El cirujano Pedro Cavadas, crítico en 'El Hormiguero': "Somos unos monos cabrones"

Por primera vez en su historia, 'El Hormiguero' recibió este martes, 29 de enero, la visita del doctor Pedro Cavadas, el cirujano responsable del primer trasplante de cara en España. Cavadas se dedica a la reconstrucción microquirúrgica desde 1994. Con su equipo de 3 cirujanos plásticos lleva a cabo aproximadamente 1.800 cirugías anuales utilizando los tratamientos más novedosos para dar soluciones a pacientes considerados como inoperables o que han quedado con secuelas muy difícilmente reparables.

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Nada más llegar, Cavadas aseguró a Pablo Motos que aquel día había operado "religiosamente", sin descanso. "Esta mañana, un fémur y una reconstrucción de un codo y… surtidos. Nada excesivamente complejo". No obstante, aseguró también que, de haber tenido un caso más difícil, "sintiéndolo mucho, no habría venido" al programa.

Su respuesta no extrañó al presentador, pues Cavadas ha dedicado una vida entera a su profesión, realizando una media de 1.500 y 1.800 operaciones anuales e, incluso, viajando en calidad de ayuda humanitaria a África. No obstante, para el doctor la vida no es complicada, se la complica uno mismo.

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Precisamente, realizar el primer trasplante de cara en España le llevó a complicarse la vida más de lo que le habría gustado, pues llegó a establecer un vínculo muy estrecho con dicho paciente. Sincerándose ante las cámaras, el cirujano aseguró que lamentaba haber sido el primero en realizar una operación así en el país. "Ser el primero en algo no me pone nada ...porque, además, si hay una hostia volandera te la llevas tú", explicó.

El programa de Pablo Motos logró este martes batir su récord de la temporada tras dispararse hasta el 18,2% con 3.429.000 espectadores. 'El hormiguero' logró así superar su anterior mejor marca del curso, la protagonizada por Silvia Abril y Ana Morgade el pasado 21 de enero (3.318.000 y 17,9%). El programa de anoche fue, además, el espacio más visto de la jornada.

"Un golpe durísimo"

A propósito de dicho caso, Cavadas compartió con los espectadores que aquel caso resultó "muy doloroso porque el paciente murió y nos dio una lección de vida y muerte a todos, y me hizo muchísimo daño". La noticia de la existencia de un donante le pilló en Nairobi, pero ello no le hizo vacilar a la hora de coger un avión directo hacia su consulta, e incluso de "dormir en el suelo" a la espera de la operación.

Tras definir al paciente como "un amigo", admitía que no era "buena idea" establecer un vínculo así con las personas a las que debía atender, pero que "eso es una cosa que uno no decide, y ese paciente en concreto era un hombre de una calidad humana tan desbordante que era imposible no hacerse amigo suyo. Cuando murió... te mueres con él. Fue un golpe durísimo", aseveró. Sin embargo, reconoció que "la vida es así y hay complicaciones que no hay forma de solucionar ni de prever. Cuando eso pasa, la vida es una pequeña lluvia de hostias".

El peor momento de un cirujano

Tal y como Cavadas corroboró, el momento mas terrible para un cirujano llega cuando ha de confesar la muerte de uno de sus pacientes: "Eso no es divertido nunca, sobre todo si te dedicas a un tipo de pacientes que vienen a ti como su última opción". En este sentido, según explicó el doctor, siempre pregunta al paciente cómo quiere que se gestione la información, "¿quiere que le cuente la verdad o le cuento un cuento?".

Un tarea nada sencilla, pues aseguró que "un ser humano enfermo es material muy sensible, y un ser humano que se va a morir, es el ser humano más sensible de todos". Especialmente porque "un paciente en esas situaciones está muerto de miedo".

Un análisis a nuestra especie

Asimismo, Cavadas compartió su experiencia como cirujano en África. "Cuando no sales de Occidente, has visto cultura. Si vas más hacia el Ecuador, a las zonas duras del planeta, te das cuenta de que la vida no es el iPhone 8, el 10 o el 11. La vida es ¿voy o no voy a comer hoy?, ¿me van a freír a tiros o no lo van a hacer?", comentó con seriedad.

En cuanto al ser humano per se, el doctor reconoció no ser nada optimista con la evolución de la especie. "Los seres humanos, duchados y arreglados, damos el pego, pero cuando arañas un poco y observas cómo se comporta el ser humano... seguimos siendo unos monos cabrones. Me gustaría ser más optimista, pero la realidad es… que el ser humano es un bicho muy peligroso".