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Este gorro sabe si estás sufriendo un ictus y puede salvar tu vida de camino al hospital
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DATOS DE 400 PACIENTES

Este gorro sabe si estás sufriendo un ictus y puede salvar tu vida de camino al hospital

Una investigación de los Países Bajos muestra el potencial de un sistema que detecta el tipo de accidente cerebrovascular en la ambulancia, un dato para anticipar el tratamiento

Foto: Gorro que detecta las ondas cerebrales del ictus. (Amsterdam UMC)
Gorro que detecta las ondas cerebrales del ictus. (Amsterdam UMC)

Los accidentes cerebrovasculares son la primera causa de discapacidad en nuestro país, la segunda causa de muerte y la segunda causa deterioro cognitivo, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Cada año, lo sufren unas 110.000 personas, de las que fallece un 15%. Entre los pacientes que logran sobrevivir, alrededor de un 30% queda en una situación de dependencia funcional. Todo se debe a una alteración en el flujo de la sangre que llega al cerebro. El 80% de los casos son ictus isquémicos, cuando la causa es una obstrucción, habitualmente provocada por un coágulo; mientras que el resto son ictus hemorrágicos, caracterizados por la rotura de algún vaso sanguíneo. En cualquier caso, siempre aparecen de forma brusca, así que saber identificarlos y reaccionar a tiempo puede ser clave para el desenlace.

Sin embargo, para los profesionales sanitarios no especializados no resulta fácil confirmar un diagnóstico de ictus en un primer momento y sobre todo es complicado determinar cuál puede ser la gravedad de este tipo de episodios. Por eso, un nuevo dispositivo desarrollado en los Países Bajos puede ser de gran ayuda: un gorro idéntico a los de natación, pero dotado de electrodos, se coloca en la cabeza del paciente y detecta sus ondas cerebrales reconociendo si, efectivamente, sufre un accidente cerebrovascular y cuáles son sus características. Disponer de esta información es fundamental, porque si es un ictus isquémico de pequeño tamaño, el paciente puede recibir inmediatamente un anticoagulante; mientras que, ante un problema mayor, debe ser intervenido en el hospital. Tomar esa decisión, por ejemplo, en el traslado en la ambulancia, puede cambiarlo todo.

Foto: Hemorragia cerebral. (iStock)

Tras diseñar el gorro, científicos de los Amsterdam University Medical Centers (Amsterdam UMC) han probado su funcionamiento entre 2018 y 2022 en 12 ambulancias y ahora acaban de publicar los resultados en la revista Neurology. Los datos corresponden a 400 pacientes de los Países Bajos atendidos en este periodo y demuestran que este sistema reconoce de manera muy precisa si una persona sufre un ictus isquémico. "Funciona muy bien en el entorno de una ambulancia", ha explicado el neurólogo Jonathan Coutinho, autor del artículo, "con las medidas del gorro, podemos distinguir entre un accidente cerebrovascular isquémico grande o pequeño".

Este investigador, que desarrolló el gorro junto a sus colegas Wouter Potters y Henk Marquering, considera que el avance puede salvar vidas, al anticipar qué se debe hacer con el paciente camino del hospital. En caso de ictus, “el tiempo es cerebro, literalmente”, asegura. Es decir, que “cuanto antes iniciemos el tratamiento adecuado, mejores serán los resultados”. Si el diagnóstico ya está claro en la ambulancia, se puede derivar al paciente al servicio adecuado, "lo que ahorra un tiempo valioso", añade Coutinho.

placeholder Ictus isquémico. (iStock)
Ictus isquémico. (iStock)

“Me parece una herramienta médica que puede llegar a ser extremadamente útil”, coincide Óscar Herreras, experto del Instituto Cajal (CSIC) en declaraciones a El Confidencial. Este investigador es uno de los grandes especialistas en el estudio de las ondas cerebrales y su relación con el ictus. De hecho, hace poco más de un año publicó un revelador artículo para entender cómo los accidentes cerebrovasculares matan las neuronas. Ese trabajo, publicado en la revista Neurocritical Care, explicaba que, tras la interrupción de la circulación sanguínea, el primer evento que conduce a la muerte neuronal es, precisamente, la aparición de una onda de potencial eléctrico que circula por el tejido nervioso haciendo que las neuronas pierdan su capacidad de generar electricidad y procesar información. Hasta entonces se pensaba que esas nefastas consecuencias se debían a la toxicidad química que desencadenaba un episodio de este tipo.

