EEUU alerta de que China está aumentando su arsenal nuclear radicalmente

China está expandiendo su capacidad nuclear a un ritmo que “quita el aliento”, con un aumento vertiginoso del número de misiles nucleares y el desarrollo de nueva tecnología que “tiene serias implicaciones para la estabilidad estratégica” del mundo. Es lo que acaba de declarar el jefe del Comando Estratégico, el Almirante Charles Richard, en una vista a puerta cerrada en el Congreso de los Estados Unidos.

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Pero va mucho más allá, apuntando que lo que está pasando ahora mismo en Ucrania demuestra que tanto China como Rusia pueden "escalar unilateralmente un conflicto a cualquier nivel de violencia, en cualquier dominio, en todo el mundo, con cualquier instrumento de poder nacional y en cualquier momento". Obviamente, sin consecuencia directa para ellos.

Un futuro impredecible

En su testimonio ante el comité de defensa, según informa Bloomberg, Richard afirma que ahora mismo todas las posibilidades de conflicto, todos los planes operacionales del Pentágono ya no son válidos. Esto es producto de varios factores, tanto políticos como tecnológicos.

“Todas las capacidades que tenemos se apoyan sobre la suposición de que la disuasión estratégica, en particular la disuasión nuclear, se mantendría”, asegura Richard, pero el ejército de los EEUU — y el mundo entero — ya no cuenta con la garantía de que la destrucción mutua asegurada en una guerra nuclear mundial sea una garantía para evitar un conflicto.

Por una parte, países como Rusia han cambiado su doctrina atómica y ahora admiten el intercambio nuclear como un escenario admisible, algo que era absolutamente inimaginable en el pasado y — sólo en teoría, porque hay muchos expertos que no están de acuerdo — ha mantenido el mundo a salvo del apocalipsis nuclear desde el fin de la Segunda Guerra Mundial. La Unión Soviética sólo contemplaba el uso de la fuerza atómica en caso de una agresión atómica norteamericana y viceversa.

Putin y la nueva doctrina publicada por el Kremlin dicen que se reservan el derecho de atacar nuclearmente en respuesta a un ataque de fuerzas convencionales dentro o fuera de su territorio. Sólo, aseguran, tienen que “sentir que su existencia está amenazada”, una excusa que tiene muchas interpretaciones. Por ejemplo, que la OTAN declarase una zona de exclusión aérea sobre Ucrania podría ser interpretado como una amenaza a la existencia del estado ruso y su soberanía.

La doctrina nuclear china no está nada clara. Como apunta la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, ahora mismo existen cuatro corrientes conocidas dentro del país asiático que no son incompatibles entre ellas: ”la doctrina nuclear de autodefensa, la doctrina de disuasión nuclear mínima, la doctrina de la coerción contranuclear y, por último, una doctrina de disuasión limitada.” La primera es como la americana: nunca usar la fuerza nuclear primero. La segunda propone mantener un arsenal mínimo para disuadir de ataques a su soberanía. La tercera aboga por usar la capacidad nuclear para forzar la mano del posible enemigo. Finalmente, la cuarta afirma que hay que igualar la capacidad nuclear del enemigo para evitar que pueda afectar el curso de un posible conflicto.

En otras palabras: todo vale y el mundo ya no puede contar con que Rusia, China o Corea del Norte nunca vayan a usar sus armas nucleares.

Agresiva expansión nuclear

Todo esto se agrava por el progreso del armamento, que desestabiliza totalmente el supuesto equilibrio nuclear estratégico. Ya hablamos sobre el desarrollo ruso de armas diseñadas para ese cometido, como planeadores hipersónicos con cabeza nuclear imparables, nuevos misiles balísticos con ojivas nucleares de reentrada en frío o torpedos nucleares sigilosos. Según Richard, Rusia ha entrado en su segunda década de inversión en este tipo de armas y otras, como nuevas unidades de bombarderos nucleares estratégicos supersónicos Tu-160M. El almirante afirma que esto es “un logro que no se había visto desde la Guerra Fría”.

