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El misterioso cráneo chino estudiado en Burgos: "Puede ser la madre de nuestra especie"
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EL PUZLE DE LA EVOLUCIÓN

El misterioso cráneo chino estudiado en Burgos: "Puede ser la madre de nuestra especie"

Investigadores españoles y chinos analizan restos fósiles hallados en el país asiático: la mezcla de rasgos arcaicos y modernos les llevan a pensar en una nueva especie

Foto: Reconstrucción digital del cráneo. (Xiujie Wu)
Reconstrucción digital del cráneo. (Xiujie Wu)

En 2014, uno de los codirectores de las excavaciones de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, y la actual directora del Centro Nacional de la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, María Martinón Torres, visitaron la cueva de Hualong, en China. Los científicos locales estaban empezando a trabajar en ese prometedor yacimiento, donde ya habían aparecido restos fósiles interesantes. Sin embargo, en aquel momento nadie se imaginaba las sorpresas que iba a deparar en las siguientes campañas. Nueve años después, los dos paleoantropólogos españoles y sus colegas chinos firman un artículo conjunto que podría cambiar la historia. El análisis digital de los huesos hallados en aquel lugar revela que no pertenecen a ninguna especie conocida, pero su mezcla de rasgos arcaicos y modernos los sitúa muy cerca de la nuestra, Homo sapiens.

La investigación, publicada en la revista científica Journal of Human Evolution, se centra en una mandíbula fosilizada que forma parte de un cráneo hallado en Hualong. Tiene 300.000 años de antigüedad y perteneció a un individuo de entre 12 y 13 años. Tras digitalizarla mediante un TAC, el trabajo del CENIEH ha consistido en realizar una minuciosa comparación con otras 83 mandíbulas pertenecientes tanto a jóvenes como a adultos de Homo sapiens, neandertales y Homo erectus. La conclusión es que la mezcla de características de esta pieza hace pensar que los individuos hallados en la cueva china, un total de 16 hasta ahora, son una especie distinta que aún no ha sido descrita.

Foto: Homo heidelbergensis. (Reuters)

Cuando los investigadores chinos dieron a conocer su hallazgo en 2019, se limitaron a hablar de humanos arcaicos que presentaban una cierta variación en sus rasgos, pero al mismo tiempo afirmaban que tenían una continuidad que podría encajar dentro de lo conocido. Sin embargo, el estudio comparativo muestra ahora una combinación de características arcaicas y modernas "inesperada" que permite aventurar otras hipótesis. El artículo original, publicado hace ya unas semanas, no había tenido mucha repercusión, pero la revista Nature se hizo eco hace pocos días, lanzando abiertamente la hipótesis de que estamos ante una nueva especie humana y provocando un gran "revuelo" entre la comunidad científica, reconoce María Martinón Torres en declaraciones a El Confidencial.

"En Asia hay fósiles, como este, que no encajan ni en Homo erectus ni en los neandertales ni en Homo sapiens, así que está claro que hay algo más", explica la directora del CENIEH. "Lo primero que pensaría todo el mundo es que forma parte de los denisovanos, porque ahora mismo ese grupo es un cajón de sastre", señala, en referencia a otros humanos primitivos de los que aún hay muy pocos datos. En cambio, "nosotros pensamos que es otra cosa, estaríamos hablando de una población a partir de la cual se origina Homo sapiens, a lo mejor, lo que estamos viendo es la presencia de una población madre de la que luego saldrá nuestra especie".

placeholder 'Homo erectus'. (Reuters)
'Homo erectus'. (Reuters)

El análisis digital es complejo, pero los investigadores destacan varias características. Por una parte, algunos rasgos le acercan a Homo erectus, una especie extinta que vivió en África y Asia entre hace 1,9 millones de años y 250.000. Por ejemplo, el hueso a lo largo de la línea de mandíbula es muy grueso. En cambio, la parte de la mandíbula que se une a la mandíbula superior es tan delgada como en los humanos modernos. Además, existen indicios de una cierta transición. "Tener mentón es una característica muy específica de Homo sapiens y, en este caso, no llega a tenerlo, pero algunos elementos parecen anticipar su aparición", señala la experta.

Las coincidencias son menores con los neandertales, una especie vinculada sobre todo a Europa, pero también está presente en Asia, y que convivió con los humanos modernos a pesar de que desapareció hace unos 40.000 años. En esa foto de familia, más recientemente, también aparecen los denisovanos. La ciencia aún no ha clasificado a esta especie o subespecie de las cuevas de Denísova, en Siberia, que ha sido identificada como distinta por análisis de ADN, pero de la que apenas hay un par de registros: dientes hallados allí y una mandíbula del Tíbet. En este caso, los restos de Hualong tampoco parecen tener mucho que ver con ellos. "Es posible que los denisovanos sean el linaje hermano de los neandertales y que haya otra población más cercana a los Homo sapiens", deja caer la paleoantropóloga en referencia a los fósiles chinos.

placeholder Mandíbula de denisovano hallada en el Tíbet. (EFE)
Mandíbula de denisovano hallada en el Tíbet. (EFE)

Existe otra pieza del puzle de la evolución que también podría encajar muy cerca de los humanos actuales, los fósiles del yacimiento de Jebel Irhoud, en Marruecos, cuya cronología es muy similar, en torno a 300.000 años. Su aparición, a principios de la década de los 2000, llamó la atención por la dificultad que entrañaba clasificar esta población tan parecida a Homo sapiens, pero que aún no parecía serlo, puesto que nuestro origen estaría en Etiopía hace 230.000 años, según lo que se sabe hasta ahora. "Podría ser la misma especie que la de China y que estuviera muy expandida por el mundo, pero en este caso, nos falta realizar la comparación directa", explica la investigadora.

