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Dentro de la mezquita de Didsbury a la que iba el terrorista de Mánchester
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formaba parte de una célula yihadista

Dentro de la mezquita de Didsbury a la que iba el terrorista de Mánchester

Los que salen y entran del templo, o se niegan a hablar o se limitan a mencionar “la barbarie”. “Estamos en estado de 'shock'. ¿Cómo quieres que estemos? Tenemos también hijos

Foto: El interior de la mezquita de Didsbury, en Mánchester.
El interior de la mezquita de Didsbury, en Mánchester.

"¿Quieres conocer el islam? Una oportunidad para socializar. Los domingos de cuatro a seis, servimos refrescos. Todo el mundo es bienvenido”. El cartel cuelga de la fachada de la mezquita de Didsbury. El templo, antes iglesia anglicana, está situado en el céntrico distrito de West Didsbury, considerado uno de los favoritos de los hípster y estudiantes de Mánchester. “Es una zona bien”, comenta una vecina.

[Todo lo que se sabe sobre el atentado en Mánchester]

En definitiva, la imagen nada tiene que ver con la que a uno le podría venir a la cabeza cuando sale a la luz que entre sus fieles se encontraba Salman Abedi, el responsable del atentado terrorista que dejaba este lunes 22 muertos y 60 heridos. Un ataque planificado cuidadosamente, perpetrado con una bomba muy bien diseñada que contenía cojinetes y tornillos a modo de metralla para causar el mayor número de víctimas posible, todo ello bien empaquetado en una mochila. Según ha revelado el diario 'The New York Times', el artefacto era lo suficientemente potente como para que las piezas atravesasen puertas metálicas y penetrasen en los ladrillos. Abedi accionó el detonador con la mano izquierda; la explosión separó su torso del resto del cuerpo y lo lanzó a través del vestíbulo del Manchester Arena.

"No le conocía", asegura una mujer en la mezquita. "Este es un sitio abierto a todo el mundo. Pasan centenares de personas porque tenemos unos rezos al día y si no puedes ir a tu mezquita habitual, vas a la que te pille de camino. No nos conocemos todos y ni mucho menos sabemos las historias que hay detrás de cada uno”, indica.

Aunque intenta llegar a la puerta, la misión es compleja. No es fácil sortear la avalancha de periodistas de todas partes del mundo que se aglutinan en la calle para escuchar a Fawzi Haffar, portavoz y miembro del consejo de administración de la mezquita. “Condenamos el atroz atentado. Tal acto de cobardía no tiene lugar en nuestra religión ni en ninguna otra”, aseguraba este miércoles. Durante un enérgico discurso en el que no aceptó contestar a ninguna pregunta, Haffar pidió a los miembros de su comunidad acudir a la policía si conocían algún detalle del atentado.

Negó categóricamente que el terrorista trabajara en el centro, como habían sugerido algunos medios, pero no hizo referencia alguna a los comentarios recogidos por algunos rotativos británicos del imán de la mezquita, Mohammed Said el Saeiti, quien dijo recordar perfectamente la cara de odio que le puso el terrorista cuando dio un discurso en contra de la yihad: “Salman venía menos tras mi discurso sobre el Estado Islámico, al que siempre me he opuesto. Sabía que yo no le gustaba a esta persona. Esto no me sorprende porque lo he visto en otras personas que defienden al Estado Islámico”.

"No era musulmán, era un monstruo"

Los que salen y entran del templo, o se niegan a hablar o se limitan a mencionar “la barbarie”. “Estamos en estado de 'shock'. ¿Cómo quieres que estemos? Tenemos también hijos, conocemos a gente. El islam es una religión de paz y esta persona no era un musulmán, era un monstruo”, asegura Sajid, uno de los fieles.

