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El riesgo de la promesa de un referéndum en Reino Unido para salir de la UE
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El riesgo de la promesa de un referéndum en Reino Unido para salir de la UE

La cuestión europea siempre ha sido una lacra para los inquilinos de Downing Street. Pero con Cameron, que necesita el apoyo de los minoritarios, se ha alcanzado un callejón sin salida

Foto: El primer ministro británico David Cameron se dirige a simpatizantes en Twickenham, el 5 de mayo de 2015. (Reuters)
El primer ministro británico David Cameron se dirige a simpatizantes en Twickenham, el 5 de mayo de 2015. (Reuters)

David Cameron ha dicho que repetirá como primer ministro sólo si puede garantizar el referéndum al que se ha comprometido convocar antes de 2017 sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE). Tan sólo quedan 24 horas para las elecciones más inciertas de las últimas décadas y, sin posibilidades de conseguir mayoría, el líder tory sabe que necesita el apoyo de partidos minoritarios para formar gobierno. Aún así, recalca que el plebiscito es una “línea roja” en los pactos post-electorales. La City no aprueba la consulta y en las oficinas de Bruselas tampoco agrada el órdago que el premier ha puesto sobre la mesa. Pero ahora más que nunca, es preso de sus palabras.

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Históricamente, la cuestión europea siempre ha supuesto una lacra para cualquier inquilino de Downing Street. Sobre todo para los conservadores. De alguna manera, los políticos habían podido capear el temporal. Con Cameron, sin embargo, se llegó a un callejón sin salida.

El ala más euroescéptica de su partido -promotora de dos importantes rebeliones en la Cámara de los Comunes por este asunto- le había puesto contra las cuerdas ante la gran popularidad del eurófobo UKIP, que se ha convertido ya en tercera fuerza política. Por otra parte, la crisis de la eurozona con la era post-Syriza tampoco ayuda a que los británicos sientan apego por la Comunidad de los Veintiocho. La última encuesta que ha salido durante la campaña electoral señala que el 51% de los británicos votaría hoy por salir de la UE frente al 49% que prefiere quedarse.

El problema es que mucho han cambiado las cosas desde que el premier anunció su gran promesa en enero de 2013 hasta ahora. El tory siempre había defendido que, antes de la consulta, quería negociar con Bruselas para repatriar algunos poderes (que aún sigue sin especificar) y aumentar la competitividad y flexibilidad del bloque. Pero el presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, ha advertido que cualquier cambio será bloqueado. “No está prevista ninguna reforma hasta noviembre de 2019", ha señalado. El referéndum, por tanto, se celebrará con el acuerdo existente. Y eso dificulta mucho las cosas para que los británicos mejoren su percepción ante la UE.

La decisiva cuestión económica

Por no hablar del desgaste electoral que supone ahora otro plebiscito. En septiembre de 2014, tras una intensa campaña de dos años, se vivió el referéndum de independencia en Escocia. Mañana jueves, tienen lugar las elecciones generales más reñidas de la historia moderna. Hay tal incertidumbre que no se descartan otros comicios. Por lo que involucrar de nuevo al electorado en 2017 para otra consulta clave resulta, cuanto menos, arriesgado. Sobre a todo, a nivel de participación. En caso de que fuese baja entraría en juego la legitimidad del resultado.

Por otra parte está la cuestión económica, siempre decisiva. Londres es sede de 250 bancos extranjeros, que emplean a 160.000 personas. HSBC, el mayor banco de Europa, ha amenazado con abandonar su oficina enla capital británica y regresar potencialmente a su antiguo hogar en Hong Kong, si el Reino Unido abandona la UE. Según algunas de las voces más influyentes, como Gary Cohn, presidente de Goldman Sachs, la mayoría de estas entidades estarían dispuestas a seguir su ejemplo y hacer la maleta.

Mats Persson, director del prestigioso think-tank Open Europe, asegura que de todos los sectores, el financiero sería el más vulnerable en caso de una salida. “El mercado único está muy bien desarrollado y el Reino Unido tendría dificultades para lograr un acuerdo de reciprocidad con la UE”, señala a El Confidencial. El economista considera que las probabilidades reales que tiene el país de abandonar la UE son entre el 15 y 25%.

La UE es el principal socio comercial

Hasta ahora, no hay precedente de que un miembro del tamaño del Reino Unido haya abandonado el hoy tan cuestionado proyecto europeo. Argelia dejó la Comunidad Económica Europea cuando se independizó en 1962, los 56.000 residentes de Groenlandia se marcharon en 1985, la colonia caribeña francesa de San Bartolomé salió oficialmente en 2012. Sin embargo, ninguno de estos casos se puede comparar con un país de 65 millones de personas que aporta a las arcas europeas alrededor de 12.000 millones de libras al año. Sí, en efecto, las islas británicas son un gran contribuyente. Pero hay que tener también en cuenta que la UE es su principal socio comercial.

