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El referéndum que puede cambiar Irlanda
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El referéndum que puede cambiar Irlanda

Irlanda puede convertirse en el primer país en aprobar el matrimonio homosexual por voto popular. En una sociedad donde las instituciones religiosas tienen un gran poder, el plebiscito es todo un símbolo

Foto: Un cartel a favor del sí en el referéndum en la calle Dame de Dublín, Irlanda (Reuters).
Un cartel a favor del sí en el referéndum en la calle Dame de Dublín, Irlanda (Reuters).

Irlanda podría convertirse hoy en el primer país del mundo en aprobar el matrimonio homosexual por voto popular. La República celebra un histórico referéndum. Y en caso de ganar el sí, no sólo unirá su nombre a la lista de los otros 16 países que ya han legalizado los enlaces de parejas del mismo sexo, entre ellos España. El cambio va mucho más allá. Hace tan sólo 19 años que en el otrora Tigre Celta se cerró el último Asilo de las Magdalenas, donde se internaba a las prostitutas obligándolas a redimir sus pecados a través de duros trabajos físicos, especialmente en las lavanderías. La homosexualidad no fue despenalizada hasta 1993. La ley del divorcio no llegó hasta 1995. Las uniones civiles gais han sido aprobadas hace escasos cuatro años. En una sociedad donde, tradicionalmente, las instituciones religiosas han tenido un gran poder, el plebiscito supone todo un símbolo.

“El triunfo del sí significaría mucho para la comunidad gay, pero ya sólo la campaña ha supuesto una gran transformación para todala sociedad irlandesa a mejor”, explica Una Mullaly a El Confidencial. Para la columnista del Irish Times y autora de En el nombre del amor –centrada en el movimiento por la igualdad de matrimonio–,la consulta tiene un significado especial.

El pasado mes de marzo, le diagnosticaron cáncer. Cuando en el hospital la preguntaron por el familiar más cercano, tartamudeó antes de poder decir el nombre de su novia. “¿Por qué, después de todos estos años, aún tengo que actuar de esa manera? Mientras me ponían la bata me sentí enfada conmigo misma y avergonzada”, relata. “Es difícil aceptarte a ti misma cuanto tu propio país no lo hace”, añade. Para Mullally, un voto por el sí “significaría sentirse igual” que sus hermanos y ser “finalmente aceptada” en la sociedad irlandesa. “Un voto por el no es demasiado devastador de imaginar”, matiza.

Cuando en 2010 se aprobaron las uniones civiles de parejas del mismo sexo, las organizaciones defensoras de los derechos de los homosexuales publicaron un informe detallando las 160 diferencias legales que existían con los enlaces heterosexuales.

Tanto el jefe del Ejecutivo, Enda Kenny,como el resto de los dirigentes de los partidos políticos del Parlamento han pedido ahora el voto por el “sí”. Es más, el responsable de Sanidad, Leo Varadkar –uno de los favoritos para suceder al taoiseach–se ha convertido en el primer ministro de la historia de la República de Irlanda en declarar abiertamente su homosexualidad. Sin embargo, hace tan sólo una década todo esto habría sido impensable.

Andreas Hess, doctor en Sociología y profesor en la University College de Dublín, destaca que “indudablemente, el boom económico que se vivió fue un factor fundamental”. “Una economía que progresase traduce en una sociedad que progresa”, señala a este diario. Pero, por otra parte, hace una clara distinción: “Sser católico en Irlanda no significa lo mismo que ser católico en otro país”.

“El catolicismo está ligado a la identidad irlandesa, es parte de la historia. En el siglo XIX la Iglesiacatólica jugó un papel primordial en la oposición del régimen británico y cuando en el siglo XX se alcanzó la independencia, pasó a tener una fuerte influencia en las instituciones políticas. Pero las órdenes religiosas aquí no tenían una formación intelectual tan alta como, por ejemplo, las que estaban ligadas hace años al País Vasco, en España”, señala. “Y, por otra parte, las formaciones políticas no han hecho frente a la Iglesia hasta hace relativamente poco. Todo esto hacía que la sociedad estuviera un poco anclada en el pasado”, añade.

