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Lo que la histórica subida de precios de Spotify te oculta sobre el futuro del 'streaming'
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ACABAN DE PERDER 302M$

Lo que la histórica subida de precios de Spotify te oculta sobre el futuro del 'streaming'

Todo el mundo está mirando a la subida de precios de Spotify, pero hay algo mucho más determinante. El sistema de reparto de ingresos con artistas y discográficas está a punto de cambiar, y la inteligencia artificial tiene mucha culpa

Foto: Harry Styles, uno de los artistas más escuchados en Spotify. (Reuters/Andrew Kelly)
Harry Styles, uno de los artistas más escuchados en Spotify. (Reuters/Andrew Kelly)
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Spotify ha perdido cientos de millones, y da igual cuando leas esto. La tecnológica sueca sigue encadenando pérdidas ejercicio tras ejercicio, pese a ser la reina indiscutible del streaming musical. No es casualidad que, casi de forma paralela a la publicación de sus últimos resultados —y sus 302 millones de dólares en números rojos—, anunciaran una subida de precio en todas sus tarifas, la primera vez que lo hacían en su historia. Sin embargo, todos los ojos se han puesto sobre este cambio, que busca sacar a flote el negocio, mientras que hay algo que está pasando desapercibido y que es mucho más importante para su futuro: su modelo de reparto de ingresos entre artistas y discográficas está a punto de cambiar.

"Obviamente, damos la bienvenida al anuncio de Spotify", celebraba hace unos días Lucian Grainge, director ejecutivo de Universal Music Group, una de las tres grandes discográficas. Segundos después, lanzaba un dardo hacia los suecos, ya que "abordar el ingreso promedio por usuario es solo una parte". "Primero debemos asegurarnos de que los artistas reales con bases de fans reales reciban una compensación justa", defendió durante una conversación con analistas tras presentar resultados. En realidad, es el mismo melón que llevan intentando abrir desde hace tiempo, una vez se dieron cuenta de que lo que les había beneficiado durante años empezaba a volverse en su contra.

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El modelo vigente se basa en un prorrateo en el que Spotify pone todos los ingresos en común para dividir después según las escuchas totales de cada mes. Eso significa que si, por ejemplo, eres aficionado al jazz experimental, probablemente hayas contribuido a pagar la sesión de Bizarrap con Shakira, uno de los pelotazos musicales del año.

Parece lógico, ya que al final todos financian lo que escucha todo el mundo, pero no es del todo así. Para muchos, ese sistema acaba beneficiando a quienes más escuchas tienen. Según un análisis de Rolling Stone, el 10% de los artistas más escuchados —unos 160.000 músicos— concentraba el 90% de las escuchas en 2020, algo que generaba un abismo aún mayor que en la venta de copias físicas. Ese sistema de reparto, por cierto, también hace que aparecer en listas de reproducción oficiales sea clave para obtener ingresos extra, pero es algo mucho más difícil para aquellos que aún no son muy conocidos. Entonces, ¿qué ha pasado para que ahora quieran cambiarlo? Y, sobre todo, ¿qué viene después de esto?

Spotify se ha llenado de ruido (y la IA ha sido la puntilla)

"Es un modelo que ha beneficiado a toda la industria de la música durante años, no solo a majors", asegura Rafael López Garnica, asesor y consultor en InGrooves, una distribuidora digital de música, propiedad de Universal. "Ahora mismo está caduco, porque hay demasiado contenido disponible en plataformas, así que se trata de buscar un modelo para que se reparta mejor y no haya usos fraudulentos". Esos usos van desde las escuchas fraudulentas mediante bots a la creación de contenido que a veces es música ambiental —por poner un ejemplo— de artistas que ni siquiera existen, pero que otras es directamente ruido.

En su caso, explica, cuentan con un sistema de control para evitar que cuelen algo —hay una persona que siempre que tiene que revisar las canciones—, pero eso no sucede con otras plataformas donde los filtros son mínimos. Además, en el último año ha aparecido un componente sorpresa en este cóctel.

placeholder El CEO de Spotify, Daniel Ek. (Getty/Michael Loccisano)
El CEO de Spotify, Daniel Ek. (Getty/Michael Loccisano)

"Ahora las majors se están quejando porque, además de los bots y los falsos oyentes, han visto llegar a un enemigo con el que no contaban hace años: la inteligencia artificial generativa. Se están creando artistas falsos y tracks de audio generados por IA que compiten directamente con sus artistas y, por tanto, eso está tocándoles el bolsillo", explica Ainara LeGardon, música y asesora en materia de propiedad intelectual en LeGardon.net. Sobre este punto, recuerda que solo la plataforma Mubert —una gota en el océano de la IA generativa— ya ha sido capaz de crear 100 millones de canciones, una cantidad equivalente a todo el catálogo de Spotify.

"Ahora mismo Spotify está en una posición bastante incómoda, pero que la propia empresa ha generado. Spotify ha creado una masa de consumidores totalmente zombis, que oyen sin escuchar y sin saber (ni importarles ni siquiera) qué artista está sonando. El público pasivo es el mejor pasto para ser manipulado por la plataforma, y hacia ese escenario es hacia donde nos dirigimos", continúa Legardon.