Según la Confederación de la Industria Británica (CBI, en sus siglas en inglés), la pertenencia a la Comunidad de los Veintiocho aporta al país un valor equivalente al 5% del PIB, alrededor de 78.000 millones de libras al año. En 2013, los servicios financieros británicos combinados con las compañías de seguros tuvieron un superávit de 19.000 millones de libras con la UE.

Más de la mitad de la exportaciones británicas son con Francia y Alemania, una proporción mucho más elevada que las ventas a Estados Unidos. Y menos de uno de tres exportadores vende a China. El argumento de que dejar la UE podría abrir la puerta a otros mercados, a día de hoy, se tambalea. En su último comunicado, la CBI asegura que quiere que el país permanezca en el bloque aunque recalca que el mercado único necesita una reforma.

En caso de que se convocara el referéndum y los británicos votaran finalmente por cortar el cordón umbilical con Bruselas, en virtud de la normativa europea, la salida de un país tiene lugar dos años después de la notificación formal, lo que dejaría durante 24 meses al Reino Unido en una especie de limbo.

placeholder Pegatinas con la bandera británica y la escocesa en una tienda de Edimburgo (Reuters).

¿Ha perdido Londres su influencia global?

La política internacional apenas se ha mencionado en la campaña electoral. Pero en los despachos europeos y al otro lado del Atlántico es ya un secreto a voces que el Reino Unido ha perdido protagonismo en el escenario global.

"No participamos en las mayores crisis europeas desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Nos hemos distanciado de Europa y ha habido un debilitamiento en las relaciones transatlánticas”, confesaba estos días al The New York Times un exembajador británico de alto rango que pidió permanecer en el anonimato.

Desde Londres, muchos analistas advierten que el plebiscito al que el líder tory no quiere renunciar bajo ningún concepto podría llevar al país al ostracismo. Pero esto tan sólo sería la punta del iceberg, porque la impresión que se tiene desde fuera es que Londres hace ya tiempo que ha perdido su influencia.

La ausencia de Cameron, por ejemplo, en las reuniones lideradas por Alemania y Francia respecto al conflicto de Ucrania fue de lo más comentado. Ángela Merkel es ahora la que ha tomado la batuta en el Viejo Continente.

Debido a que la enemistad entre Cameron y Juncker es pública, la canciller alemana es la única socia que podría actuar como mediadora en una hipotética negociación. Y aunque ésta siempre ha dicho quiere que el Reino Unido se quede, también ha recalcado que hay líneas infranqueables. En otras palabras, aceptaría una salida antes que negociar la libre circulación de movimiento tan criticada por el premier.

El tory se comprometió a reducir la inmigración neta por debajo de las 100.000 personas en la legislatura. Pero el total de extranjeros que vino a trabajar a Reino Unido menos el total de británicos que se fue a trabajar al exterior, entre junio de 2013 y junio de 2014, fue de 260.000 personas. Se trata de una subida interanual del 43%, la segunda mayor desde que existen registros.

Precisamente, con el objetivo de buscar consenso con Merkel, el premier ha desechado su idea de poner un nuevo coto a la inmigración. Pero eso sí, si es reelegido, ha prometido que los europeos que vengan sin oferta de trabajo no tendrán derecho a la paga que hasta ahora recibía todo aquel que buscaba empleo. Es más, si no lo encuentran en un plazo de seis meses, deberán abandonar el país. Por otra parte, los inmigrantes no tendrán derecho a recibir prestaciones sociales hasta que lleven viviendo en el Reino Unido cuatro años y no recibirán el subsidio familiar por hijos que vivan en el extranjero.

David Cameron ha dicho que repetirá como primer ministro sólo si puede garantizar el referéndum al que se ha comprometido convocar antes de 2017 sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea (UE). Tan sólo quedan 24 horas para las elecciones más inciertas de las últimas décadas y, sin posibilidades de conseguir mayoría, el líder tory sabe que necesita el apoyo de partidos minoritarios para formar gobierno. Aún así, recalca que el plebiscito es una “línea roja” en los pactos post-electorales. La City no aprueba la consulta y en las oficinas de Bruselas tampoco agrada el órdago que el premier ha puesto sobre la mesa. Pero ahora más que nunca, es preso de sus palabras.

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