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'Los guardianes de la justicia': ¿la serie que la burbuja de los superhéroes necesita?
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UN EXPERIMENTO DE NETFLIX

'Los guardianes de la justicia': ¿la serie que la burbuja de los superhéroes necesita?

Netflix se cuestiona el futuro de un género donde no parecen caber ideas nuevas con una serie que combina imagen real, animación en 2D y 3D, píxeles de videojuego y plastilina

Foto: Marvelous Man, en un momento de 'Los guardianes de la justicia'. (Netflix)
Marvelous Man, en un momento de 'Los guardianes de la justicia'. (Netflix)

La fórmula de los superhéroes presenta claros signos de agotamiento. Las propuestas, tanto cinematográficas como en forma de series de televisión, recuerdan cada vez más unas a otras y luchan penosamente por destacar entre ingentes universos transmedia. Contra esta inercia, Netflix ha estrenado, casi de tapadillo, 'Los guardianes de la justicia', que quizá sea exactamente la serie que la burbuja de los justicieros enmascarados necesita.

La revolución que plantea 'Los guardianes de la justicia' no está dentro de sus siete episodios de apenas media hora, sino fuera: en su superficie. Puede que en el asunto de los superhéroes no haya mucho más que contar, pero las posibilidades en cuanto al cómo contarlo son todavía ilimitadas.

En el género de los superhéroes no parecen caber ya las ideas nuevas

Es precisamente ahí donde innova la serie de Netflix. A medida que avanza su estrambótica historia, entre el drama y la parodia, el relato adopta decenas de apariencias distintas: imagen real, animación en 2D y 3D, metraje de archivo, 'stop-motion' con plastilina, imágenes de videojuego de ocho bits, efectos de láser e incluso recortes de prensa.

La trama de 'Los guardianes de la justicia', por el contrario, no sorprende tanto. La serie arranca con Marvelous Man, el superhéroe más poderoso y querido de la Tierra, suicidándose en directo por televisión. A partir de ahí, el resto de los héroes que formaban con él un superequipo conocido como los Guardianes de la Justicia debe encontrar un nuevo equilibrio entre las fuerzas del bien y del mal.

placeholder Una imagen de 'Los guardianes de la justicia'. (Netflix)
Una imagen de 'Los guardianes de la justicia'. (Netflix)

Salvo por la impactante imagen descrita, 'Los guardianes de la justicia' transcurre con normalidad. Sus eclécticos capítulos desarrollan una trama 'noir' al uso: una tragedia que no es lo que aparenta, un antihéroe en horas bajas que se echa la investigación a la espalda, un oscuro entramado criminal que es solo un síntoma visible de la podredumbre general del sistema… La serie entrega lo esperado, ni más ni menos.

Retales y fetiches

Sin embargo, su inabarcable variedad visual apunta numerosos caminos por los que seguir profundizando en un género, el de los superhéroes, donde parece que no caben las ideas nuevas. La apuesta a futuro de 'Los guardianes de la justicia' es contar lo de siempre, pero hacerlo con herramientas inéditas.

El responsable del experimento es Adi Shankar, productor macarra que se ha construido concienzudamente una reputación de impostor en Hollywood y que durante años apareció públicamente con la cara pintada como un luchador de 'wrestling'. Lejos de resultar incómodo a Netflix, para la plataforma es poco menos que el profeta que la enseñó a explotar el nicho de la animación para adultos, cuando produjo para ella el exitoso 'anime' 'Castlevania'.

placeholder Un fotograma de 'Los guardianes de la justicia'. (Netflix)
Un fotograma de 'Los guardianes de la justicia'. (Netflix)

Shankar considera 'Los guardianes de la justicia' su proyecto más personal hasta la fecha. Sorprende, pues la serie no podría acercarse más a un amasijo de retales, préstamos y remedos de otras tantas producciones situadas en lo superheroico. Al mismo tiempo, es también la satisfacción de algunos fetiches y fantasías muy personales de su creador, como hacer una película de Batman o contratar como actor a su ídolo, el antiguo campeón de lucha libre Diamond Dallas Page.

Shankar basó parte de su carrera en usar franquicias ajenas sin derechos ni permiso

Si algo caracteriza al género de los superhéroes en el audiovisual reciente, eso es la frustración. Que una adaptación de un justiciero con capa de los tebeos a la pantalla defraude las expectativas creadas no sorprende ya a nadie a estas alturas. 'Los guardianes de la justicia' identifica este problema y propone un diagnóstico.

El cine y las series de superhéroes andan últimamente decepcionados por cómo las aspiraciones artísticas de los autores que las realizan se estrellan contra las estrecheces de los encargos de megacorporaciones como Marvel o DC —y, a su vez, Disney y Warner—. Ante esto, la tesis de 'Los guardianes de la justicia' es radical: la trascendencia que el género no termina de alcanzar está en la copia, en renunciar a la originalidad. En que el autor se disuelva en un océano de referencias para, paradójicamente, no parecerse a nadie.

El contrabandista

En ese ideal rotundo ha aterrizado la carrera de Adi Shankar, que durante años se basó precisamente en inmiscuirse en franquicias ajenas para proponer otras formas de hacer las cosas. Esa era la estrategia fundamental del Bootleg Universe —en castellano, Universo de Contrabando—, una marca propia que Shankar armó en torno a un canal de YouTube. Allí colgaba cortometrajes de ficción que tomaban prestadas licencias millonarias como Pokémon, Venom o los Power Rangers; por supuesto, sin tener los derechos ni pedir permiso.

Habrá quien viera la insolencia de Shankar como publicidad gratuita para propiedades intelectuales en tiempo de vacas flacas. A otros como Al Jean, el 'showrunner' de 'Los Simpson', la actitud entrometida del productor no les hace tanta gracia. En una ocasión, a propósito de la polémica por lo estereotipado del personaje de Apu en la serie animada, Shankar organizó —sin que nadie se lo pidiera— un concurso de guiones en el que cualquiera podía presentar su propuesta para renovar al personaje. Jean se apresuró a desautorizar en Twitter la convocatoria.

Pero no crean que su modelo creativo anárquico repele a los magnates. Todo lo contrario: su desdén por las normas, que empezó despertando furor solo entre determinados círculos blogueros, ha acabado por interesar a grandes compañías que quieren revolucionar sus franquicias. La empresa de videojuegos Ubisoft, por ejemplo, le ha dado las llaves de su biblioteca de personajes para que los mezcle en una única serie animada al estilo Bootleg, que también dará Netflix. Todos tienen claro que Adi Shankar sabe dónde está el futuro, y que la sopa de estímulos de 'Los guardianes de la justicia' indica el camino.

La fórmula de los superhéroes presenta claros signos de agotamiento. Las propuestas, tanto cinematográficas como en forma de series de televisión, recuerdan cada vez más unas a otras y luchan penosamente por destacar entre ingentes universos transmedia. Contra esta inercia, Netflix ha estrenado, casi de tapadillo, 'Los guardianes de la justicia', que quizá sea exactamente la serie que la burbuja de los justicieros enmascarados necesita.

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