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De querer adelgazar al suicidio: la conexión química que explica qué pasa con el Ozempic
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ALERTA EN ISLANDIA

De querer adelgazar al suicidio: la conexión química que explica qué pasa con el Ozempic

La EMA investiga si los fármacos contra la obesidad generan pensamientos suicidas. Explicamos cómo actúan y por qué los expertos creen que hay otra explicación

Foto: Farmacéutico sostiene el fármaco Ozempic. (Reuters/George Frey)
Farmacéutico sostiene el fármaco Ozempic. (Reuters/George Frey)

Desde el pasado martes, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) está revisando los datos disponibles sobre efectos secundarios de los fármacos Ozempic, Saxenda y Wegovy, destinados al control del peso. La alerta que motivó esta decisión provenía de Islandia, ya que este país ha detectado que tres pacientes que los tomaban tuvieron pensamientos suicidas o de autolesiones. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) se ha unido a la investigación para tratar de aclarar si estos productos pueden provocar algún problema de salud mental o si, por el contrario, los casos detectados se deben a condiciones particulares de las personas afectadas.

En cualquier caso, la noticia ha provocado una gran alarma debido a la popularidad que han adquirido estos fármacos, especialmente el Ozempic. Indicado para la diabetes tipo 2, su utilización para perder peso se viralizó en las redes sociales a través de famosos como Kim Kardashian, hasta el punto de que en España se generó un mercado negro que llegó a desabastecer a los pacientes diabéticos. La investigación aclarará ahora si estos medicamentos suponen una amenaza real. Hasta entonces, aunque solo sea una hipótesis, la pregunta es: ¿cómo es posible que un compuesto que nos permite adelgazar pueda interferir en nuestra mente hasta el punto de provocar pensamientos suicidas?

Foto: Mounjaro, marca comercial de tirzepatida para diabéticos. (Reuters/George Frey)

Por muy sorprendente que parezca, lo cierto es que hay un precedente importante con un fármaco llamado Acomplia que tenía el mismo objetivo: reducir el apetito para hacer que los pacientes obesos con factores de riesgo, como ser diabético, consiguieran adelgazar, junto con dieta y ejercicio. Disponible en algunos países a partir de 2006, la EMA recomendó suspender su comercialización en 2008 tras registrar trastornos psiquiátricos severos, depresión, pensamientos suicidas y suicidios consumados. Este medicamento actuaba sobre los receptores cannabinoides, es decir, proteínas de la membrana de las células relacionadas con el sistema de recompensa del cerebro que regula comportamientos placenteros. El mecanismo "es el que utiliza la marihuana" y, en este caso, el efecto del fármaco "era la disminución del placer", explica a El Confidencial Cristóbal Morales, endocrino del Hospital Virgen de la Macarena y del Hospital Vithas de Sevilla y miembro de la Sociedad Española de Obesidad (SEEDO).

Dada la gravedad del problema, hubo un antes y un después. "A partir de entonces, en todos los ensayos clínicos relacionados con la obesidad es requisito indispensable analizar este posible efecto adverso", explica el experto, que es responsable de algunas de estas pruebas con participantes españoles. En primer lugar, se excluyen personas con trastornos psiquiátricos graves y, además, "llevamos test psicológicos para detectar ideas suicidas". Por lo tanto, antes de que otros fármacos salieran al mercado se comprobó exhaustivamente que no ocasionaban los mismos trastornos que Acomplia.

placeholder El inyectable de Saxenda. (Reuters)
El inyectable de Saxenda. (Reuters)

Así actúan en el cerebro

De hecho, el mecanismo de acción de los fármacos que ahora se están revisando es diferente. La semaglutida (compuesto que la farmacéutica Novo Nordisk comercializa con las marcas Ozempic, para pacientes diabéticos, y Wegovy, específicamente para la pérdida de peso) imita a una hormona intestinal denominada GLP1. Saxenda usa otra sustancia denominada liraglutida, también análoga de esa molécula. Dos de los pacientes identificados en Islandia tomaban Ozempic y uno, Saxenda. Los principios activos son compuestos naturales modificados "para que el efecto de saciedad no dure cinco minutos, sino una semana", ya que esa es la frecuencia de su administración, a través de un pinchazo. Así actúa en el regulador del apetito que tenemos en hipotálamo y tiene efectos en dos tipos de hambre: el "hambre intestinal" y "el hambre emocional" que los expertos conocen también como "cerebro hambriento" y nos lleva a comer por placer o por ansiedad.