Las armas, según el propio Putin, están diseñadas para garantizar que Rusia pueda atacar a sus enemigos sin posibilidad de intercepción y que el enemigo ‘esté obligado a escucharles’. Si realmente funcionan como afirman, supuestamente daría la ventaja a Putin en la escalada de un conflicto, garantizándose lo que inglés llaman el “first strike” (primer impacto) con la potencial desactivación de la capacidad de respuesta norteamericana.

Por su parte, China sigue el mismo camino y ya tiene su arma hipersónica nuclear, que el jefe del Comando Estratégico de los EEUU afirma voló durante 40.000 kilómetros y 100 minutos, "la mayor distancia y el tiempo de vuelo más largo de cualquier sistema de armas de ataque terrestre de cualquier nación hasta la fecha".

Como apunta Bloomberg, Richard afirma que “China está invirtiendo fuertemente en tecnología de armas energéticas hipersónicas y dirigidas para el ataque global y la derrota de los sistemas de defensa contra misiles, las capacidades antisatélites, antimisiles y antidrones”.

Adicionalmente, tiene un agresivo plan de expansión de misiles nucleares, con un plan de terner 1.000 ojivas nucleares listas para 2030. Este plan ya lo conocíamos, pero EEUU tiene pruebas de que el país asiático ha construido múltiples campos de misiles, cada uno con 120 silos, en la parte occidental china. Estos silos están posicionados para llegar a Estados Unidos sin problemas, afirma el almirante.

La inutilidad de la escalada nuclear para garantizar la paz

Al final, Richard sólo está diciendo que, ahora mismo, EEUU no tiene ni la capacidad tecnológica de respuesta pero tampoco la capacidad estratégica porque los otros actores internacionales ya no obedecen a la lógica que dicta el hecho de la destrucción mútua garantizada en un conflicto nuclear.

Y ésa es la madre del cordero. Putin sabe que puede actuar con impunidad porque occidente ya ha mostrado todas sus cartas y sabe que no van a responder en la misma medida que él puede atacar. Y el conflicto de Ucrania demuestra que cualquier estado con armas nucleares, balísticas, hipersónicas o mediopensionistas, y sin escrúpulos puede hacer lo que le dé la gana. Como apunta el Boletín de los Científicos Atómicos — encargado de mantener el Reloj del Día del Juicio Final — la existencia de armas nucleares en varios países nunca ha sido garantía de paz ni un seguro contra una guerra nuclear mundial. Todo lo contrario y lo estamos viendo ahora en Ucrania, como afirma Sharon Squassoni — profesora de política tecnológica y ciencia internacional en la Universidad George Washington y co-directora de la mesa de seguridad del Boletín de Científicos Atómicos.

Squassoni dice que no hay otro camino que un nuevo acuerdo de desarme. “Cuando lo impensable se vuelve pensable, es una crisis. Y cuando lo impensable sucede, es una catástrofe”, apunta Squassoni. Ahora estamos en una crisis, argumenta, con unos crímenes de guerra que eran impensables en Europa después de la invasión de Hitler. “Si la guerra que Rusia sigue librando contra Ucrania termina sin que se dispare un arma nuclear, no será una victoria para la disuasión, sino para el desarme”, afirma. “Tal resultado demostrará que las armas nucleares siguen siendo, 75 años después de su invención, inutilizables, irrelevantes y una terrible pérdida de dinero, esfuerzo y vidas”. Igualmente, el uso de una pequeña arma nuclear en cualquier escenario sólo terminaría con Rusia sumida en el más absoluto de los desprestigios, aislada y eliminada de todas las instituciones, incluyendo el Consejo de Seguridad de la Naciones Unidas.

Obviamente, esto es imposible. A no ser que haya un cambio de régimen en Rusia, China o Corea del Norte, ninguno de esos estados querrán deshacerse de sus cartas nucleares. Saben que no pueden enfrentarse a las fuerzas convencionales de EEUU y la OTAN porque no tienen la capacidad (tampoco los chinos, todavía). Las bombas nucleares son su única fuerza y, después de la brutalidad de Putin, ya saben que pueden hacer de matones sin que nadie les diga nada excepto condenarles públicamente y levantar sanciones. Y en el caso de China — de la que occidente depende para su capacidad de fabricación de todo tipo de tecnologías claves — ni eso.