En cualquier caso, la idea de que esta supuesta nueva especie fueran nuestros antepasados "es muy atrevida", admite Martinón Torres. No obstante, la controversia no tiene tanto que ver con las características morfológicas analizadas, sino que es más bien geográfica. "La gente nos pregunta si estamos queriendo decir que el Homo sapiens, en realidad, se originó en Asia; y no estamos diciendo eso, solo que hay que investigar y que es posible que la población de la que salió nuestra especie pudo llegar a este continente". Tradicionalmente, nuestro origen africano parecía indiscutible por las evidencias fósiles, pero tanto la directora del CENIEH como Bermúdez de Castro defienden que existen otras posibilidades.

placeholder María Martinón Torres, directora del CENIEH. (EFE)
María Martinón Torres, directora del CENIEH. (EFE)

Los dientes y las proteínas, nuevas pistas

Para esclarecer las cuestiones que se van planteando no queda más remedio que seguir investigando. En la actualidad, los científicos chinos siguen trabajando en la cueva de Hualong, extrayendo nuevos restos, y tienen mucho material por analizar. Por su parte, los investigadores españoles ya piensan en su próximo viaje a este yacimiento: "Vamos a volver en enero para estudiar en detalle todos los dientes de esta colección". Según la experta, pocos elementos pueden ofrecer más información. "Los rasgos de los dientes están muy marcados en la herencia genética, si se parecen mucho, asumimos que las poblaciones están más emparentadas que si son distintos, por eso queremos hacer un estudio detallado", comenta.

Otra herramienta en auge que puede aportar más información es el análisis de proteínas antiguas. Poder estudiar el ADN en el registro fósil ya fue una revolución, pero "ahora va a pasar lo mismo con las proteínas, nos permiten ir más atrás en el tiempo que el ADN, porque son mucho más resistentes y se conservan mejor". De hecho, los investigadores de Burgos ya fueron pioneros en la detección y el análisis de las proteínas conservadas en dientes fósiles de homínidos. Un artículo publicado en Nature en 2020 mostró que la aplicación de estas técnicas ofreció mucha información para encajar a Homo antecessor, especie encontrada en Atapuerca, en el árbol genealógico humano, como probable pariente cercana de un antepasado común de Homo sapiens, neandertales y denisovanos.

Foto: José María Bermúdez de Castro. (EFE/Santi Otero)

Por eso, el CENIEH está construyendo un laboratorio para realizar esos análisis de proteínas y, si todo va bien, estará en funcionamiento la próxima primavera. "Queremos integrarlos como una línea habitual dentro de las investigaciones de Atapuerca", comenta su directora, una auténtica "apuesta de futuro" para que España se convierta, aún más, en gran referente de los estudios sobre evolución humana. "El análisis molecular es un campo emergente y nosotros tenemos los registros fósiles, las capacidades, el talento y la infraestructura, así que tenemos que aspirar a liderar, no se trata de subirnos al carro, sino de tirar del carro", comenta Martinón Torres.

Hasta que las nuevas técnicas, los estudios y otros hallazgos arqueológicos vayan completando la información sobre el origen de nuestra especie, solo queda realizar hipótesis y alimentar el debate científico. La idea de que el cráneo chino pertenece a una nueva especie ha sido acogida por los expertos "de forma positiva", afirma la científica. "Ahora mismo todo el mundo tiene una mentalidad abierta porque en Asia hay muchas cosas que aún no sabemos lo que son, pero antes que poner nombres tenemos que poner orden", afirma.

En 2014, uno de los codirectores de las excavaciones de Atapuerca, José María Bermúdez de Castro, y la actual directora del Centro Nacional de la Evolución Humana (CENIEH) de Burgos, María Martinón Torres, visitaron la cueva de Hualong, en China. Los científicos locales estaban empezando a trabajar en ese prometedor yacimiento, donde ya habían aparecido restos fósiles interesantes. Sin embargo, en aquel momento nadie se imaginaba las sorpresas que iba a deparar en las siguientes campañas. Nueve años después, los dos paleoantropólogos españoles y sus colegas chinos firman un artículo conjunto que podría cambiar la historia. El análisis digital de los huesos hallados en aquel lugar revela que no pertenecen a ninguna especie conocida, pero su mezcla de rasgos arcaicos y modernos los sitúa muy cerca de la nuestra, Homo sapiens.

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