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En pleno 'boom' del 'streaming', España abre fábricas de vinilos (y están a tope)
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LA DEMANDA CRECE SIN FRENOS

En pleno 'boom' del 'streaming', España abre fábricas de vinilos (y están a tope)

Tres fábricas de vinilos han abierto sus puertas en España ante la resurrección del formato. Cuestiones como la moda o la escasez de materiales plantean una incógnita para su futuro

Foto: Un disco en formato vinilo. (Unsplash/Friso Baaij)
Un disco en formato vinilo. (Unsplash/Friso Baaij)

Haga una suposición. Imagine que, a finales de los noventa, alguien hubiera podido viajar a 2021 y descubriera que en España cada vez no solo se venden más vinilos que antes sino que, además, se instalan más fábricas para producirlos. Lo más probable es que pensase que esa máquina del tiempo se había fastidiado y había hecho lo contrario: ir 20 años atrás. En cambio, es precisamente lo que está ocurriendo en plena era del ‘streaming’ y, al mismo tiempo, del resurgir de los discos de 33 revoluciones por minuto.

La rápida muerte del formato para tocadiscos hizo que apenas quedaran productores de estos plásticos en Europa. Por eso, su inesperado auge les pilló con el pie cambiado y cada vez con más problemas para poder suministrar la creciente demanda. Las cifras hablan por sí solas. En 2013, en España se despacharon 140.000 vinilos, mientras que en 2020 las ventas ascendieron a 1,23 millones. Además, en Estados Unidos ya se ha producido el sorpaso de este formalo al CD, algo que no pasaba desde 1986, y que ocurra lo propio en otros países parece solo cuestión de tiempo.

Foto: El vinilo nunca se fue y ahora se vende más que el CD. Foto: EFE Pablo Ramón

Si esos datos ya eran impensables, más sorprendente aún es otro fenómeno que ha roto expectativas: en menos de una década, han abierto sus puertas tres fábricas de vinilos en la Comunidad Valenciana, País Vasco y la Comunidad de Madrid. Están funcionando a pleno rendimiento, aunque el rodillo del ‘streaming’ deja muchas incógnitas en el aire: ¿estamos ante una fiebre pasajera de este viejo formato musical? ¿Han renacido estas fábricas para morir para siempre dentro de unos años?

“Todo lo que había en España estaba destruido”

Casi dos décadas después de que la planta de vinilos de Iberphone —una de las grandes del sector en España— cerrara sus puertas para siempre, Krakatoa Records comenzó a prensar discos en sus instalaciones en Castellón de la Plana (Comunidad Valenciana). “Partíamos con muy pocos recursos económicos: somos cuatro particulares que quisimos empezar con este proyecto porque somos músicos o tenemos vidas muy relacionadas con la música”, cuenta Bernat Fayos, uno de los fundadores de esta iniciativa.

Al principio, allá por 2013, se apañaban con unas máquinas manuales que se habían utilizado en los años cincuenta en Estados Unidos. Las tuvieron que comprar allí, pues “casi todo lo que había en España estaba destruido o vendido como chatarra. Era un material obsoleto que, en principio, no se iba a volver a utilizar”, indica. Después, han podido actualizar estos aparatos para que sean “más acordes a la tecnología actual”, aunque subrayan que “ya había maquinaria automatizada en los setenta, por lo que realmente no es tan distinto”.

placeholder Prensado de un disco en la planta de Mad Vinyl Music, en Madrid. (Mad Vinyl Music)
Prensado de un disco en la planta de Mad Vinyl Music, en Madrid. (Mad Vinyl Music)

Alain Consonni, gerente de Press Play Vinyl en Vizcaya (País Vasco), otra de las fábricas que han abierto sus puertas en los últimos años, relata problemas similares, aunque en este caso decidieron apostar directamente por equipos nuevos para su apertura. “Tras unos años de parón, se volvieron a fabricar prensas para este producto y nos lanzamos a hacer una fábrica moderna, con todos los estándares de la actualidad y teniendo en cuenta los factores ecológicos, como el reciclaje o la utilización de agua, pero haciendo un producto de toda la vida como el vinilo”, comenta en conversación con El Confidencial, y enfatiza que “siempre hay una parte de trabajo artesanal, porque cada disco es único: cada vez que se mete en prensa tiene una características, un surco distinto”.

