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El absurdo coste de morir en Venezuela
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El absurdo coste de morir en Venezuela

En el país con más muertes violentas, fallecer sale muy caro. A pesar de los precios "solidarios" de los servicios de tanatorio, muchos deben esperar días y recurrir a dinero prestado

Foto: Un trabajador prepara flores junto a unos ataúdes en una funeraria de Caracas (Reuters).
Un trabajador prepara flores junto a unos ataúdes en una funeraria de Caracas (Reuters).

John Kelvinson fue a comprar un medicamento para su bebé de dos meses. Eran las 10 de la noche en una farmacia de la zona de Santa Mónica, en Caracas, cuando dos hombres en moto se acercaron para robarle la suya. Se resistió y le dispararon en el pecho. Henry Linares iba en un autobús camino de su casa. En el kilómetro 7 de El Junquito un hombre armado subió al vehículo. Henry no quiso entregar su teléfono móvil yrecibió un disparo.Murió en el acto. La vida en Venezuela no vale nada. Pero morir tiene un alto costo para los familiares que el difunto deja en Tierra de Gracia.

Por la morgue de Bello Monte pasan todas las víctimas de muerte violenta, o con causas y circunstancias por aclarar, de toda la zona metropolitana de Caracas. Si alguien muere de un disparo, de un infarto en mitad de la calle o se cayó por las escaleras de casa, sus huesos irán a parar a este lugar.

También es el último lugar donde buscan los que ya no saben dónde buscar. El tío de Marvin Escobar es taxista, tiene 71 años y no aparece desde el miércoles 25 de febrero. Han buscado en todos los hospitales de Caracas, Periférico, Magallanes de Catia, Clínico, Pérez de León… Todos. No sólo en las morgues, sino en las áreas de cuidados intensivos de los centros. “No sabemos si está muerto o si ha perdido la consciencia y no nos puede avisar de dónde está”, cuenta Marvin.

Pero esperan lo peor. La policía encontró su coche en el estado Vargas, con un hueco de bala en el cristal trasero. Los agentes recuerdan que, horas antes, habían tenido un altercado con ese mismo coche. “Lo manejaban malandros. Imaginamos que se lo robaron a mi tío. Pero mi tío no aparece”. El sábado, Marvin ya había identificado siete cadáveres. Ninguno era su tío. A la hora de redacción de este reportaje, sigue sin aparecer.

Los familiares pueden pasar horas y días a las puertas de la morgue. Los niños tienen prioridad a la hora de hacer los análisis forenses y pedir que un familiar entre a reconocerlos. Los adultos van después y la rapidez dependerá del volumen de "clientes" que entren ese día. El pasado fin de semana ingresaron 68 cadáveres a la morgue de Bello Monte, según cifras extraoficiales. En lo que va de 2015, la media es de 14 ingresos por día, también de modo extraoficial. Hace años que no se manejan datos oficiales, el Gobierno dejó de emitirlos.

La familia de José G. Márquez, periodista, esperó varios días hasta que pudieron sacar a su primo. “Hicimos palanca (pagar) para que nos lo entregaran antes. Tardaban demasiado. Luego no había hueco en las funerarias… También tuvimos que hacer palanca para que nos abrieran un espacio y poder velarlo”, dice José G. Márquez. No cuenta el monto exacto de ambas “palancas”, pero siempre debe ser lo suficiente para vencer otras ofertas similares. No es raro que no haya hueco en los tanatorios. La abuela de Janeth Ramírez se murió un sábado en la mañana y no pudieron velarla hasta el lunes. Mientras, el cadáver esperó en las neveras de la funeraria.

Juntar para un ataúd

Yeidris Linares ya ha reconocido el cadáver de su hermano Henry, el baleado en el Junquito. Ahora espera que se lo entreguen. Entre café y llanto se le acercan distintos hombres. Son los funerarios. Uno esperaría que fueran en traje y corbata, o al menos con camisa. Pero aparecen con un sencillo atuendo de pantalón vaquero y camiseta, que los confunde con los grupos de familares. Ellos se encargan de, en el momento más doloroso e imprevisto en muchos casos, ofrecer los servicios de las empresas que representan.

“Han venido a ofrecerme de todo, pero hay cosas que no puedo pagar”, cuenta Yeidris.Le sugerían un servicio por 56.000 bolívares, (7.407 euros al cambio oficial y 181 en el mercado negro). Se trata de casi diez salarios mínimos, una cantidad quela familia de Yeidris no sería capaz de asumir. “Me ofrecieron otro de 50 mil, pero te dan que sí la capilla, la urna y tres sillas. Ni corona, ni cantante, ni nada de eso. Hemos elegido la más barata, de 25 mil”. La mitad.

Se ahorrarán un pellizco, pero aún asítendrán que solicitar ayuda para afrontar los gastos. “Hemos pedidoa los compañeros de trabajo, aprovechado lo que hemos guardado… Pero esto es un gasto que nadie esperaba. No puedo pagar más nada ni comprar nada más en un tiempo”, lamenta Yeidris. A Henry lo enterrarán en el cementerio de El Junquito (a las afueras de Caracas), en un nicho que su cuñado lleva pagando 3 años. “2.500 al mes por el nicho y además, 1.800 al año por condominiodurante 3 años”, cuenta. Una suma que alcanza los 95.400 bolívares (12619 euros en tasa oficial, 538 en tasa Simadi, 309 en el euro negro del viernes).

