BBVA cancela la venta de su filial en Portugal por el contagio de Espírito Santo

BBVA ha apostado fuerte por España con la compra de Catalunya Banc. Y también por Portugal, aunque en este caso en contra de su voluntad. Según han confirmado fuentes financieras, el grupo presidido por Francisco González seguirá en el país vecino al haber rechazado por insuficientes las ofertas recibidas en las últimas semanas. El consejo de administración ha puesto en cuarentena la desinversión, que se ha visto afectada por el desplome del Banco Espírito Santo.

La entidad ha roto las conversaciones con Caixa de Crédito Agrícola, el banco luso que más se aproximó a lo que pedía BBVA por su negocio en Portugal. Con esta cooperativa fue con la que mantuvo negociaciones en exclusiva hasta hace pocos días tras no considerar adecuadas las propuestas de Banco Atlántico, BIC y Santander Totta. La subsidiaria del Santander sólo llegó a estar interesada en alguna cartera de crédito, pero no en la totalidad del negocio de su competidor.

El intercambio de opiniones con Caixa de Crédito Agrícola, una sociedad que agrupa a cerca de 82 pequeños bancos locales en Portugal con una red de casi 700 oficinas, tampoco ha llegado a buen puerto. Aunque oficialmente no se especificó en cuánto se había valorado la división lusa de BBVA, fuentes financieras indican que la operación rondaba los 500 millones de euros.

Si se toman como referencias el valor en libros y el patrimonio del negocio del banco español en el país vecino, el importe de la operación oscilaba entre los 207 y los 381 millones. La filial exclusivamente bancaria del segundo mayor banco español tiene unos activos de 5.471 millones, con unos pasivos de 5.192. Esta sucursal perdió 107 millones de euros en 2013, pero el grupo con sede en Bilbao tiene además otro tipo de negocios, como sociedades inmobiliarias, gestoras de pensiones y de fondos de inversión, de alquiler de coches y otros servicios financieros, cuyo valor asciende a otros 100 millones.

Las cuentas anuales consolidadas reflejan que los números rojos en Portugal fueron de 357 millones, algo más del doble respecto a los 177 de 2012 y los 188 del ejercicio anterior. Unas pérdidas derivadas principalmente de la actividad inmobiliaria y por las elevadas provisiones que el conjunto del sector ha tenido que hacer después de que el país entrase en recesión y tuviera que ser rescatado por Europa.

Una tormenta inesperada

Al proceso de venta de BBVA Portugal, asesorado por Nomura, no le ha ayudado precisamente el desplome del Banco Espírito Santo. La caída en picado de la cotización de este histórico banco –se ha hundido un 50% en apenas un mes– y el efecto contagio que salpicó al resto del sector ahuyentaron a potenciales compradores que, como ha ocurrido en España, habían valorado positivamente la mejoría de la economía en el país. El descenso de la prima de riesgo y la salida de la recesión habían atraído a fondos que querían apostar por la recuperación de uno de los países más afectados por la crisis.

En esta percepción positiva confía BBVA para poder vender su filial más adelante. Porque, aunque la operación se ha aplazado sine die, el banco español mantiene su estrategia de salir del país vecino en cuanto llegue una oferta que colme con sus expectativas de precio. Así actuó con la desinversión en Panamá, transacción que paso por diversas etapas hasta que Leasing Bogotá aceptó pagar 472 millones de euros.