Como ya explicó El Confidencial, la clave del rediseño de la aplicación estaba enfocada a que los usuarios se dejen llevar por recomendaciones, algo que llevan años fomentando. "Dependemos mucho de los algoritmos", admite López Garnica. La cara B de esto es que, cuando escuchas algo por esta vía (y no por decisión propia), los pagos de royalties de Spotify son menores, y eso les deja muy cerca de convertirse en una radio.

Foto: El CEO de Spotify, Daniel Ek. (Reuters/Shanon Stapleton)

Es precisamente este punto el que podría provocar un cambio significativo en el dinero que llega a los músicos. Ahora mismo, buena parte de los ingresos de Spotify —se estima que el 70%, algo que ayuda a explicar sus pérdidas millonarias— acaban en manos de los propietarios de las canciones, que suelen ser las editoriales de las discográficas y los artistas, que tienen estipulado por contrato cuánto se lleva cada uno, aunque es el sello quien se lleva siempre la parte más grande del pastel.

"En radiodifusión, los derechos de gestión colectiva obligatoria se reparten al 50% entre sellos y artistas. Las plataformas están ofreciendo un servicio que casi sustituye al de las radios, pero los royalties que recibe el artista es como si fueran ventas, además de que así los ejecutantes [por ejemplo, músicos de sesión] no cobran nada", desarrolla LeGardon. Más allá de esta cuestión, también considera que se deberían revisar los contratos discográficos firmados hace décadas, ya que "estaban enfocados al ámbito físico y deberían adaptarse al digital".

Es lo mismo que, por cierto, pidieron hace unos meses los hermanos Auserón, fundadores de Radio Futura. Así, recordaban que aquellos acuerdos "contemplaban una contrapartida de inversión en producción, promoción y distribución", afeando que ahora "obtienen enormes beneficios sin ejercer sus funciones de origen". "Los artistas y las compañías ya no son creador e inversor (...) son objetivamente copropietarios de los nuevos derechos de explotación por canales no previstos en los antiguos contratos", continúan en el texto, que fue respondido por Promusicae, la patronal del sector, que aseguró que esas renegociaciones ya se están haciendo.

Y ahora, ¿qué?

Frente a eso, la propuesta que llevan años defendiendo movimientos de músicos como Justice At Spotify es que el sistema de pago se base en las escuchas de cada usuario. De este modo, el dinero de la suscripción —o lo generado por publicidad si la cuenta es gratuita— se reparta entre los artistas que uno haya escuchado ese mes. La consecuencia es clara. Los artistas que tengan oyentes que consuman menos música en streaming se llevarían más ingresos por reproducción que aquellos cuyos fans pasen el día enganchados a Spotify.

Sin embargo, también hay dudas de que eso vaya a solucionar algo. Según un informe de la consultora alemana ProMusik, en la mayoría de países este cambio supondría que el 29,3% de los artistas incrementen un 40% sus ingresos, mientras que un 19% los duplicaría. Sin embargo, un 38,8% tendría una caída del 40%. "Las conclusiones no son tan simples como que los artistas más conocidos van a perder en favor de los artistas underground, o que aquellos de géneros más populares vayan a perder en favor de los más minoritarios", dice LeGardon sobre este estudio.

placeholder Foto: Reuters/Eric Gaillard.
Foto: Reuters/Eric Gaillard.

En cuanto a la propuesta de las discográficas, no parece que haya nada claro. Por ahora, solo han hablado sobre un concepto tan vaporoso como que el modelo se centre en el artista, pero que nadie sabe cómo se puede materializar. Para esta especialista, la clave estará en seguir la misma mecánica que operaba en el mercado físico, donde "un CD o vinilo cuesta más o menos lo mismo, sea de la mayor estrella mainstream o de un grupo experimental y minoritario".

Llegados a este punto, ¿la subida de tarifas anunciada servirá para que los artistas cobren más o solo para tratar de equilibrar las (maltrechas) cuentas de Spotify? "Desde mi punto de vista, no sirve para paliar esta situación, ni mucho menos va a repercutir significativamente en los bolsillos de las personas autoras y artistas", zanja LeGardon.

Spotify ha perdido cientos de millones, y da igual cuando leas esto. La tecnológica sueca sigue encadenando pérdidas ejercicio tras ejercicio, pese a ser la reina indiscutible del streaming musical. No es casualidad que, casi de forma paralela a la publicación de sus últimos resultados —y sus 302 millones de dólares en números rojos—, anunciaran una subida de precio en todas sus tarifas, la primera vez que lo hacían en su historia. Sin embargo, todos los ojos se han puesto sobre este cambio, que busca sacar a flote el negocio, mientras que hay algo que está pasando desapercibido y que es mucho más importante para su futuro: su modelo de reparto de ingresos entre artistas y discográficas está a punto de cambiar.

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