Precios impagables

Albertina Vargas vive en el populoso barrio José Félix Ribas, en Petare, el barrio-favela más grande de América Latina. Hace unas semanas se murió su sobrina de una neumonía.“Se le complicó porque le daba mucho al trago, llevaba un año con su hijo muerto y eso le pegó. No hacía sino beber”. Su otro hijo la encontró muerta en el baño. La levantó, la vistió y la acomodó en la cama. Luego llamó a Albertina para que le ayudara con los trámites funerarios.

“El entierro nos ha costado 55 mil bolívares. ¡Un realero! No tenía seguro ni nada”, cuenta Albertina. Trabaja en varias casas como empleada del hogar, sin contrato, sin salario fijo, sin seguridad social. Como mucho, gana alrededor de 10 mil bolívares al mes, dinero con el que vive ella y ayuda a su hijo. Dinero insuficiente para afrontar el sepelio de su sobrina. “Hemos pedido a todo el que pudiera colaborar, los amigos de mi hijo le han dado dinero desde Valencia (estado Carabobo), la gente del barrio ha colaborado con lo que puede, 100 bolivitas por aquí y por allá”.

En la Funeraria Monumental del Cementerio del Este, el más grande de Caracas, ofrecen todo tipo de servicios, salvo la inhumación o cremación del cuerpo. Lo más barato es el servicio de velatorio de hasta 6 horas en lo que llaman capillas del este. Incluye búsqueda y traslado del cuerpo, derecho a uso de ataúd, preparación y arreglo del cuerpo, cafetería, habitación de descanso, carroza fúnebre, asesoría en trámites legales y oficio religioso en la capilla velatoria. Todo al precio de 20.143 bolívares (3,5 salarios mínimos, 266 euros al cambio oficial, 65 en el mercado negro).

El servicio más caro, con todo lo descrito anteriormente en capilla monumental y por un plazo de velación de hasta 24 horas, cuesta Bs 65.447 (11,6 salarios mínimos, 8.660 euros al cambio oficial, 212 al mercado negro). Ninguno de los servicios de la Monumental, ni de ninguna funeraria en Venezuela, se puede pagar a crédito. “Luego de enterrado, no pagan, se han visto casos”, explica Guenia Kaufman, gerente. Explica que los precios son “solidarios”, debido a la ley de costos no se puede tener más de un 30% de ganancia.

Al servicio funerario hay que añadir el costo de las flores. Un ramo simple puede costar los pagables 300 bolívares (39 euros a cambio oficial, alrededor de un euro en paralelo). Si se quiere corona, el precio se eleva desde los 2500 hasta los 9000 bolívares (de 330-11,7 euros a 1.190-29 euros, según la tasa usada).

Cuando por fin se ha conseguido sacar al familiar de la morgue de Bello Monte o del hospital, se ha logrado encontrar hueco en la funeraria, se ha pagado por el servicio, el traslado y las flores, aún queda pagar la parcela. En el Cementerio del Este no quedan nichos al estilo que conocemos en España. "Todos están ocupados por europeos”, cuenta Livia Martínez, de la gerencia. Quedan los colombarios y cenizarios, que oscilan entre 20 y 25 mil bolívares (de 2.645-65 euros a 3.300-81 euros), y parcelas a ras del suelo, con un costo de entre 50 y 55 mil bolívares (de 6.613-162 euros a 7.275-178 euros).

Luego de enterrado, se paga una cuota anual para mantener el lugar adecentado. Incluso, en cada terraza (con espacio para varias parcelas)hay un jardinero al que se puede contratar. La idea es que todo el cementerio luzca igual, que nada sobresalga.“Es un concepto más bien tipo estadounidense, que parezca un parque. Mientras el adulto está abatido, el niño que viene está jugando”.

Si el familiar optó por lo más sencillo, puede haber gastado al final del periplo unos 50 mil bolívares, de 6.613 euros al cambio oficial a 162 euros en el paralelo. Casi nueve salarios mínimos. Una fuente cercana a la morgue de Bello Monte que prefiere mantener el anonimato cuenta que algunos familiares dejan a sus muertos sin identificar y sin recoger en la morgue. “Así se ahorran los gastos”.

John Kelvinson fue a comprar un medicamento para su bebé de dos meses. Eran las 10 de la noche en una farmacia de la zona de Santa Mónica, en Caracas, cuando dos hombres en moto se acercaron para robarle la suya. Se resistió y le dispararon en el pecho. Henry Linares iba en un autobús camino de su casa. En el kilómetro 7 de El Junquito un hombre armado subió al vehículo. Henry no quiso entregar su teléfono móvil yrecibió un disparo.Murió en el acto. La vida en Venezuela no vale nada. Pero morir tiene un alto costo para los familiares que el difunto deja en Tierra de Gracia.

Nicolás Maduro Hugo Chávez
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