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Mas y su 'guardia de corps' empujan a Pujol a un doble exilio de CDC y Cataluña
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REUNIÓN EN LA BODA DE LA HIJA DE VILARRUBÍ

Mas y su 'guardia de corps' empujan a Pujol a un doble exilio de CDC y Cataluña

La plana mayor de la Generalitat (reunida en la boda de la hija de Carles Vilarrubí) espera Pujol dimita de sus caros en CDC y CiU, y prevén que abandone el país

Foto: Pujol, entre Mas y Duran i Lleida, en una reunión de la Comisión Ejecutiva de CiU (Efe)
Pujol, entre Mas y Duran i Lleida, en una reunión de la Comisión Ejecutiva de CiU (Efe)

Los cuatro hombres coinciden el pasado sábado. Están en una boda pero tienen cara de funeral, según explican diversos presentes en el que ha sido el banquete nupcial de la temporada. Son nada menos que el presidente de la Generalitat, Artur Mas; su número dos, el conseller de Presidencia, Francesc Homs; su número tres, el secretario de Presidencia, Jordi Vilajoana; y el conseller de Justicia, Germà Gordó. Los cuatro saben que el tema de conversación de los 400 invitados no son ellos sino el doble exilio que ha de afrontar el expresidente Jordi Pujol tras haber confesado tener dinero negro en Andorra: dejar la política y abandonar Cataluña.

La escena tiene lugar en el Relais Châteaux de Torre del Remei, en la Cerdanya, Girona. La novia es Carlota Vilarrubí, hija del empresario Carles Vilarrubí, quien, ironías del destino, inició su carrera política como voluntario, junto a Jordi Pujol, en la campaña de las autonómicas en 1980, cuando consiguió ser elegido presidente de la Generalitat.

A la también boda asistieron otras personalidades como Josep Oliu, presidente de Sabadell; el conde de godó, Arantza Quiroga, presidenta del PP Vasco; Antonio Hernández, presidente de Ebro Foods; Luis Carulla de Agrolimen; Helena Revoredo, presidenta de Prosegur; Jaime Castellanos; varios miembros de la familia Rothschild; Valentí Fuster; Marc Puig; y Javier Solana, entre otros. Y aunque Pujol no asiste a la celebración, su nombre está boca de todos.

Lo que dejan caer los cuatro miembros del gobierno catalán a los diversos asistentes (entre otros, el exministro socialista Javier Solana o la exministra del PP, Anna Birulés) es que esperan que durante esta semana Jordi Pujol dimita de los cargos que todavía le mantienen en la primera línea política: la presidencia de CDC y su pertenencia a la ejecutiva de CiU.

Esta dimisión es una petición de Mas y de su equipo de gobierno, que ven con inquietud la crisis abierta por el dinero negro de la familia Pujol en Andorra.

En realidad, Pujol ya puso sus cargos en el partido a disposición de Artur Mas cuando el pasado viernes se reunió con él en el Palau de la Generalitat y le comunicó el alcance de sus problemas fiscales. Sin embargo, esta decisión no ha sido comunicada aún oficialmente al partido.

Lo que no es una demanda del entorno político de Artur Mas es la marcha de Pujol de Cataluña. Eso se trata de una opción personal del fundador de CDC. Se prevé que el expresidente se vaya por algún tiempo a vivir al extranjero por su propia voluntad para evitar el rechazo social que se prevé en el entorno del líder convergente.

Es decir, Jordi Pujol afrontará un doble exilio. De la política, a la que ha dedicado toda su vida. Y de Cataluña, que él considera su obra personal. Aunque el entorno de Pujol no da pistas, una de las opciones con más posibilidades sería Alemania. Pujol habla alemán, se educó en el Colegio Alemán de Barcelona y tiene buenas relaciones en ese país.

Se da la circunstancia de que en los últimos años Pujol explicaba a sus allegados que una de las cosas que más temía era acabar como Helmut Kohl. El excanciller, al que Jordi Pujol conocía personalmente, fue muy valorado durante sus mandatos, en especial por la unificación alemana, pero al final su carrera acabó en la ignominia por un escándalo de financiación irregular de la CDU. Una obsesión que se ha convertido en premonición para el propio Pujol.

ERC, la gran beneficiada

Pero el cambio en las circunstancias personales de Pujol no cambia la gran crisis política en Cataluña. CiU está en caída libre en las encuestas desde su giro soberanista. Y si algo quedó claro a la mayor parte de los 400 invitados a la boda es que ERC y su líder, Oriol Junqueras, son los grandes beneficiados de la crisis provocada por Pujol, su familia y sus problemas con Hacienda, lo que inquieta a los numerosos empresarios y representantes de grandes fortunas asistentes.

Todo el mundo tiene claro que el proceso independentista queda muy tocado a corto plazo. Así, por ejemplo, se prevé que la reunión con el presidente español Mariano Rajoy dentro de dos días se zanje con una recomendación de Moncloa para que Artur Mas ponga orden en su casa. Pujol nombró a dedo a Artur Mas como su sucesor. Por tanto la caída de Pujol, debilita sobre todo a Mas y se vive como una tragedia en el entorno de Palau.

Cuestión de tiempos

Aunque en Madrid los entornos políticos contrarios a la independencia catalana estén celebrando el actual giro de los acontecimientos, en medios empresariales catalanes no se ve con tanto optimismo este radical cambio político. Se reconoce que a corto plazo, el proceso soberanista se debilita. Pero creen que este efecto apenas durará unos meses, tal vez hasta la convocatoria de la consulta.

Eso supone que tras el 9 de noviembre, fecha en la que se quiere convocar el referéndum que todo el mundo da por hecho que no se llevará a cabo, si hay elecciones autonómicas adelantadas en Cataluña, ERC aumentaría todavía más la ventaja sobre CiU que ahora ya le dan los sondeos. Algo que a largo plazo tensionará todavía más las relaciones entre la Generalitat y el Gobierno español. Justo el peor escenario para los grandes empresarios catalanes, quienes de forma mayoritaria, abogan por un pacto con Madrid, la denominada tercera vía. Malos tiempos para invitar a bodas al presidente de la Generalitat.

Los cuatro hombres coinciden el pasado sábado. Están en una boda pero tienen cara de funeral, según explican diversos presentes en el que ha sido el banquete nupcial de la temporada. Son nada menos que el presidente de la Generalitat, Artur Mas; su número dos, el conseller de Presidencia, Francesc Homs; su número tres, el secretario de Presidencia, Jordi Vilajoana; y el conseller de Justicia, Germà Gordó. Los cuatro saben que el tema de conversación de los 400 invitados no son ellos sino el doble exilio que ha de afrontar el expresidente Jordi Pujol tras haber confesado tener dinero negro en Andorra: dejar la política y abandonar Cataluña.

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