Por su parte, un joven que prefiere mantener su anonimato ofrece otro tipo de discurso. “No justifico lo que ha hecho, pero toda acción tiene su reacción. Los gobiernos invaden países como Siria o Irak, y matan también a niños de los que nadie habla. Puedo llegar a entender lo que pudo pasar por su cabeza”, asegura. Va vestido con su ropa occidental y con su gorra. Pero lleva la 'wayib', barba obligatoria para todos los hombres musulmanes que puedan hacerlo. “Sé que lo que digo es polémico. Y no soy ningún terrorista, insisto en que condeno el atentado. Pero necesito evidencias primero antes de culpabilizar”, matiza.

Un vecino de Fallowfiel asegura que “muchos jóvenes en Mánchester de origen libio comenzaron a radicalizarse después de 2011 en las mezquitas de la ciudad". “Esta familia en particular [refiriéndose a la del terrorista] era muy, muy religiosa”, matiza.

Los vecinos del terrorista de Mánchester hablan de su radicalización

El barrio de Fallowfiel no está muy lejos de la mezquita, pero aquí el 'glamour' hípster desaparece entre las casas adosadas con pequeños jardines descuidados cercados con vallas de madera en mal estado. Hay también mucha vivienda de protección oficial. La calle de Elsmore Road permanece cortada con cordón policial. Agentes salen y entran de una de las casas. Es aquí donde vivía el terrorista con su hermano mayor, Ismael, de 23 años, el primer arrestado por los agentes el martes por la noche tras la masacre. Otro hermano y su padre también han sido detenidos.

Ambos vivían solos después de que sus padres, Shamia Tabal y Ramadan al Abedi, volvieran a Libia después de que cayera el régimen de Gadafi que les obligó a huir como refugiados a Reino Unido. El matrimonio tenía cuatro hijos. Solo les acompañó el pequeño, Hashem, de 20 años, detenido ahora junto a su padre en Trípoli por supuestos vínculos con el Estado Islámico.

Sus contactos, veteranos libios

La más pequeña de la familia, Jomana, de 18 años, es la que ha desaparecido del mapa. “No sabemos nada de ella. En sus redes sociales empezó a colgar cosas a principios de semana condenando el atentado cuando pasó todo. Pero cuando salió la identidad del autor y vio que era su hermano, cerró su cuenta. Estaba en 'shock'. Yo creo que no sabía nada”, asegura una estudiante de Whalley Range High School. Es el colegio que protagonizó en 2014 todas las portadas después de que dos estudiantes modélicas, las mellizas Zahra y Salma, escaparan de su casa para viajar hasta Siria para casarse con yihadistas.

El centro se encuentra apenas a unos metros de la casa del terrorista. “En clase nos han pedido que evitemos ir solas y que estemos siempre en grupo. Ahora estamos asustadas por los terroristas y por la gente que puede atacarnos por llevar velo. El otro día ya escupieron a una chica en la calle”, explica.

Por su parte, Salman estudió un curso de negocios y administración en la Universidad de Salford en 2015, pero no terminó la carrera. Abandonó sus estudios hace dos años, justo cuando se cree que comenzó su adoctrinamiento. Desde entonces, no volvió a pisar el campus universitario y apenas salía a la calle a pesar de seguir matriculado. Cuando lo hacía, acudía sobre todo a la mezquita, vestía ropa tradicional islámica y apenas se relacionaba con gente.

Se dejó ver sin embargo junto a un grupo de disidentes de Gadafi, miembros del proscrito Grupo Combatiente Islámico Libio, que vivían cerca de Abedi, en Whalley Range. Entre ellos estaba Abd al-Baset Azzouz, de 48 años, experto en fabricación de bombas, que dejó Mánchester para regresar a Libia, donde recientemente fue acusado de dirigir una red de Al Qaeda supervisada por Ayman al-Zawahiri, sucesor de Osama bin Laden.

"¿Quieres conocer el islam? Una oportunidad para socializar. Los domingos de cuatro a seis, servimos refrescos. Todo el mundo es bienvenido”. El cartel cuelga de la fachada de la mezquita de Didsbury. El templo, antes iglesia anglicana, está situado en el céntrico distrito de West Didsbury, considerado uno de los favoritos de los hípster y estudiantes de Mánchester. “Es una zona bien”, comenta una vecina.

Atentado Mánchester
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