El momento más incómodo entre un perro y su amo: la ciencia explica por qué sucede

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Quienes tienen perro están acostumbrados. En cambio, aquellos que acaban de adoptar uno se quedan extrañados al observar que se les queda mirando fijamente en un momento tan íntimo como es hacer caca. Algo que sería impensable para los seres humanos. Pero no solo para nosotros, sino también para otras muchas especies domésticas como son, por ejemplo, los gatos, que buscan el mayor cobijo posible a la hora de realizar sus deposiciones.

La doctora en veterinaria Kathryn Primm, a través de su blog en la web iheartdogs.com, ha explicado el motivo. En concreto, afirma que “la defecación es uno de los momentos de la vida de un animal en los que más vulnerable e indefenso se encuentra”, lo que se debe a que “debe adoptar una postura que le impide huir o luchar fácilmente”. Según ella, “el perro es consciente de esta situación de indefensión gracias a su instinto”.

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Además, los perros siguen manteniendo el instinto de pertenencia a una manada, el cual deriva de sus antepasados (los lobos). De hecho, en lugar de dueño o amo, sería más acertado hablar de “líder” o de “miembro dominante”. El motivo por el que estos animales nos miran fijamente mientras defecan se debe a que depositan en nosotros la confianza de alertarles sobre cualquier peligro a través de la voz o el lenguaje no verbal.

Una teoría demostrable

Por ejemplo, la doctora Primm asegura que si el amo da un grito o realiza un movimiento brusco repentino, el perro reaccionará interpretando que algo peligroso sucede. Esta también es la razón por la que, a veces, a los canes les cuesta encontrar un sitio adecuado en el que hacer sus necesidades. Esta sensación de vulnerabilidad suele invitarles a buscar lugares lejanos a su territorio donde no llamen la atención. Es más, acostumbran a no defecar si hay otros perros o personas distintas a su dueño mirándoles.

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Esta teoría desmiente todas las creencias populares como, por ejemplo, aquella que afirma que la mirada se debe a la espera de una recompensa, ya que cuando el perro era cachorro había recibido golosinas para enseñarle a no defecar dentro de casa y sí en la calle. También el que indica que esta es la forma que tienen de “pedir permiso” a sus dueños, como si les preguntasen si pueden hacerlo en ese sitio concreto.