Un vídeo muestra cómo aterrizar un Boeing 787 en una pista de hielo en la Antártida

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El Boeing 787 es uno de los aviones comerciales más emblemáticos del mundo. Recibe el apodo de “Dreamliner” e hizo su primer vuelo el 19 de diciembre de 2009. Sus dimensiones son de 60,1 metros de envergadura, 62,8 metros de largo y 16,3 m de alto. Además, es capaz de alcanzar los 920 km/h en velocidad de crucero y pesa en torno 115.000 kilogramos. Tiene capacidad para entre 217 y 323 pasajeros (según el modelo) y entre sus grandes hitos está el de haber cubierto la ruta entre Nueva York y Singapur (unos 15.500 km) sin necesidad de hacer escalas.

Pues bien, a esta hazaña hay que sumar una más. Y es que el pasado jueves 16 de noviembre un Boeing 787 Dreamliner consiguió aterrizar sobre una pista de hielo azul en la Antártida. Llevaba 45 científicos a bordo y 12 toneladas de equipamiento, lo que añadió una dosis extra de dificultad. Estos materiales tenían que llegar al centro de investigación Troll que Noruega tiene en Queen Maud Land.

El avión salió de Oslo el pasado 13 de noviembre y, antes de llegar a la Antártida, tuvo que realizar una parada de repostaje y acondicionamiento en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Desde allí puso rumbo al aeródromo Troll, cuya única pista de aterrizaje tiene tres kilómetros de largo y 60 metros de ancho. No hay que olvidar que un Boeing 787 Dreamliner necesita una pista de aterrizaje de, como mínimo, 2,5 km de longitud para tomar tierra de forma segura. Solo está disponible entre los meses de octubre y marzo.

El propósito de la misión

El vuelo fue fletado por la compañía Norse Atlantic Airways. Sin embargo, los desafíos para los científicos no acabaron cuando el vuelo aterrizó. Posteriormente, tuvieron que recorrer los siete kilómetros que separan el aeródromo de las instalaciones de investigación Troll, la cual se encuentra a 235 kilómetros de la costa más cercana.

El material transportado servirá para investigar la atmósfera terrestre y el impacto que la actividad humana está teniendo sobre ella. Además, se utilizará para analizar el entorno desde un punto de vista biológico y geológico, así como para estudiar la evolución de los glaciares antárticos. También se empleará para desarrollar un sistema que permita derretir hielo y obtener agua potable a partir de la energía empleada en calefacción dentro de las instalaciones.