Automatizar el sistema

“Unas pocas horas pueden suponer una cantidad enorme de tejido cerebral perdido, y las secuelas son, lógicamente, mayores, y en su mayor parte permanentes. Discernir el tamaño del ictus, sin duda, ayuda al técnico si tiene la posibilidad de dirigir al paciente a un centro especializado”, explica el investigador del CSIC. Precisamente, el grupo de investigación de Herreras, junto a otros expertos de Francia, está a punto de publicar un trabajo muy similar sobre el reconocimiento de la actividad eléctrica en la superficie del cerebro durante un ictus.

placeholder Ambulancia. (EFE)
Ambulancia. (EFE)

Sin embargo, aplicar estos avances de forma rutinaria todavía va a suponer un reto. Otros desarrollos similares se han quedado en prototipos que no han llegado al mercado. En cambio, este dispositivo de los Amsterdam UMC parece tener buenas perspectivas, no solo por los resultados recién publicados en Neurology, sino porque se ha creado una empresa, denominada TrianecT, para conseguir este objetivo. El proyecto cuenta con millones de euros de financiación de entidades como The Dutch Heart Foundation, una fundación que ha apostado por su desarrollo a gran escala. En la actualidad, ya se está desarrollando un estudio de seguimiento más amplio que debería dar como resultado un algoritmo que permitiese afinar aún más el reconocimiento del ictus isquémico en una ambulancia.

“En un futuro, lo ideal sería automatizar la detección mediante una inteligencia artificial implementada en el aparato de registro, pero para ello es necesario poder programarla con el mayor número de datos posible y variables personales del paciente”, explica Herreras. En otras palabras, la clave para desarrollar este sistema “no creo que venga de mejorar el gorro”, afirma el experto del Instituto Cajal, “sino de la interpretación de las señales registradas”. En este sentido, hasta que el sistema sea más automático o pueda estar definitivamente basado en IA, puede haber un paso intermedio, que es la formación del personal técnico, de manera que tenga nociones para interpretar los resultados.

placeholder Imágenes del cerebro. (iStock)
Imágenes del cerebro. (iStock)

El pelo y otras dificultades

En cualquier caso, existe un obstáculo físico que puede ser importante en el caso de algunos pacientes: el pelo. “Puede parecer un poco tonto, pero estamos hablando de registros eléctricos que pierden casi toda su efectividad cuando interpones capas no conductoras entre la piel y el gorro con los electrodos”, apunta el investigador español. Una opción es plantear el corte parcial del cabello en la ambulancia para facilitar el diagnóstico. Ante una situación de emergencia, cabe pensar que cualquier persona lo permitiría, pero difícilmente podrán expresarlo si realmente están sufriendo un ictus. “Normalmente, sería una decisión de algún familiar, porque el paciente estará inhabilitado”, comenta.

Perfeccionar el diagnóstico mediante este tipo de sistemas también está relacionado con cuestiones más técnicas. Por ejemplo, determinar la gravedad del ictus también depende del sitio del cerebro afectado y del tiempo que ha pasado desde que ocurrió. “La medida del tamaño cerebral infartado está basada en la pérdida de actividad eléctrica en más o menos electrodos del gorro que cubre la cabeza, y esta va aumentando conforme pasan las horas, por lo que se podría confundir un ictus grave con un ictus que lleva ya tiempo matando tejido cerebral”, advierte el experto. Por eso, lo ideal sería disponer de una información muy precisa sobre cuando ocurrió, algo que es poco frecuente. “Si una persona está sola, difícilmente lo va a poder indicar; aunque se puede estimar con otras medidas en pacientes de riesgo”, explica. Por ejemplo, los mayores de 65 años pueden tener dispositivos que detecten cuándo se han caído al suelo, algo que ya se está comercializando.

Foto: Fuente: iStock

Hasta que la tecnología nos ayude en todas estas cuestiones, los neurólogos recuerdan que hay señales de alerta que deberían hacernos llamar al 112, aunque no siempre son inequívocas. Entre ellas, están la pérdida de fuerza o sensibilidad en una parte del cuerpo, generalmente en una mitad y con especial repercusión en la cara y las extremidades. Un dolor de cabeza muy intenso y distinto a los habituales también es otra pista clave, así como la pérdida de equilibrio. También suele venir acompañado de alteraciones repentinas del lenguaje, con dificultades para hablar, ver o entender.

Lo cierto es que el número de accidentes cerebrovasculares no para de crecer y todo indica que continuará haciéndolo. En 2020 se produjeron 6,6 millones de muertes por esta causa en todo el mundo, pero el envejecimiento de la población y una mayor incidencia de factores como la diabetes, la hipertensión o la obesidad, que se consideran determinantes, amenazan con disparar aún más las cifras. Hace pocos días, la revista The Lancet Neurology publicó un estudio que pronosticaba casi 10 millones de fallecimientos en 2050.

Los accidentes cerebrovasculares son la primera causa de discapacidad en nuestro país, la segunda causa de muerte y la segunda causa deterioro cognitivo, según los datos de la Sociedad Española de Neurología (SEN). Cada año, lo sufren unas 110.000 personas, de las que fallece un 15%. Entre los pacientes que logran sobrevivir, alrededor de un 30% queda en una situación de dependencia funcional. Todo se debe a una alteración en el flujo de la sangre que llega al cerebro. El 80% de los casos son ictus isquémicos, cuando la causa es una obstrucción, habitualmente provocada por un coágulo; mientras que el resto son ictus hemorrágicos, caracterizados por la rotura de algún vaso sanguíneo. En cualquier caso, siempre aparecen de forma brusca, así que saber identificarlos y reaccionar a tiempo puede ser clave para el desenlace.

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