¿Eso significa que estos fármacos también tienen conexiones con los circuitos del placer y podrían ser la causa de los problemas psiquiátricos detectados en Islandia? Los expertos no creen que esa sea la mejor explicación. "En los ensayos clínicos no aparecía nada", insiste Morales, "pero es que, además, llevamos 20 millones de pacientes tratados, tendría que haberse detectado antes", añade. De hecho, la vinculación de los análogos de GLP1 con el sistema de recompensa del cerebro parece positivo. "Como ya lo medimos todo, se está viendo que los pacientes mejoran sus emociones debido a que se encuentran más satisfechos con su calidad de vida; pero además parece disminuir comportamientos adictivos, como el consumo de alcohol a las compras compulsivas", destaca el especialista de la SEEDO.

placeholder Ozempic. (Reuters)
Ozempic. (Reuters)

Un problema asociado a la salud mental

Entonces, ¿qué explica los casos de Islandia? El sistema de farmacovigilancia obliga a notificar cualquier sospecha, pero es posible que "haya asociación, pero no causalidad", teniendo en cuenta que los casos detectados son muy pocos. "Hay que tomarse en serio cualquier aspecto relacionado con la seguridad, pero estamos tranquilos", afirma Morales. Si estas personas ya sufrían problemas psiquiátricos "de fondo", quizá el fármaco no haya tenido nada que ver. El problema es que la popularización de estos medicamentos como método para adelgazar ha hecho que el control no sea el deseable. "Son fármacos pensados para modificar estilos de vida, acompañando un plan nutricional y de ejercicio, así que necesitan el manejo experto de especialistas en diabetes y obesidad, estamos en contra de su utilización frívola", destaca.

Por otra parte, "hay que tener en cuenta que la obesidad, en sí misma, lleva asociadas, en un 70%, alteraciones del estado del ánimo como ansiedad y depresión", comenta Morales. De hecho, el problema se convierte a menudo en un círculo vicioso: la ansiedad hace que los pacientes coman más y, al hacerlo, incrementan su malestar desde el punto de vista psicológico. En definitiva, los trastornos psicológicos asociados al sobrepeso son muy frecuentes. Ahí se podría encontrar otra conexión alternativa que explique la asociación entre el deseo de adelgazar y los intentos de suicidio, sin que medie la química farmacológica de una manera decisiva. La cirugía bariátrica, por ejemplo, también conlleva trastornos psiquiátricos de este tipo, así que los pacientes se someten a un estrecho seguimiento.

Foto: Un estudio revela que esta circunstancia podría derivar en resultados adversos de salud en la infancia. (iStock)

El futuro del adelgazamiento

Salvo que las agencias reguladoras encuentren pruebas contundentes en contra en los próximos meses, a través de la revisión exhaustiva de las bases de datos de pacientes, lo más probable es que los fármacos contra el sobrepeso y la obesidad sigan adelante. De hecho, los análogos de GLP1 solo son una primera generación que podría derivar en otros usos. Algunos estudios científicos apuntan ya a que estas moléculas podrían tener efectos neuroprotectores y beneficios para la salud cardiovascular.

Mientras, el desarrollo de una segunda generación de medicamentos para adelgazar, basada en otras sustancias, parece imparable. De hecho, investigadores como Morales y cientos de pacientes españoles están participando en ensayos clínicos. Por ejemplo, en los de la farmacéutica Eli Lilly and Company, que próximamente lanzará un compuesto denominado tirzepatida. CagriSema, también de Novo Nordisk, será otra alternativa. La metodología de la fase 3, en la que se prueban los medicamentos con una gran cantidad de voluntarios, no ha cambiado: siempre hay cuestionarios para tratar de averiguar si su administración puede alterar la salud mental.

Desde el pasado martes, la Agencia Europea de Medicamentos (EMA) está revisando los datos disponibles sobre efectos secundarios de los fármacos Ozempic, Saxenda y Wegovy, destinados al control del peso. La alerta que motivó esta decisión provenía de Islandia, ya que este país ha detectado que tres pacientes que los tomaban tuvieron pensamientos suicidas o de autolesiones. La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) se ha unido a la investigación para tratar de aclarar si estos productos pueden provocar algún problema de salud mental o si, por el contrario, los casos detectados se deben a condiciones particulares de las personas afectadas.

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