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País rico busca científico español para trabajar (gratis): "Es un abuso flagrante"

Científicos españoles están recibiendo propuestas para evaluar proyectos de investigación nacionales de otros países, algunos muy destacados en ciencia, sin recibir remuneración a cambio

Foto: Una joven en un laboratorio científico. (Getty/Jon Cherry)
Una joven en un laboratorio científico. (Getty/Jon Cherry)
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Carlos Hernández, físico de la Universidad de Salamanca, no sale de su asombro cada vez que le llega una petición de este tipo. Nos muestra una de ellas. Una de las agencias de financiación de la investigación más potentes de Europa, a la que acuden los científicos suizos para solicitar subvenciones para sus proyectos, le pide evaluar uno de ellos. "Sabemos que esta solicitud supone una carga adicional para su apretada agenda, pero su experiencia en este campo sería fundamental para mantener los más altos estándares de investigación posibles en Suiza", explica el e-mail. Tras preguntar cuál iba a ser su remuneración, la persona que le contactó le aclaró que ninguna, porque el documento que debe examinar tiene menos de 50 páginas. Este investigador, que estudia las propiedades de los láseres y publica en revistas del máximo nivel, como Science, ha hecho este trabajo para países que sí pagan por ello, como Francia o la propia España, pero se niega a hacerlo gratis.

El suyo no es un caso aislado. Expertos españoles de gran capacidad reciben habitualmente este tipo de peticiones de organismos gubernamentales como la Swiss National Science Foundation, la agencia que contactó con Carlos, para que evalúen sus proyectos de investigación nacionales y decidir si merecen financiación. El problema es que muchos de los países más ricos, auténticas potencias científicas, no siempre están dispuestos a recompensar económicamente ese trabajo y juegan con la posibilidad de exprimir el talento extranjero a cambio, simplemente, de que ellos puedan incluir este servicio de consultoría en su currículo. Para los investigadores españoles, a veces, es difícil negarse si quieren progresar en su inestable carrera. La presión es similar a la que ejercen las revistas científicas —un abuso cada vez más criticado— cuando buscan revisores de artículos a los que no pagan, pero esta práctica, mucho menos conocida, resulta para muchos aún más censurable, por estar fomentada por las propias administraciones públicas.

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Lo curioso es que países con menos recursos y que invierten mucho menos en ciencia sí pagan por este trabajo. En España, lo hace la Agencia Estatal de Investigación, organismo dependiente del Ministerio de Ciencia e Innovación que evalúa los proyectos de investigación nacionales. Por eso, "choca mucho más" que no lo hagan "otros países que dentro de Europa se consideran muy desarrollados", explica el investigador a El Confidencial. Carlos Hernández recuerda especialmente una petición que le llegó de Países Bajos justo cuando su primer ministro, Mark Rutte, negaba ayudas a los países del sur, como España e Italia, en plena crisis del coronavirus. En paralelo a esa prepotencia, "nos están pidiendo una consultoría gratuita", denuncia.

Revisar a fondo este tipo de propuestas puede llevar dos días, según los investigadores, e incluso los países que pagan ofrecen sumas muy modestas para la cantidad de tiempo invertido: a veces no superan los 50 euros por proyecto. Aun así, pretender que ese trabajo sea completamente gratuito es un abuso más que llamativo al tratarse de entidades públicas directamente vinculadas a organismos gubernamentales. En el fondo, "juegan con nuestra vanidad", reconoce el investigador, "porque te dicen que has sido seleccionado por tu experiencia". Sin embargo, en su opinión, el factor más importante es "la presión para agrandar el currículo, sobre todo de cara a la estabilización de los jóvenes investigadores, que es muy complicada". La competencia es tan feroz y los recursos tan limitados que "cada línea de currículo cuenta".

placeholder En el laboratorio. (EFE)
En el laboratorio. (EFE)

No obstante, no siempre son organismos gubernamentales que van a financiar proyectos nacionales. José Ángel Morales García, neurocientífico de la Universidad Complutense de Madrid, recibió hace poco una solicitud de un consorcio de centros de investigación y universidades irlandesas llamado FutureNeuro. En ese caso, pretendían evaluar proyectos internos y también apelaban a la experiencia de este investigador, que lo convertía en el candidato adecuado. "Me dijeron que no tenían dinero para esto y que, si lo quería hacer, tenía que ser gratis. Les dije que no", comenta.

¿Peor que las revistas?

