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El enigma de los F-35 israelíes en Gaza: un lujo de avión para un conflicto nada convencional
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El enigma de los F-35 israelíes en Gaza: un lujo de avión para un conflicto nada convencional

El uso de estos aviones en la operación de Gaza ha desatado todo tipo de especulaciones. La implicación total del ejército o la necesidad de mejorar el adiestramiento son dos posibles justificaciones

Foto: F-35I Adir. (IDF)
F-35I Adir. (IDF)
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El conflicto de Gaza cumple dos meses sin dejar que dar de hablar. Es evidente que el aspecto humanitario y las muertes causadas suponen la parte más dura de esta guerra. Más allá de esto, y desde la óptica estricta del análisis militar, el uso de los nuevos F-35 por parte de la aviación del ejército israelí ha desatado una tormenta de incógnitas y especulaciones sobre la finalidad de dicho movimiento. Lo que no está claro es si su empleo constituye una necesidad o, por el contrario, se trata de un lujo no tan necesario.

Si alguien en algún momento pensó que la intervención de Israel en Gaza iba a ser algo contenido, de efectos limitados y actuaciones comedidas, está claro que se ha equivocado. Hamás, o quienes han propiciado todo esto, buscaban dinamitar un proceso de acercamiento entre el estado judío y algunos países árabes, Arabia Saudí, principalmente.

En este escenario, la posición israelí era mala desde el primer momento. Hicieran lo que hicieran, iban a quedar mal. Si optaban por la tibieza, el problema interno iba a ser insoportable para cualquier gobierno, más aún para el de Netanyahu, apoyado por sectores ultraortodoxos. No hacer nada tampoco era una opción de cara al exterior. Cientos de muertos y rehenes sin una respuesta hubiera sido interpretado como una debilidad que allí no se pueden permitir. Por ello han optado por lo previsible, una respuesta dura, contundente y con voluntad de que sea decisiva. Otra cosa es lo que consigan.

Todo lo anterior nos lleva a la conclusión de que no se trata de una operación militar con alcance limitado. Han puesto en liza todo su ejército y parece que no se están reservando efectivo alguno. Una prueba de ello es el empleo de un amplio abanico de blindados. Sobre el terreno se están utilizando carros de combate Merkava de todos los tipos, incluso versiones en teoría anticuadas y ya en situación de almacenaje o venta.

placeholder Aviones F-35 y F-16 de Israel. (IAF)
Aviones F-35 y F-16 de Israel. (IAF)

Podemos deducir esto por el hecho de que se estén viendo Merkava III sin modernizaciones, que ya son modelos antiguos; así como el hecho de que la Heil HaShiryon (su fuerza acorazada) ha movilizado todas sus brigadas, lo que supondría un despliegue de más de 1.500 carros implicados en tareas de combate. Con esta cifra, no hay suficientes Merkava IV ni Merkava III modernizados, tiene que haber Merkava II —en teoría destinados a la venta— aunque sean de la versión Mk IID. Puede que incluso algún otro modelo más antiguo, como podrían ser los Magach —una modernización del venerable M-60— en versiones modernas de los que todavía algunos quedan en funcionamiento.

Este despliegue de poderío blindado sobre un área tan reducida —en términos relativos— lo hacen para tratar de minimizar un coste en soldados que, de dispararse, para ellos sería inadmisible. También implica pérdidas. De hecho, aunque no hay datos muy fiables sobre el número de blindados puestos fuera de combate, se puede estimar que se han producido pérdidas en números no despreciables.

Tal implicación de sus fuerzas armadas nos lleva al F-35. ¿Qué están haciendo con él? Para la Heyl HaAvir (su fuerza aérea) el avión americano es uno de sus principales activos y la mejor representación de ese QME o ventaja tecnológica que Israel mantiene sobre todos los países de su entorno y que Estados Unidos garantiza, como ya les hemos explicado en ocasiones anteriores.

Los Adir en acción

Que los F-35 Adir han entrado en acción en este conflicto es un hecho. Otra cuestión son los motivos o la necesidad real de hacerlo. Quizás la participación más evidente, porque así fue difundido por los medios israelíes, fue el derribo de un misil de crucero lanzado desde Yemen. El suceso ocurría el 2 de noviembre cuando al menos un F-35 participó de manera activa en la defensa.

Al respecto, la Heyl HaAvir difundió un vídeo donde se podía ver una secuencia de combate tomada con lo que parece un sistema de grabación del avión, aunque se podría haber obtenido de las imágenes que llegan a los sistemas del casco del piloto, una maravilla tecnológica que cuesta del orden de medio millón de dólares.

