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Las vacunas no evitan la infección del covid: ¿cómo frenarán entonces su transmisión?
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La clave para acabar con la pandemia

Las vacunas no evitan la infección del covid: ¿cómo frenarán entonces su transmisión?

Aunque las vacunas actuales no evitan que el SARS-CoV-2 se replique en las vías respiratorias, sí reducen la gravedad de los síntomas, lo cual puede cortar la transmisión de forma indirecta

Foto: Una joven se vacuna en País Vasco. (EFE)
Una joven se vacuna en País Vasco. (EFE)

La viruela es la única enfermedad infecciosa que se ha conseguido erradicar gracias a las vacunas. Las de la poliomielitis, las paperas o el sarampión, por ejemplo, han salvado incontables vidas, pero los virus que las causan siguen circulando en algunos países; en parte, porque el acceso a la salud no está garantizado para toda la población, y además, porque muchos de los contagiados no muestran síntomas reconocibles. ¿Le espera el mismo destino al coronavirus?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que prevenir una enfermedad no es sinónimo de prevenir su infección. Las vacunas desarrolladas contra el covid-19 hasta la fecha han demostrado eficacia para paliar sus efectos más graves, pero por el momento no hay ninguna capaz de impedir la infección por SARS-CoV-2. Ello se debe a que, al administrarse por vía intramuscular, generan anticuerpos IgG (inmunoglobulina G), los que se encuentran en la sangre y otros fluidos, pero la vía de entrada del virus es el tracto respiratorio, territorio de los anticuerpos IgA (inmunoglobulina A).

"Cuando recibimos la vacuna, nuestro sistema inmune reacciona frente a ese fragmento de proteína que se incluye en el organismo, pero la infección no la adquirimos por vía sistémica (en la sangre), sino por vía respiratoria", explica Carmen de Mendoza, miembro del grupo de investigación biomédica y sanitaria (MEDonline) de la UNIR e investigadora en el Hospital Universitario Puerta del Hierro. "Donde empieza inicialmente a replicarse el virus es en las vías nasales. Por tanto, para evitar la transmisibilidad y que no la adquiriéramos tendríamos que generar los anticuerpos de las vías altas, que mayoritariamente son IgA, los primeros, los precoces", ahonda.

Una forma de conseguir esta primera 'barrera' sería administrar vacunas a través de aerosoles nasales. Este método ya se ha utilizado en campañas contra la gripe, inoculando virus atenuados incapaces de infectar los pulmones u otros órganos, y hay varios candidatos para exportarlo a la lucha contra la pandemia actual. La Universidad de Hong Kong ha comenzado los ensayos de una solución en espray contra la gripe y el coronavirus, al tiempo que los artífices de la vacuna de Oxford/AstraZeneca están estudiando la posibilidad de aplicar la suya mediante un atomizador nasal o, incluso, una píldora.

placeholder Un sanitario administra una vacuna por vía intranasal. (James Gathany/Pixnio)
Un sanitario administra una vacuna por vía intranasal. (James Gathany/Pixnio)

A síntomas más leves, menor probabilidad de contagio

A día de hoy, no se puede saber, a ciencia cierta, si las vacunas frenan la transmisión del virus. Y no se puede saber por el simple motivo de que aún no existen estudios consistentes que lo demuestren. "Lo que hicieron los ensayos clínicos fue comprobar que había una respuesta de anticuerpos en prácticamente la totalidad de los vacunados. La segunda cosa que se demostró es que, puesto que las personas desarrollaban inmunidad, si alguna de ellas se infectaba durante este procedimiento, la sintomatología de los casos de gravedad se reducía si se comparaba con el grupo de control", aclara la experta.

Los creadores de la vacuna de Moderna también observaron una caída de dos tercios en la cantidad de infecciones asintomáticas entre quienes se inyectaron las dosis, en comparación con quienes recibieron el placebo. Ahora bien, estas pruebas se hicieron solo dos veces y con un mes de diferencia, por lo que podrían haber pasado por alto algunos contagios, de acuerdo con un artículo publicado el pasado 19 de febrero en la revista 'Nature'​. AstraZeneca, que tomó muestras cada semana, estima en un 49,3% la reducción de las infecciones asintomáticas entre los vacunados, mientras que Pfizer tiene pendiente someter a un proceso parecido a los participantes en los ensayos de Estados Unidos y Argentina.

"A medida que se van reduciendo los casos de gravedad, lo esperable es que se observe una reducción de la transmisibilidad"

En cualquier caso, hay razones para el optimismo si se tiene en cuenta que las formas leves de covid-19 son las menos contagiosas, por lo que la vacunación puede reducir la transmisión del virus de forma indirecta. "Estudios recientes muestran que los pacientes sintomáticos son más infecciosos que los asintomáticos y, por lo tanto, uno podría esperar razonablemente que, incluso si las vacunas no previenen por completo la infección del tracto respiratorio superior, puedan reducir la transmisión viral", señala el Grupo Colaborativo Multidisciplinar para el Seguimiento Científico de la Covid-19 (GCMSC) del Instituto de Salud Global de Barcelona.

Foto: Personal sanitario realiza una prueba PCR en Vigo. (EFE)

"Lo esperable, en la medida en que la vacunación va siendo cada vez más amplia y se van reduciendo los casos de gravedad, es que se observe una reducción de la transmisibilidad", sostiene De Mendoza. Es lo que parecen indicar los primeros datos sobre vacunación masiva en Israel, donde más de la mitad de la población ya ha recibido la primera dosis y un 35% tiene la pauta completa. Varios estudios preliminares —aún pendientes de revisión por pares— han detectado una caída en la carga viral entre personas vacunadas contra el covid-19 que luego dieron positivo. Son buenos indicios, pero hay que tomarlos con cautela. "Por los datos de vacunación que se van obteniendo, aunque llevamos solo dos meses, parece que pueden disminuir los contagios, pero aún se tiene que seguir evaluando", subraya Mercedes Jiménez, investigadora en el Centro de Investigaciones Biológicas Margarita Salas del CSIC.

Además de consolidar los resultados de los ensayos clínicos y de los análisis sobre la vacunación masiva, científicos de todo el mundo ya trabajan en otras formas de averiguar si las vacunas frenan la transmisibilidad. Investigadores de la Universidad de Nottingham rastrearán los contactos cercanos de sanitarios en los próximos meses para comprobar si el riesgo de infección ha menguado con respecto al año pasado, cuando tomaron muestras de un grupo que no había sido vacunado. En Israel, se plantea el mismo experimento en hogares donde un miembro aún no haya recibido la vacuna; y en Brasil, se distribuirán aleatoriamente dosis de la vacuna de Sinovac para comparar si la transmisión varía de unas regiones a otras.

La viruela es la única enfermedad infecciosa que se ha conseguido erradicar gracias a las vacunas. Las de la poliomielitis, las paperas o el sarampión, por ejemplo, han salvado incontables vidas, pero los virus que las causan siguen circulando en algunos países; en parte, porque el acceso a la salud no está garantizado para toda la población, y además, porque muchos de los contagiados no muestran síntomas reconocibles. ¿Le espera el mismo destino al coronavirus?

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