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Nadie usa las cabinas... pero no van a desaparecer (por ahora)
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Aún se mantienen 21.614

Nadie usa las cabinas... pero no van a desaparecer (por ahora)

Un Real Decreto recogido en la Ley General de Telecomunicaciones obliga a mantener estos teléfonos públicos, que ningún operador quiere gestionar por los mínimos beneficios que reporta

Foto: Cabina telefónica situada en la Puerta de Sol de Madrid. (EFE)
Cabina telefónica situada en la Puerta de Sol de Madrid. (EFE)

La mayoría pasa por su lado sin el más mínimo interés, varios rezagados la utilizan de soporte para ordenar el interior de su bolso o buscar algo en él. Y otros simplemente recurren a ellas para encontrar monedas, ayudándose, eso sí, de algún que otro golpe. Pocas personas utilizan las cabinas telefónicas con el objetivo para el que fueron instaladas, ¿recuerda usted cuándo fue la última vez que utilizó una? Su respuesta y la del 88% de los españoles, que aseguran no haber hecho nunca uso de ellas, puede corroborar la decadencia de estos servicios, que no desaparecerán a menos que el Gobierno cambie la Ley.

A finales de 1998 el número de cabinas ascendía a algo más de 100.000, según datos oficiales de la CNMC (Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia), una cantidad bastante alejada de las 21.614 que quedan ahora. Las entidades prestadoras por aquel entonces eran Retevisión, Euskaltel (que prestaba servicio únicamente en el País Vasco), y Telefónica, quien en el año 1999 se convirtió en la gestora exclusiva de este servicio, beneficiándose, cuando sí eran rentables, de su explotación y ubicuidad.

Pero ahora la realidad es distinta, a Telefónica no le rentan las cabinas. En España hay más de 50 millones de móviles y su uso se ha expandido de manera inversamente proporcional al uso de los teléfonos móviles. “Este fenómeno era previsible, ya que una parte importante del público objetivo de las cabinas es el mismo que ahora tiene a su alcance los servicios móviles, cada día más baratos y populares”, afirman desde la multinacional.

Telefónica, a través de su filial TTP Cabitel, sigue siendo la gestora histórica de las cabinas porque el Ministerio de Industria se lo encargó en 2011, al no presentarse al concurso ninguna compañía. Así, el próximo 31 de diciembre finalizará esta concesión y, aunque se ha especulado con la desaparición de las cabinas, lo cierto es que éstas deberán seguir formando parte de la vía pública, tal y como lo establece el Real Decreto 726/2011, la pesadilla del operador.

Las cabinas son un derecho

El Servicio Universal está recogido en la Ley General de Telecomunicaciones y garantiza, entre otras prestaciones de telecomunicaciones, que todos los ciudadanos tengan acceso a una red suficiente de teléfonos de uso público, esto son, las cabinas. Por lo tanto, según recoge el artículo 32 del Real Decreto 726/2011, el prestador de este servicio debe atender con una cabina los municipios de más de 1.000 habitantes, con una exigencia de un teléfono más por cada 3.000 habitantes.

Mientras siga vigente el Real Decreto 424/2011, la operadora deberá garantizar una oferta suficiente de cabinas, incluso en las zonas no rentables

“Sería necesario que el Gobierno dentro de su Agenda Digital modificara este Real Decreto para poder excluir las cabinas del suelo urbano. Mientras no lo haga, las que permanecen ahora habrán de seguir dando servicio, aunque ello no sea rentable para el concesionario”, afirman desde Telefónica.

Además esta prestación también recoge el derecho a disponer de una guía telefónica gratuita, algo que no se suele utilizar cuando los recursos online y digitales están más integrados que nunca. Por eso ninguna compañía apuesta por gestionar estos elementos, integrados en un negocio que no reporta beneficio.

No hay ningún operador interesado en las cabinas

Ante el vencimiento del acuerdo con Telefónica, el Ministerio convocó dos concursos públicos para designar al operador encargado de ofrecer el Servicio Universal, pero ambos han quedado desiertos por la ausencia de participantes. Es decir, ningún operador muestra interés por la gestión de un objeto obsoleto y en vías de extinción al que le ha ganado la partida la telefonía móvil.

Con la revolución digital, las utilidad de las cabinas se cuestionada también por la CNMC, que remitió un informe en marzo de este año al Ministerio de Industria en el que le aconsejaba revisar la obligación de mantener las cabinas dentro del Servicio Universal (S.U).

En este informe, Competencia aseguraba que el 88% de los encuestados nunca han utilizado las cabinas. Además, concluyen, el coste neto de éstas se ha multiplicado por tres “hasta superar los 1,2 millones de euros en 2013”, lo que ratifica su poca rentabilidad.

Pero, en detrimento del desinterés unánime de los operadores y de la recomendación de la CNMC, el Gobierno procederá a “tramitar una orden de designación directa”. Lo que implica que un operador deberá hacerse cargo del teléfono de uso público, aunque ninguna compañía lo quiera. Y todo indica a que, como ocurrió en 2011, Industria eligirá de nuevo a Telefónica.

Así las cosas, las cabinas continuarán en las calles, sin saber si finalmente si desaparecerán o se reinventarán en un futuro, como sí se hizo en 2010 con la instalación de las primeros puntos de recarga de vehículos eléctricos en Madrid, tras un acuerdo entre Telefónica y Endesa.

En otros países, las cabinas se han aprovechado para convertirlas en puntos de conexión Wifi gratuita, como en Estados Unidos. Una iniciativa a la que también se ha sumado Londres, donde puedes encontrar diferentes tipos de negocios instalados tales como cafeterías, restaurantes y hasta bibliotecas.

Sin embargo en Bélgica las cabinas han desaparecido completamente, tras una decisión del Gobierno que requería la retirada total de estos teléfonos al considerarlas “innecesarias”.

La mayoría pasa por su lado sin el más mínimo interés, varios rezagados la utilizan de soporte para ordenar el interior de su bolso o buscar algo en él. Y otros simplemente recurren a ellas para encontrar monedas, ayudándose, eso sí, de algún que otro golpe. Pocas personas utilizan las cabinas telefónicas con el objetivo para el que fueron instaladas, ¿recuerda usted cuándo fue la última vez que utilizó una? Su respuesta y la del 88% de los españoles, que aseguran no haber hecho nunca uso de ellas, puede corroborar la decadencia de estos servicios, que no desaparecerán a menos que el Gobierno cambie la Ley.

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