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El aparato que ayudará a la NASA a salvarnos de un asteroide se fabrica en España
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CÓMO SALVAR EL PLANETA

El aparato que ayudará a la NASA a salvarnos de un asteroide se fabrica en España

La misión NEO Surveyor de la NASA enviará un telescopio a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra. El sistema de comunicaciones comienza a diseñarse en Tres Cantos

Foto: NEO Surveyor. (NASA JPL)
NEO Surveyor. (NASA JPL)
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El 26 de septiembre de 2022 cambió nuestra relación con el espacio. La misión DART de la NASA impactó contra el asteroide Dimorphos y, por primera vez en la historia, el ser humano cambió la trayectoria de un cuerpo celeste. Fue un evento importante, pero tan solo era una pequeña prueba para algo mucho más grande e importante: la demostración empírica de que, si alguna vez es necesario, podemos proteger a la Tierra de una colisión catastrófica, como la que acabó con la época de los dinosaurios.

Sin embargo, para que el sistema de defensa funcione, lo primero es detectar el peligro. Dimorphos es un asteroide bien conocido: mide 160 metros y gira en torno a otro asteroide principal, Didymos (de 780 metros), formando un sistema binario, y no suponía una amenaza. Por el contrario, otros muchos sí pueden serlo. Por el momento, conocemos cerca de 20.000 objetos de este tipo cercanos a la Tierra y, de ellos, el 20% se considera potencialmente peligroso. De hecho, unos 900 miden más de un kilómetro. Los astrónomos creen que todavía hay un porcentaje importante de cuerpos celestes que podrían impactar contra nuestro planeta y no hemos sido capaces de identificar.

Foto: Un cohete Falcon Heavy de la compañía SpaceX despega desde Cabo Cañaveral con la nave Psyche en su cúspide. (Reuters/Joe Skipper)

Por eso, la NASA está trabajando en una misión que debe mejorar sensiblemente nuestra capacidad de detección actual: NEO Surveyor (NEO son las siglas de near earth objects, en inglés, objetos cercanos a la Tierra). Su objetivo es lanzar un telescopio al espacio que sea capaz de cazar asteroides, compuestos por rocas, y cometas, formados por hielo y polvo interestelar, de más de 140 metros y cuya trayectoria pueda resultar amenazante para nuestro planeta, aunque con un amplio margen de 50 millones de kilómetros alrededor del mismo.

Made in Tres Cantos

El objetivo es que la misión pueda comenzar dentro de cuatro años, y ese es el plazo que tienen, a partir de ahora, en las instalaciones de Thales Alenia Space ubicadas en el Parque Tecnológico de Madrid, en Tres Cantos, para fabricar para la agencia estadounidense equipos de comunicación esenciales para este programa espacial. “Este telescopio se va a lanzar a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, a lo que se llama punto L1 de Lagrange, una posición de estabilidad gravitacional”, explica en declaraciones a El Confidencial la ingeniera de telecomunicaciones Miriam Catalán.

placeholder Representación de un cercano a la Tierra. (EFE)
Representación de un cercano a la Tierra. (EFE)

Desde esa ubicación, entre la Tierra y el Sol, el telescopio “observará el sistema solar a través de la longitud de onda infrarroja, que es invisible al ojo humano y que en gran parte está bloqueada por la atmósfera terrestre, para detectar objetos peligrosos que podrían provocar problemas en caso de colisión”. Precisamente, cualquiera que supere los 140 metros de tamaño, ya que probablemente no se desintegrarían en contacto con la mesosfera. El punto L1 de Lagrange “orbita a la misma velocidad que la Tierra”, lo cual es importante para mantener la conexión con la Tierra.

De esa conexión se encargará el equipo de Tres Cantos, al desarrollar transpondedores de banda S. “Estos dispositivos envían telemetrías de la nave a la Tierra y señales de ranging, que determinan cuál es su distancia exacta”, comenta Miriam Catalán, que lleva casi 20 años trabajando en el sector espacial, incluyendo proyectos en el operador satelital español Hispasat. Por lo tanto, este sistema “es importante porque indica el estado de salud del satélite, si funciona correctamente en conjunto y cada una de sus partes”. Estos aparatos también reciben los telecomandos enviados desde la Red de Espacio Profundo de la NASA.

placeholder La nave Psyche, de la NASA, en otra misión relacionada con asteroides.
La nave Psyche, de la NASA, en otra misión relacionada con asteroides.