Sin embargo, a la mayoría de la comunidad científica no le extraña esta manera de proceder, porque forma parte de su día a día. "Aprovechan que los investigadores ya estamos en ese juego con las revistas, el de hacer revisiones de artículos gratis", afirma Carlos Hernández. "Te meten en esa rueda porque en el fondo te están diciendo que te vendrá bien a ti". Sin embargo, el abuso resulta, en este caso, "más flagrante", asegura. "Si trabajas para una revista, tienes la opción de mandar un paper a esa misma publicación y que otros expertos hagan la revisión gratis, pero en este caso yo no tengo opción de pedir un proyecto en Suiza o en Países Bajos", argumenta.

placeholder Investigador del CSIC. (EFE)
Investigador del CSIC. (EFE)

Precisamente, ese es el criterio que utiliza Víctor Resco, profesor de Incendios Forestales y Cambio Global en la Universidad de Lleida: la reciprocidad. "En el pasado, revisaba todo lo que me llegaba, ahora ya no. Solo evalúo para aquellas agencias que me permiten solicitar proyectos, independientemente de si cobro o no", explica. Así, rechaza las propuestas de Suiza, pero “Australia tampoco paga por revisar y, en ese caso, sí he aceptado porque figuro en algún proyecto australiano como colaborador, y también porque trabajé allí unos años", argumenta. La excepción "la hago cuando recibo la invitación de países más humildes, como el caso de Croacia o de Chile", para los que sí ha trabajado gratis sin ningún tipo de retorno. En cambio, "países como Suiza no necesitan buscar a revisores de proyectos fuera de sus fronteras, por lo que considero que tienen que lidiar ellos con ese problema".

Las subvenciones del Consejo Europeo de Investigación (ERC, por sus siglas en inglés), las más importantes de la Unión Europea destinadas a grandes proyectos de investigación, cuentan con dos tipos de evaluadores. Unos están contratados y reciben remuneración porque van a revisar las propuestas de manera exhaustiva, son 15 expertos para cada una de las convocatorias; mientras que otros son externos y realizan sus aportaciones de manera gratuita analizando cada una de las propuestas que se presentan. Aunque algunos investigadores también critican este modelo, reconocen que, al menos, tienen la posibilidad de acceder a esos fondos europeos y que alguien debe encargarse de realizar las evaluaciones en beneficio del sistema.

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"Casi diría que en el caso de las administraciones públicas podemos pensar que los fondos son limitados” y que, además, "son evaluaciones para conseguir fondos que promueven la investigación", comenta María Martinón Torres, directora del Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana (Cenieh) de Burgos, a quien también le llegan este tipo de solicitudes con frecuencia. Por eso, ella y otros científicos consultados consideran que el abuso de las revistas es mucho más grave. "Son empresas que se benefician a coste cero de nuestra contribución y tenemos pocas alternativas, nos vemos obligados a publicar en esas revistas, a las que después incluso tenemos que pagar para poder acceder a nuestros propios artículos. Es un sinsentido", destaca.

La razón menos honesta

Existe otra razón por la que algunos científicos —incluso investigadores sénior a los que ya no les aporta nada tener esa línea extra en el currículo— están dispuestos a ceder su tiempo gratis a agencias de evaluación de potencias científicas extranjeras. Sin embargo, es un motivo menos confesable y que no deja de ser otra forma de corrupción del sistema científico: evaluar proyectos es una vía para enterarse, antes que nadie, de las iniciativas más punteras en su campo.

En el peor de los casos, pueden utilizar esa información de manera ilícita para adelantarse a la competencia, tanto en el caso de las revisiones de artículos para las revistas como en las evaluaciones de proyectos. Sin embargo, es muy difícil que los perjudicados puedan tener la certeza de que eso ha sido así, y mucho menos probarlo.

Por eso, Joaquín Sevilla, catedrático de Tecnología Electrónica de la Universidad Pública de Navarra y coautor del libro Los males de la ciencia, cree que el asunto de la evaluación "está en la raíz" de muchos de los problemas que arrastra la investigación. "Pedir opinión a los expertos me parece bien", comenta, "pero si requiere mucha dedicación, debe haber una remuneración adecuada". La utilización de "investigadores subempleados" es una de las "malas prácticas" a las que se enfrenta el sistema internacional de ciencia y tecnología, recuerda, que tratan de combatirse con la iniciativa mundial Declaration on Research Assessment (DORA). Cambiar de modelo para mantener la esencia de la investigación científica es el gran desafío.

Carlos Hernández, físico de la Universidad de Salamanca, no sale de su asombro cada vez que le llega una petición de este tipo. Nos muestra una de ellas. Una de las agencias de financiación de la investigación más potentes de Europa, a la que acuden los científicos suizos para solicitar subvenciones para sus proyectos, le pide evaluar uno de ellos. "Sabemos que esta solicitud supone una carga adicional para su apretada agenda, pero su experiencia en este campo sería fundamental para mantener los más altos estándares de investigación posibles en Suiza", explica el e-mail. Tras preguntar cuál iba a ser su remuneración, la persona que le contactó le aclaró que ninguna, porque el documento que debe examinar tiene menos de 50 páginas. Este investigador, que estudia las propiedades de los láseres y publica en revistas del máximo nivel, como Science, ha hecho este trabajo para países que sí pagan por ello, como Francia o la propia España, pero se niega a hacerlo gratis.

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