Según Hess, los “escándalos de los abusos sexuales cometidos por la Iglesia” han tenido mucha repercusión, aunque lo que él denomina “el declive del monopolio de la interpretación” ha sido “fundamental para entender este gran cambio social”.

¿Una Irlanda secular?

“¿Significa eso que estamos ahora ante una Irlanda secular? No. El número de alumnos que tengo que siguen acudiendo a misa los domingos nada tiene que ver con los que encontraría en Inglaterra o Alemania, mi país de origen”, recalca.

La peculiaridad es que esta metamorfosis social no se vive de la misma manera en toda la isla. Al norte de la frontera, a escasos kilómetros de Dublín, el matrimonio homosexual sigue siendo ilegal. Los enlaces gais se aprobaron en 2013 en Inglaterra y en Gales y un año más tarde recibieron luz verde en Escocia. Sin embargo, Irlanda del Norte desestimó el pasado mes abril, por cuarta vez, la propuesta para cambiar la normativa.

Sin embargo, un tribunal norirlandés ha declarado esta semana culpable de un delito de discriminación a la pastelería Ashers Bakery, un negocio familiar, por negarse a confeccionar una tarta que debía llevar un eslogan a favor del matrimonio entre personas del mismo sexo. En Belfast, la religión sigue siendo motivo de disputa. Las tensiones entre católicos y protestantesno sólo implican una cruz, sino una manera de entender la isla: unida o separada por una frontera que lleva a los dominios de la corona británica.

Las últimas encuestas de cara al plebiscito de hoy dan una clara ventaja al “sí” con un apoyo de entre el 69 al 73%. Sin embargo, ya se ha anticipado que el resultado será más ajustado porque el apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo es significativamente mayor entre los más jóvenes frente a aquellos que tienen más probabilidades de estar registrados para votar. En el referéndum de 1995, la derogación sobre la prohibición constitucional del divorcio fue aprobada por sólo 9.114 votos, el 0,56% de las papeletas emitidas.

Sin duda alguna, el veredicto de las urnas se seguirá con especial interés al otro lado del Atlántico, donde la Corte Suprema de Estados Unidos estudia estos días los argumentos sobre si el matrimonio homosexual debe ser derecho constitucional para todos los estadounidenses, independientemente del estado en el que vivan.

En la República de Irlanda, la mayor oposición al matrimonio gay viene por parte de diferentes grupos religiosos. Alguno de ellos, como la Alianza para la Defensa de la Familia y el Matrimonio, afirmaque la nueva legislación robará a los niños "el derecho a tener una madre y un padre". Sin embargo, por la normativa aprobada el mes pasado, la Ley de Relaciones Familiares de 2015, las parejas homosexuales ya puede solicitar procesos de adopción.

Pero la polémica no queda ahí. Algunos columnistas destacan que el referéndum ha acabado por crear una situación de lo más “irónica”. “La clase política pide el voto por el “sí” para demostrar que Irlanda ha evolucionado de su pasado religioso intolerante, y sin embargo, algo de esa vieja intolerancia está siendo rehabilitado por las mismas personas que apoyan el matrimonio homosexual. Ahora son ellos los que demonizan a sus oponentes tan eficazmente como cualquier sacerdote solía hacer, sólo que ahora se hace en nombre de los gais en lugar de Dios”, señala Brendan O´Neill en The Spectator.

Irlanda podría convertirse hoy en el primer país del mundo en aprobar el matrimonio homosexual por voto popular. La República celebra un histórico referéndum. Y en caso de ganar el sí, no sólo unirá su nombre a la lista de los otros 16 países que ya han legalizado los enlaces de parejas del mismo sexo, entre ellos España. El cambio va mucho más allá. Hace tan sólo 19 años que en el otrora Tigre Celta se cerró el último Asilo de las Magdalenas, donde se internaba a las prostitutas obligándolas a redimir sus pecados a través de duros trabajos físicos, especialmente en las lavanderías. La homosexualidad no fue despenalizada hasta 1993. La ley del divorcio no llegó hasta 1995. Las uniones civiles gais han sido aprobadas hace escasos cuatro años. En una sociedad donde, tradicionalmente, las instituciones religiosas han tenido un gran poder, el plebiscito supone todo un símbolo.

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