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Pasamos la ola de calor en la Siberia española: "¡27ºC, no se puede salir a la calle!"
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Sofocos en el pueblo más alto de España

Pasamos la ola de calor en la Siberia española: "¡27ºC, no se puede salir a la calle!"

Mientras en toda España se superan los 40ºC, en el Maestrazgo turolense no pasan de los 30. Sus habitantes disfrutan de esta diferencia climática, pero también sufren un calor anormal

Foto: Temperatura en Valdelinares a las 15:00. (Foto: Guillermo Cid)
Temperatura en Valdelinares a las 15:00. (Foto: Guillermo Cid)

Hasta este pasado invierno, Humildad Benajes no se creía lo del cambio climático. “Yo no me podía creer que un invierno no hiciera frío en Valdelinares, era imposible”, explica a Teknautas la encargada de la Fonda Vicenta, uno de los pocos negocios abiertos en pleno junio en esta localidad turolense, “pues este año, en febrero, ni un solo día bajo cero”.

Mientras toda la Península se sofoca esta semana al borde de los 40°C, en el pueblo más alto de España (1.692 metros) la ola de calor ha subido el termómetro hasta rozar los 30, una temperatura que muchos mesetarios envidiarían, pero que es intolerable para buena parte de su medio centenar de habitantes (hay censados unos 90, pero ahí nadie cree que su población llegue a esa cifra). “¡En días como hoy no se puede salir a la calle a mediodía!”, dice Lorena, una de las jóvenes del pueblo, mientras el termómetro frente a la iglesia marca los 27°C.

Foto: La primera ola de calor del verano dejará temperaturas por encima de los 40 grados. (EFE)

En Valdelinares, ubicado en lo que se ha dado a conocer como la Siberia española, una zona que se asemeja a la rusa tanto por sus bajas temperaturas como por su escasa densidad demográfica, vecinos y visitantes disfrutan habitualmente de un verano bajo manta, pero eso está cambiando de forma cada vez más frecuente y las olas de calor, como esta que estamos sufriendo cada vez se ven más. “Recuerdo que en 2012 hizo también bastante calor y una noche llegamos a estar a 21°C, yo eso no lo había vivido en toda mi vida”, recuerda Humi, que lleva medio siglo en el pueblo.

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La hostelera mezcla estos recuerdos recientes con imágenes de su juventud. Le viene a la mente aquel julio a 5°C, cuando en plena noche de fiesta veraniega los vecinos tuvieron que traer abrigos a los de la orquesta para que pudieran seguir tocando, y habla de agostos en los que el aguanieve estuvo a punto de cuajar. En 2019 eso queda muy lejos, según confiesa, pues ha costado incluso llenar de nieve las pistas de la estación de esquí que crece frente al pueblo en plena temporada. "Aún pasamos la mayoría de noches de verano con una chaqueta y en las casas muchos no hemos quitado las mantas de la cama, pero el tiempo se ha vuelto loco".

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placeholder Vecino de Valdelinares. (Foto: G. C.)
Vecino de Valdelinares. (Foto: G. C.)

Los datos dan algo de razón a Humi. La noche de este miércoles, algunos puntos en Teruel superaron los 20°C por tercera vez desde que la Aemet comenzó a hacer registros. Hablamos de que la temperatura media en Valdelinares en agosto ronda los 17 grados y puede que este fin de semana lleguen a los 32.

Refugio contra el calor

Juan Miguel Ramírez se vino desde Argamasilla de Alba, Ciudad Real, a trabajar en las cercanas pistas de esquí porque no soportaba el calor de su tierra natal. Gracias a que él y su mujer traían a sus cuatro hijos, lograron salvar a la escuela del pueblo de su desaparición (en total, hay cinco alumnos, el 80% vástagos suyos, que van todos a la misma clase), pero el calor les persigue: “El pasado invierno, las pistas abrieron casi en Navidad y con nieve artificial”, cuenta. Aun así, la ola de calor en Valdelinares resulta incluso acogedora: “Ayer a las ocho de la tarde hacía aquí 20°C y en Madrid 38”, dice Alejandro, secretario del Ayuntamiento. Todos se unen en la Fonda Vicenta a mediodía para charlar y compartir el calor con algo que beber de por medio.

placeholder Humi y Alejandro en la Fonda Vicenta. (Foto: G. C.)
Humi y Alejandro en la Fonda Vicenta. (Foto: G. C.)

Junto a Juan Miguel, Humi o Alejandro también están otros vecinos que hablan del tiempo. También comentan otros asuntos locales, como las fiestas, que llegan en dos semanas, pero el tema principal no es otro que el tiempo. Una de estas contertulias llama a su hijo, que vive en Madrid, preocupada por su nieta. "Ay, hijo, ¿por qué no te traes a la niña aquí? Que en Madrid os vais a derretir", suelta la sofocada abuela.

"Yo soy de aquí pero vivo desde hace años en Coslada (Madrid). Me vine el miércoles porque ahí no podíamos estar. Qué alegría cuando entras en una de las casas de aquí", comenta a los allí presentes. Y no, no es la única que promociona Valdelinares como destino veraniego, la temperatura, que a los nativos les parece excesiva, puede ser fuente de negocio fuera de la temporada invernal.

El camino hasta el pueblo no es cómodo, con carreteras sinuosas de un solo carril bordeadas de pendientes con vacas, pero la Administración local está comenzando a aprovechar esta singular coyuntura para atraer turistas más allá de la temporada invernal: “¿Ola de calor? Sube a Valdelinares”, posteaba ayer en Instagram Teresa, encargada de la oficina de turismo y de las redes sociales del pueblo.

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Los valdelinarenses siempre asocian el verano al pantalón largo y la manta: “Aquí las noches nunca, nunca eran sin chaqueta”, recuerda Humi, “antes tenía que cerrar la puerta del bar porque a los que venían a jugar al guiñote les daba frío, y el verano pasado era al revés, había que abrirla porque se acaloraban”.

Hasta este pasado invierno, Humildad Benajes no se creía lo del cambio climático. “Yo no me podía creer que un invierno no hiciera frío en Valdelinares, era imposible”, explica a Teknautas la encargada de la Fonda Vicenta, uno de los pocos negocios abiertos en pleno junio en esta localidad turolense, “pues este año, en febrero, ni un solo día bajo cero”.

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