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“Que ahorquen a José Bretón en la Plaza de las Tendillas”
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MANIFESTACIÓN DE LA PLATAFORMA JUSTICIA PARA RUTH Y JOSÉ

“Que ahorquen a José Bretón en la Plaza de las Tendillas”

Una familia (padre, madre y dos hijos pequeños) escribe con un spray negro sobre la tapia blanca de la parcela de Las Quemadillas (Córdoba). Apenas si

Foto: “Que ahorquen a José Bretón en la Plaza de las Tendillas”
“Que ahorquen a José Bretón en la Plaza de las Tendillas”

Una familia (padre, madre y dos hijos pequeños) escribe con un spray negro sobre la tapia blanca de la parcela de Las Quemadillas (Córdoba). Apenas si le queda sitio ya (pese a que la tapia puede tener 30 metros de longitud), pero lo que escriben es contundente: “Ojalá te quemen a ti”. Justo al otro lado de la tapia encendió José Bretón la gigantesca hoguera en la que dos informes forenses aseguran que hay restos de dos niños de 6 y 2 años, de la misma edad que sus hijos desaparecidos, Ruth y José.

La familia le pasa el spray a otro joven que no supera los 18 años. Mientras escribe, una televisión nacional le graba. El muchacho, con faltas de ortografía, pide la “silla eléctrica” para José Bretón. A pocos metros, y en la misma puerta de la finca de los Bretón, se han concentrado unas 300 personas convocadas por la plataforma ciudadana Justicia para Ruth y José. Otra televisión atiende en directo, y en exclusiva, a una tía de Ruth Ortiz, la madre de los pequeños, que antes se ha abrazado y llorado con la periodista (todo en directo). Por detrás, un hombre de unos 70 años grita: “Que lo ahorquen en la Plaza de las Tendillas [en el centro de Córdoba]”. “Eso, eso”, le responde la gente. Otros, pocos, le piden que se calle.

La finca familiar de los Bretón ha cambiado. En estos 11 meses de investigación, siempre estuvo custodiada y precintada por agentes de la Policía Nacional. En ese tiempo, una mañana amaneció una pintada contra José Bretón. Sólo una. Sus padres (dos ancianos de casi 80 años) se encargaron de borrarla. Desde el lunes, cuando se conocieron los informes forenses que daban un vuelco al caso, la tapia de entrada a la parcela de Las Quemadillas es un colosal mural de pintadas cada vez más subidas de tono: “Que nos lo dejen al pueblo”, pide una. “¿Su muerte? Nuestro logro”, remata otra. “Muérete, hijo de puta”.

Ciudadanos anónimos se pasan unos a otros los espráis para escribir a plena luz del día y delante de más de 40 periodistas. Hablan, incluso a voces, de que han comprado el espray “en los chinos”. Se prestan dinero para comprar más cuando se les acaba. Las pintadas se han extendido a otros lugares de Córdoba. Así, en la puerta de la casa de los padres de José Bretón aparece un “hijo asesino” y esta mañana frente a la vivienda de su hermana Catalina otra: “José Bretón, al paredón”. Esta última está rematada con una diana.

Estas pintadas contrastan con los pequeños santuarios en memoria de Ruth y José que están surgiendo por Córdoba. En la puerta de Las Quemadillas, una hilera de cientos de peluches para los pequeños se apoya sobre la tapia en la que están escritos mensajes de “monstruo, cabrón, asesino” dirigidos a su padre. Las velas encendidas que se multiplican, las cartulinas elaboradas por niños de la misma edad que Ruth y José y hasta las lágrimas sinceras de la gente que acude allí contrastan con la virulencia y el odio que rezuman las pintadas, y que se escucha de boca de muchos de los manifestantes. En la concentración, la gente grita “justicia, justicia, justicia”, muchos de una forma responsable y pacífica. Pero muy atrás unos jóvenes se llevan la mano a la garganta pidiendo la horca.

Una familia (padre, madre y dos hijos pequeños) escribe con un spray negro sobre la tapia blanca de la parcela de Las Quemadillas (Córdoba). Apenas si le queda sitio ya (pese a que la tapia puede tener 30 metros de longitud), pero lo que escriben es contundente: “Ojalá te quemen a ti”. Justo al otro lado de la tapia encendió José Bretón la gigantesca hoguera en la que dos informes forenses aseguran que hay restos de dos niños de 6 y 2 años, de la misma edad que sus hijos desaparecidos, Ruth y José.

José Bretón