Esta misión de defensa planetaria está gestionada por el Laboratorio de Propulsión a Chorro (JPL, por sus siglas en inglés) de la NASA, ubicado cerca de Los Ángeles (California, EEUU), pero el contratista principal es Ball Aerospace, que a su vez ha confiado en Thales Alenia Space para el diseño y la fabricación de componentes clave de la misión. En la sede de esta empresa en Toulouse (Francia), se van a encargar de los moduladores de banda K; y en la de Charleroi (Bélgica), de los amplificadores de tubo de ondas progresivas (TWTA) de banda K. En otras palabras: los sistemas que garantizarán el envío de las imágenes que capte el telescopio a la Tierra también se van a diseñar en Europa.

En el caso de la sede española, “llevamos muchos años desarrollando generaciones de transpondedores, así que tenemos mucha experiencia y cero fallos en este tipo de tecnología”, afirma la responsable. No obstante, “el reto es desarrollar funcionalidades importantes, como la encriptación, de forma específica para este programa y fabricarlo en el plazo”. Así que “partimos de cero, como cada vez que iniciamos un proyecto, y con la responsabilidad de saber que es un equipo crítico sin el cual la misión no puede funcionar”.

placeholder Instalaciones de Thales Alenia Space, en una visita de Ayuso. (EFE)
Instalaciones de Thales Alenia Space, en una visita de Ayuso. (EFE)

Todo el proceso de fabricación se lleva a cabo en las instalaciones de Thales Alenia Space en Tres Cantos, que cuentan con salas limpias (o salas blancas) preparadas para operar en condiciones estables de temperatura, presión, humedad y baja contaminación, tal y como se requiere para los satélites y otros equipamientos que son enviados al espacio. La zona destinada a la producción de estos componentes cuenta con 2.000 metros cuadrados. “Además de fabricar los equipos, realizamos todo tipo de pruebas, los integramos y los dejamos listos para enviar al cliente”, explica Miriam Catalán.

Recopilar datos para la defensa planetaria: un proyecto a largo plazo

El proyecto acaba de comenzar y la idea es que los dispositivos tengan una vida útil en el espacio de cinco años a partir de 2028. La NASA se marca ese periodo para recopilar imágenes de asteroides, tanto claros como oscuros. Los segundos, como su nombre indica, son más difíciles de detectar. Sin embargo, la ubicación del telescopio NEO Surveyor y la tecnología que emplea deberían ofrecer información muy valiosa acerca de su composición, forma, rotación y órbita. La meta es añadir cuanta más información mejor al catálogo de objetos potencialmente peligrosos para la Tierra, aunque sea a muy largo plazo.

Foto: El Atlantis conectado al Columbia en órbita terrestre. (NASA)

Además, los ingenieros españoles cuentan con la posibilidad de que —tal y como suele ocurrir con muchas misiones espaciales — el proyecto se alargue más allá del lustro previsto inicialmente. A pesar de que la radiación exterior puede dañar los equipos, consideran que, si se prolonga esta misión de la NASA más allá del año 2033, la única limitación para la vida útil del satélite sería el sistema de propulsión, ya que los componentes han demostrado en otros programas que pueden superar los 15 años.

Antes de que la misión NEO Surveyor aporte nueva información sobre asteroides y cometas que pueden resultar un peligro, otro programa espacial pondrá su granito de arena para defender el planeta este mismo año. En este caso, es la Agencia Espacial Europea (ESA) la que tratará de completar la misión DART enviando una sonda espacial a finales de 2024 al asteroide Dimorphos para comprobar qué ha pasado tras el impacto que modificó su órbita. En esta misión, llamada HERA, también participa Thales Alenia Space, que ha desarrollado sistemas para controlar y seguir a la sonda a una distancia de hasta 500 millones de kilómetros. De esta forma, enviará a la Tierra toda la información recopilada, por ejemplo, sobre el cráter generado por el impacto.

El 26 de septiembre de 2022 cambió nuestra relación con el espacio. La misión DART de la NASA impactó contra el asteroide Dimorphos y, por primera vez en la historia, el ser humano cambió la trayectoria de un cuerpo celeste. Fue un evento importante, pero tan solo era una pequeña prueba para algo mucho más grande e importante: la demostración empírica de que, si alguna vez es necesario, podemos proteger a la Tierra de una colisión catastrófica, como la que acabó con la época de los dinosaurios.

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