En el vídeo, obtenido con imagen térmica, se han borrado todos los datos. Podría haber información sensible que incluiría los parámetros del avión durante el lanzamiento, así como otro tipo de información, como los propios del arma lanzada. Es lo que, en España y en el lenguaje militar, se denomina "sanitizado", un anglicismo que se aplica cuando una información ha pasado los filtros de seguridad. En las imágenes se ve con claridad el objetivo, un misil de crucero. El resto es confuso, pero todo apunta a que un misil aire-aire de corto alcance lanzado por el avión impacta en el objetivo.

Se trataría de un derribo producido con un AIM-9 Sidewinder X Block 2, la más avanzada de las versiones de este célebre ingenio aire-aire, aunque ya está casi a punto una variante mejorada Block III. El Block II es clave para su empleo por el F-35. Es así porque en el funcionamiento normal en este tipo de armas, hasta la versión AIM-9 X, el misil realizaba el bloqueo antes de su lanzamiento. Esto significa que engancha o fija su objetivo mientras se mantiene en el ala del avión lanzador, lo que permite que los datos lleguen a las pantallas del avión.

El problema con el F-35 es que su armamento (cuando trabaja en modo stealth) va dentro de las bodegas, con lo que su sensor infrarrojo, que actúa por localización de la señal de calor del enemigo, no podría enganchar. La ventaja del Block II es que es capaz de realizar el enganche una vez el misil ha sido disparado. En cualquier otro avión, como podría ser el F-16 o el F-15, esto no sería crítico, pero sí lo es para el F-35.

Esta acción de combate está documentada porque se han preocupado de que así sea, ya que esta demostración de capacidades interesa mucho a efectos de la disuasión que supone. Sin embargo, la participación de los Adir en los bombardeos a objetivos terrestres en Gaza también ha sido confirmada por fuentes oficiales de la Heyl HaAvir, que han asegurado su participación. Esta participación en apoyo a las fuerzas terrestres habría consistido en el lanzamiento de bombas de precisión JDAM —de guiado por GPS— de 2.000 libras de peso, casi una tonelada. Se trata de bombas de las grandes.

placeholder Bombas JDAM (para uso real) a punto de cargarse en un F-35 Adir. (IAF)
Bombas JDAM (para uso real) a punto de cargarse en un F-35 Adir. (IAF)

Si bien los dos escuadrones actuales de Adir se consideran plenamente operativos desde 2020, su participación en acciones de combate real —que hayan sido conocidas— no han sido muchas. Utilizar un avión como este, con una capacidad furtiva extraordinaria, en un conflicto como el de Gaza donde los aspectos tecnológicos están en un muy segundo plano, podría parecer que carece de sentido. Para qué arriesgar un avión de más de 150 millones dólares en una misión de bombardeo convencional —aunque sea de precisión—, algo que podrían hacer a la perfección con sus F-16C Barak, F-16I Sufa o, sobre todo, sus eficaces F-15I Ra'am, la versión israelí del F-15E Strike Eagle.

La respuesta podría venir de dos sitios. Por un lado, la ya comentada implicación al completo de las fuerzas armadas de Jerusalén en el conflicto, así como la necesidad de mantener un frente en guerra abierta (Gaza) junto a otros muy conflictivos, como podría ser la zona de Cisjordania o la frontera norte con Líbano y el siempre activo y difícil teatro de operaciones en Siria. En esta situación, la gestión de los medios aéreos podría haber recomendado contar con los F-35 incluso en misiones para las que no serían indispensables.

placeholder F16 Sufa, cargado con misiles aire-aire y bombas guiadas por láser. (IDF)
F16 Sufa, cargado con misiles aire-aire y bombas guiadas por láser. (IDF)

Por último, tenemos la cuestión adiestramiento. Unas fuerzas de defensa que llevan toda su existencia en constante estado de guerra, no pierden la mínima oportunidad de probar nuevas técnicas, materiales y armas. En este contexto existiría un interés militar en utilizar los Adir con diferentes armas y por ejemplo, probar con algunas de las más potentes, como las comentadas GBU-31 de 2.000 libras.

En estos casos, la participación del F-35 sería algo secundario en el sentido de que actuarían como una plataforma más. Se trataría de misiones donde no es la amenaza del enemigo, lo que condiciona el empleo de una plataforma determinada, como sería el caso de atacar, por ejemplo, una instalación siria defendida con misiles antiaéreos. Aquí, en Gaza, lo importante es el arma lanzada. De lo que no cabe ninguna duda es que el Adir es y seguirá siendo una pieza fundamental del arsenal israelí.

El conflicto de Gaza cumple dos meses sin dejar que dar de hablar. Es evidente que el aspecto humanitario y las muertes causadas suponen la parte más dura de esta guerra. Más allá de esto, y desde la óptica estricta del análisis militar, el uso de los nuevos F-35 por parte de la aviación del ejército israelí ha desatado una tormenta de incógnitas y especulaciones sobre la finalidad de dicho movimiento. Lo que no está claro es si su empleo constituye una necesidad o, por el contrario, se trata de un lujo no tan necesario.

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