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Sabadell y Caixa no cabalgan juntos: Oliu prefiere Madrid y Fainé se iría a Mallorca
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RESACA SECESIONISTA EN CATALUÑA

Sabadell y Caixa no cabalgan juntos: Oliu prefiere Madrid y Fainé se iría a Mallorca

Los dos grandes bancos catalanes, La Caixa y el Sabadell, no quieren oír hablar de planes de contingencia pero ambos tienen claro su respectivo destino si tienen que salir pitando de Cataluña

Foto: Isidro Fainé, en un momento de la entrega de becas de La Caixa en 2014. (EFE)
Isidro Fainé, en un momento de la entrega de becas de La Caixa en 2014. (EFE)

Los más optimistas, tanto los convencidos como los obligados, consideran que el tren de la secesión en Cataluña ha descarrilado una vez que las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre no han servido para conseguir el impulso político al proyecto de ruptura alimentado por Artur Mas desde la Generalitat. Otros, los más realistas, estiman que los comicios han dejado el poso de una división política y perfectamente identificada a escala social, con un 48% de votantes partidarios de una independencia, lo que obliga a una negociación a cara de perro con el futuro Gobierno que surja de las urnas el próximo 20 de diciembre.

El anclaje de Cataluña en el futuro modelo territorial de España genera en estos momentos una fuerte resaca que amenaza con transformarse en una patología crónica para las relaciones de negocio de aquellos agentes económicos que tratan de mantener una posición equidistante ante el conflicto. Es el caso de La Caixa y el Banco Sabadell, las dos grandes entidades bancarias de origen regional pero con ámbito, destino y proyección internacional, que están abocadas a vivir sobre el alambre de un siniestro equilibrio porque lo que no harán nunca es meterse a redentores para luego salir crucificados.

Tanto Isidro Fainé como Josep Oliu han espantado con mejor o peor juego de cintura las múltiples y distintas presiones recibidas para decantar con un papel activo la posición de sus respectivos imperios financieros. La estrategia en ambos casos ha consistido en mantener el tipo institucional frente a tirios y troyanos dejando claro que cualquier decisión corporativa estaría orientada a la defensa exclusiva de los intereses económicos que representan como máximos responsables de sus dos grandes grupos bancarios. La naturaleza de este principio de actuación exigía, en cualquier caso, hilar muy fino para proyectar una imagen pública de tranquilidad ante los mercados que fuera coherente con la hoja de ruta preparada en todo caso para encontrar una salida al enrevesado laberinto catalán.

Tanto La Caixa como el Sabadell se remiten al comunicado de la banca y guardan celosamente cualquier plan de contingencia para salir de Cataluña

Tanto en fuentes de La Caixa como del Banco Sabadell se asegura oficialmente que “no han tenido ni tienen ningún plan de contingencia” ante una eventual proclamación de independencia. El frustrado golpe de efecto electoral de las fuerzas separatistas que encabezaba la candidatura unitaria de ‘Junts pel Sí” facilita a toro pasado la difusión de un mensaje que trata de poner distancia con las enormes tensiones padecidas en los últimos meses. Ambas entidades intentan mostrar la mejor de las caras ante el mal tiempo político que afecta directamente a sus negocios en un empeño legítimo por despejar los nubarrones que tarde o temprano volverán a arreciar con plena virulencia sobre Cataluña.

Lo que no pueden negar los portavoces autorizados es que el dinero no tiene ideología y que los encargados de engordar la caja están obligados a mostrar sus más severas precauciones ante los organismos reguladores que se mantienen ojo avizor y con la mosca cada vez más pegada a la oreja. De ahí que en los contactos internos e intensos mantenidos por los principales banqueros españoles en los momentos previos a las últimas elecciones catalanas y también en las conversaciones formales con los responsables del Banco de España el asunto central del debate haya estado principalmente orientado a conocer el destino preferente de una eventual diáspora financiera.

El exilio forzado, la escapada a toda prisa o la salida de emergencia, dependiendo de la sensibilidad de cada uno, constituye a estas alturas un ejercicio de responsabilidad que ningún dirigente empresarial que se precie en Cataluña debería soslayar. Ni Oliu ni Fainé lo han hecho y aunque ambos defiendan con uñas y dientes su apuesta más conservadora a favor de mantener la sede social de sus respectivas entidades, no es menos cierto que ambos tienen muy claro el plan B que ojalá nunca tengan que poner en marcha. Es más, dentro del mercado financiero están convencidos que si el Banco Sabadell y La Caixa se vieran finalmente obligados a hacer las maletas sus respectivos viajes tendrían diferentes destinos.