Esta factoría es una de las unidades de negocio del Grupo Tecasa, con más de 40 años de trayectoria, por lo que contaba con un fuerte respaldo inicial. Además, antes ya habían realizado estudios de mercado en los que se veía “una tendencia clara de consumo de vinilo desde 2005”, algo que el tiempo ha acabado confirmando.

“El público no perdió el interés en el vinilo”

La última fábrica de vinilos en abrir —al menos por ahora— en España ha sido Mad Vinyl Music, que apenas lleva un año operativa y también fue puesta en marcha por un grupo de amigos melómanos (entre ellos, el exfutbolista y deportista Michael Robinson).

Foto: La productora de vinilos checa GZ Media, la fábrica de vinilos más grande de Europa (EFE/Filip Singer)
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“Recuerdo muy bien el momento en que mi tienda favorita quitó todos los estands de vinilo y los cambió por CD”, responde Eugenio López, copropietario de este negocio con sede en Algete (Madrid), cuando le preguntan por la rápida muerte de este formato en la década de los noventa. La razón de aquella desaparición fue, según le explicaron, “que les habían dejado de recoger el 'stock' sobrante de vinilo, pero sí el CD, así que dejaron de pedirlos, y me sorprendió porque entonces no tenía ni reproductor para escucharlos”.

En cambio, las tiendas de segunda mano seguían ahí: “En el centro de Madrid, estaban hasta arriba. Por ejemplo, los sábados por la mañana había cola para entrar en La Metralleta y no tenían CD en aquel entonces, solo vinilos”. Es lo que le lleva a sugerir que “no es que desaparecieran de las tiendas porque el público perdiera el interés, sino que seguramente tuvo que ver la logística de las compañías o las distribuidoras”, puesto que los discos compactos se pueden “fabricar mucho más rápido que el vinilo, consumen menos plástico, son más pequeños y pesan menos”. En resumen, “es un formato más barato y que se puede mover mejor”.

El vinilo lo quiere quien siente algo más por esa música, como si fuera 'merchandising'

Antonio Guisasola, presidente de Promusicae, la patronal de la industria musical, recuerda que la aparición del CD “vino arropada por algo que parecía un gran salto tecnológico: la llegada al sonido digital”. “Sus detractores, que los hubo, contaban que se perdían matices sonoros y posiblemente muchas más cosas, pero también es cierto que se ganaba en portabilidad, tamaño, practicidad y durabilidad”, contrapone antes de subrayar que “había demasiadas fortalezas en el CD como para que el vinilo no se viera afectado”.

Entonces, ¿por qué ahora ha vuelto? En la patronal lo achacan a que “los fans encuentran en el vinilo una forma de conectar emocionalmente con sus artistas favoritos, un objeto de deseo que pueden tocar, observar y coleccionar, mientras otros prefieren recuperar su sonido tan característico”. Si bien Guisasola apunta que “el vinilo representa un soporte único y es muy atractivo”, también considera que su regreso tiene otras dos claves. Por un lado, la reedición de “discos míticos e imprescindibles en la colección de cualquier melómano”. Por otro, que las nuevas propuestas musicales están “editadas cuidadosamente para dar a los fans la oportunidad de hacerse no solo con la música, sino también con el concepto o mensaje artístico que los artistas quieren imprimir a sus obras”.

Foto: Cintas de cassette

En sintonía con esta idea, en Mad Vinyl Music agregan que ya existe el 'streaming' “para escuchar música en cualquier momento o situación, pero eso acaba siendo algo un poco banal y el que quiere tener el disco es porque siente algo más por esa música; es como si fuera una parte del 'merchandising”. “Sería ilusorio pensar que se va a llegar a las ventas que había en los ochenta, pero es cierto que el vinilo se está quedando como el formato físico estándar”, auguran en esta fábrica madrileña. Es lo mismo que comentan en Press Play, donde, además de estas características, también destacan el apoyo explícito a un determinado artista a través de la compra de su música o “todo el ritual que hay alrededor de poner un disco de vinilo tranquilamente y escucharlo en casa”.

