, es preferible esperar un rato y, a eso de las nueve y media de la mañana, tomarnos el café cuando tengamos más bajos los valores de esta hormona y no forzar un pico de cortisol tan pronunciado.

6. Espabilarnos con poca luz

Subir la persiana por la mañana cuando llevamos horas en la penumbra es un cambio muy radical, lo que nos puede llevar a pensar que es preferible una transición más tranquila, pero nada más lejos de la realidad. Nuestro organismo tiene un reloj interno que es sensible a la luz. La oscuridad la relaciona con el descanso y la iluminación con ponerse en marcha. Tal y como indica Natalie Dautovich, lo mejor es que al levantarnos tengamos luz y, si cuando lo hacemos todavía es de noche, será preferible encender las bombillas y despertarse con iluminación artificial.

7. No seguir rutinas

Que cada cual haga lo que quiera, pero que intente hacerlo siempre de la misma manera. Las rutinas nos permiten hacer tareas sin tener apenas que pensar, lo que es especialmente útil por la mañana, cuando estamos medio dormidos. En este momento del día es mejor que no nos concentremos ni quememos esfuerzos a lo tonto, porque nuestro cerebro todavía está poniéndose en funcionamiento. Nuestra capacidad de trabajo es limitada, por lo que ir con el piloto automático en los primeros momentos del día nos ayudará a mantener la fuerza para cuando realmente la necesitemos.

Aunque cada persona tenga una rutina diferente por la mañana, la realidad es que cuando comienza la cantinela de la alarma lo que más nos apetece a todos es lanzar el despertador o el móvil lo más lejos posible y quedarnos en la cama durante las próximas horas. Lo cierto es que madrugar suele ser sinónimo de sentirse cansado el resto del día y bastante duro ya es el asunto como para que nos peguemos un tiro sobre nuestro propio pie. Y lo hacemos.

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