El Gobierno ha cambiado la regulación para que la decisión de un traslado a cualquier parte de España sea adoptada sin pasar por la junta de accionistas

Oliu ha expuesto en sus círculos más próximos que el banco arraigado en la localidad lanera donde él mismo nació trasladaría su domicilio a Madrid. En previsión de un cambio que cada vez se antoja más verosímil el Banco Sabadell se encargó hace unos meses de mover sus resortes en el Congreso de los Diputados, previo paso por las dependencias palaciegas de Moncloa, para modificar la legislación de modo y manera que el billete a la capital pudiera ser obtenido como un salvoconducto especial por vía de urgencia y sin pasar por la autorización, excesivamente complicada, de la junta general de accionistas. El Gobierno accedió a la petición con una enmienda en la regulación concursal que, a su vez, despejaba el camino normativo de la Ley de Sociedades de Capital.

El cambio en cuestión faculta ahora a cualquier empresa para salir de su territorio con el mero acuerdo del consejo de administración; es decir con una decisión exprés que no tiene que ser telegrafiada a toda la masa social ni a la opinión pública. Hasta la fecha, dicha flexibilidad estaba limitada a los traslados dentro del propio municipio. Ahora vale para mudarse por toda España y constituye una oportunidad que puede ser perfectamente utilizada por La Caixa al decir de muchos de los que se han desahogado con Fainé en las últimas semanas de lamentos y tribulaciones protagonizadas por los grandes protagonistas del mercado financiero.

Los ‘seis grandes’ de la banca española; esto es, Banco Santander, BBVA, Caixabank, Bankia, Sabadell y Popular, han cerrado filas para rubricar con nombre propio la declaración institucional emitida por la AEB y la CECA una semana antes del 27-S. El comunicado fue redactado al límite y al milímetro, prescindiendo de cualquier alarde emotivo sobre el futuro político de Cataluña y apelando exclusivamente al riesgo inherente de inseguridad jurídica para unas entidades financieras que no están dispuestas a abandonar la zona euro. Demasiado, en todo caso, para los que están abocados a guardar la ropa en sus relaciones de negocio mientras siguen surfeando sobre las olas del diluvio secesionista que no cesa.

Entre viajar al mar o a la montaña, Josep Oliu prefiere escalar picos en la capital mientras que Isidro Fainé se decanta por seguir cerca de la playa

Fainé ha acreditado maneras de sobra para responder positivamente a cualquier tratamiento de esquizofrenia empresarial como la que provoca la deriva catalanista. El presidente de La Caixa está preparado para aguantar los envites, pero eso no implica que vaya a cruzarse de brazos si la inundación termina derivando en una declaración de zona catastrófica. Las expectativas de destino de la primera entidad financiera de Cataluña estaban preferentemente localizadas al principio en Navarra y así lo venía manifestando su titular en conversaciones privadas con algunos de sus más íntimos colegas. En las últimas semanas, quizá influenciado por las inclemencias de distinto signo y pelaje que ha tenido que soportar, Fainé se decanta ahora por el clima más cálido de Palma de Mallorca.

Ni para Barcelona ni para Madrid, parece haber dicho en todo caso el presidente de La Caixa, convencido de que la división de opiniones termina siempre maltratando cualquier decisión salomónica. Sea como fuere, si los imponderables imponen un ejercicio inevitable de cordura, los dos grandes bancos catalanes saldrán por la misma puerta pero no cabalgarían juntos. Entre el mar y la montaña, Oliu es partidario de escalar los picos financieros más altos de la capital mientras que Fainé prefiere seguir cerca de la playa.

Los más optimistas, tanto los convencidos como los obligados, consideran que el tren de la secesión en Cataluña ha descarrilado una vez que las elecciones autonómicas del pasado 27 de septiembre no han servido para conseguir el impulso político al proyecto de ruptura alimentado por Artur Mas desde la Generalitat. Otros, los más realistas, estiman que los comicios han dejado el poso de una división política y perfectamente identificada a escala social, con un 48% de votantes partidarios de una independencia, lo que obliga a una negociación a cara de perro con el futuro Gobierno que surja de las urnas el próximo 20 de diciembre.

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