Reguetón en 33 rpm

Aunque pueda sorprender a muchos, hoy en día hay producción de vinilos para todo tipo de artistas. En el caso de Press Play Vinyl, sus clientes son tanto artistas locales que lanzan su primer disco como multinacionales que pueden llegar a pedir tiradas de más de 20.000 ejemplares, como son los casos de las mencionadas reediciones. “Hemos trabajado con todos los grandes sellos nacionales y multinacionales”, subrayan. Es un perfil de clientela similar al de Mad Vinyl Music, donde indican que “entre los grupos que se autoeditan, casi ninguno hace ya edición en CD, pero sacan una tirada de varios cientos de copias en vinilo”.

Foto: Spotify. (EFE)

Eso sí, no solo el tamaño del grupo es variado, también el estilo de música que llega a la fábrica. “Al principio pensábamos que iba a ir dedicado más a géneros relacionados con el rock, que siempre han estado muy vinculados al vinilo, pero realmente estamos teniendo de todo… Incluso reguetón, que es lo que más nos ha sorprendido”, comentan desde la fábrica madrileña.

En Krakatoa Records, por contra, suelen producir discos para artistas emergentes o de alcance medio, por lo que los encargos que reciben oscilan entre las 100 y las 500 unidades, aunque de vez en cuando hay alguno que supera el millar. “Nuestro objetivo no es crecer de una manera enorme. Nos sentimos cómodos trabajando con sellos independientes y no muy grandes, porque tenemos vínculos con ellos más allá de la fabricación. Para nosotros, eso es lo que da sentido al negocio, no solo que sea rentable, aunque sea una condición necesaria”, comentan sobre su modelo. De cualquier modo, aclaran que no rechazan “a clientes más grandes, pero no se ha dado el caso de que haya venido una multinacional ni tampoco es el objetivo”.

Hay demanda, pero ¿hay futuro?

Ante este resurgir de las fábricas de vinilos, hay una pregunta inevitable: ¿hay mercado suficiente para todas ellas en el medio y largo plazo? “Decidimos abrir porque iba a ser rentable, no es algo romántico en absoluto, aunque entendemos que haya gente que pueda ir por ahí porque es fanática de los vinilos. Nosotros estamos creciendo internamente, pero no sabemos cuánto mercado hay para que haya más gente haciendo lo mismo. Por ahora, parece que hay trabajo”, dicen en Press Play Vinyl, donde prevén que todavía queda vinilo para rato.

“Nuestra previsión es que no hemos llegado todavía al pico. Desde 2005, ha habido un aumento interanual de entre el 10% y el 30%, pero este año ha sido abrumador. Llegará un momento en que se estabilice y probablemente baje, porque hay una pequeña parte que es moda, pero a los melómanos les va a seguir gustando”, detallan.

Foto: Imagen de dos cargueros en el Canal de Suez. (Reuters)

“Ahora mismo, con la demanda que hay, puede haber empleo para mucha gente”, conceden en Krakatoa Records, donde dejan caer que la situación también puede complicarse por la actual escasez mundial de materiales y el atasco en las cadenas logísticas. “Está habiendo problemas de suministro con algunos proveedores y materiales, además de que se están encareciendo el cartón, PVC y los costes energéticos. Hay una serie de cosas que no sabemos cómo van a evolucionar, ni siquiera si al encarecerse la producción va a bajar la demanda”, afirma. Además, los encargos de algunos superventas pueden dificultar, aún más, la diversificación de la producción. Solo para '30', el nuevo disco de Adele, se han encargado medio millón de copias en vinilo, lo que ha provocado que artistas de menos renombre tengan que esperar unos nueve meses para disponer de su música prensada en estos cotizados plásticos.

Desde Promusicae destacan que, a pesar de las dificultades para comprar en los meses más complicados de la pandemia, el precio de venta al público de los vinilos subió un 0,4% en 2020. Además, la variación interanual de este semestre ha sido del 74%, por lo que aseguran que “ni es moda pasajera ni tiene fin”, sino “un amplio margen de crecimiento”. “Quizá nos queda por descubrir todo lo que da de sí la cara B del disco de vinilo”, concluyen.

Haga una suposición. Imagine que, a finales de los noventa, alguien hubiera podido viajar a 2021 y descubriera que en España cada vez no solo se venden más vinilos que antes sino que, además, se instalan más fábricas para producirlos. Lo más probable es que pensase que esa máquina del tiempo se había fastidiado y había hecho lo contrario: ir 20 años atrás. En cambio, es precisamente lo que está ocurriendo en plena era del ‘streaming’ y, al mismo tiempo, del resurgir de los discos de 33 revoluciones por minuto.

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