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Ni ADSL, ni fibra, ni 4G: la época en la que todo internet cabía en un solo CD
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INIMAGINABLE A DÍA DE HOY

Ni ADSL, ni fibra, ni 4G: la época en la que todo internet cabía en un solo CD

Si te parece una eternidad el tiempo de carga de Netflix, no pienses esos días en el que la puerta a la Red era un disco que se compraba los domingos con el periódico

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No nos podemos imaginar la cantidad de discos duros que serían necesarios a día de hoy para albergar todo lo que hay en internet. En la época en la que el debate en los círculos de amigos era si el personaje de Di Caprio podría haberse salvado de morir congelado en Titanic (algo que ya se demostró que podría haber sido posible), nos conectábamos a internet de otra manera: metiendo un CD en el ordenador y dejando sin teléfono fijo (el móvil todavía no estaba muy extendido) a nuestro hogar. Y no han pasado tantos años.

Foto: (Foto: Pixabay)

Antes de hablar de la llegada masiva de internet a España es obligatorio hablar de sus antepasados. El teletexto, que todavía sigue vivo a día de hoy en Televisión Española, y sobre todo Ibertext pueden ser considerados como los predecesores a internet en España. Ambos servicios compartían pantalla, los televisores, aunque mientras el teletexto sólo permitía acceder a información, Ibertext iba un paso más allá.

Del teletexto a Ibertex

La versión patria del francés Videotex no era más que un servicio ofertado por Telefónica, que mediante una especie de módem y un teclado conectados a un televisor permitían realizar operaciones bancarias, compras o consultar información de ayuntamientos. Todo un lujo para aquellos tiempos. Puede parecer una tontería, pero Ibertex entró en funcionamiento a tiempo del Mundial de Fútbol de 1982, mucho antes de que internet se popularizase en España, aunque Telefónica ya empezaba a contar en sus anuncios cómo sería internet en el futuro.

Aquel internet primigenio se hizo bastante popular, en 1994 contaba ya con 400.000 usuarios conectados, pero a mediados de la década de los 90 dejaría paso al primer proveedor de internet para particulares en España: Infovía. También en el seno de Telefónica, monopolio de la telefonía y todavía empresa estatal por entonces, Infovía daba acceso a un internet reducido, aunque había proveedores externos como Servicom que permitían acceder a internet. Con la saturación del servicio y su baja calidad, pronto, en 1998 y coincidiendo con la liberalización del sector en España, llegó Infovía Plus, que ya por fin daba acceso a la red de redes.

El minuto, un pico

Un ordenador con Windows 3.1 en adelante o un Macintosh, con módem en cualquier caso, era lo necesario para conectarse a internet. ¿Y cómo se configuraba aquello para que funcionase? Telefónica, y luego todos sus rivales, nos facilitaban todo con un CD-ROM autoejecutable (si el sistema operativo lo permitía, si no había que buscar el clásico autorun.exe) que establecía las configuraciones necesarias para que el módem marcase el número correcto.

Porque hablamos también de un tiempo en el que nuestro ordenador marcaba un número de teléfono (escuchábamos perfectamente el marcado) para conectarse a internet, dejándonos entonces sin teléfono fijo mientras navegábamos por la red. Con Infovía el módem marcaba el 055, mientras que con Infovía Plus ya había nodos repartidos por España, por lo que en función de nuestra ubicación se marcaba un número fijo (como el de una casa) u otro.

Eso sí, si hoy no nos preocupa en absoluto cuánto tiempo nos pasamos conectados, por entonces era algo que medíamos prácticamente con cronómetro. Hasta la llegada, en 1999, de la tarifa plana de internet, el precio de las conexiones se medía por tiempo de conexión e incluso había tramos horarios, siendo el horario laboral el más caro y la noche o los fines de semana la franja más barata. 106 pesetas por hora en horario reducido y 139 pesetas en hora punta concretamente. Y todo ello por una conexión con 28 kbps por segundo.

La competencia llenó los periódicos de CD-ROM

InfoVía fue quien abrió la veda, pero con la apertura del mercado español de telecomunicaciones, con la liberalización del mismo y la privatización de Telefónica, las nuevas marcas se lanzaban a por los clientes del ex-monopolio. Retevisión, la primera empresa que logró licencia para competir en la telefonía fija, compró ServiCom y lanzó su propio proveedor de internet, Iddeo, que luego se llamaría Alehop y más tarde una marca recordada por muchos: eresMás.

Arrakis (de BT), Wanadoo (Amena), Ya.com (Jazztel), Navegalia (Airtel) o la mítica Terra son algunos de los proveedores de internet de la época que podemos recordar fácilmente, pero no estaban solos, porque todo tipo de empresas querían ofrecer conexiones a internet: la guía QDQ, el periódico El Mundo o el grupo Prisa con la marca Inicia vieron que había negocio, sobre todo cuando los primeros internautas españoles (particulares) pagaban cada minuto que pasaban conectados.

Solo era posible ganar clientes, quitándoselos a Telefónica, por lo que la burbuja (aquella que reventó en el boom de las .com) se infló rápidamente, con multitud de anuncios en prensa, radio y televisión, pero también con los famosos CDs de acceso a internet. No había fin de semana, a finales de la década de los 90 y quizás hasta principio del nuevo milenio, en el que los grandes periódicos del país no viniesen acompañados de un CD de la compañía de turno.

placeholder Portada del teletexto de TVE del 2 de febrero de 2016
Portada del teletexto de TVE del 2 de febrero de 2016

Tampoco se escapaban de estos 'regalos' las revistas especializadas en informática de la época, aquellas que nutrían sus portadas con el último Pentium o Microsoft Office turno. De hecho, como atractivo para meter dicho CD en un ordenador había aditivos: también iban acompañados con algún programa útil cuando no música (recuerdo que uno de ellos, de Jazznet concretamente, llegó con canciones de ‘Los fresones rebeldes’).

El negocio era sencillo: el usuario solo tenía que meter el CD en su ordenador, instalar el software y su módem (integrado en el ordenador) haría el resto. Tras unos pitidos y con la línea fija ocupada por la conexión, el contador se iniciaba y el proveedor de internet empezaba a facturar. Y no hace falta recordar la velocidad, que nos llevaba a quedarnos mirando a la pantalla mientras cargaban las páginas, favoreciendo la facturación del proveedor.

Meter el CD, instalar el 'software' y que el ordenador hiciese el resto. Así era acceder a internet

Y todo aquello parecía magia. Los ordenadores en las casas hasta aquel momento no eran tan habituales, y cuando estaban normalmente se usaban para ofimática y poco más. Internet y las ayudas para conectarse a la red, que llegaron desde distintas administraciones, provocaron que internet llegase poco a poco a los hogares españoles. El resto lo hicieron los ya extintos cibercafés.

Llegó el ADSL y el adiós a los CDs

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Phil Hearing (Unsplash)

A la vez que los usuarios conectados a internet crecían, la tecnología fue evolucionando. Aquella red que entraba en un CD pasaba de los directorios a webs de mayor tamaño, portales que ofrecían todo tipo de información y cada vez con más contenido multimedia. Las conexiones de 56 kbps se quedaban ya cortas y llegó el ADSL.

Fue con el cambio de siglo cuando Telefónica presentó el ADSL en España. No era para nada el ADSL que conocemos a día de hoy, sino una conexión que ofrecía una conexión de 256 kbps por 6.500 pesetas, aunque había conexiones de hasta un mega pero a precios prohibitivos. Y con la llegada de la nueva tecnología nos olvidamos de ocupar la línea fija de casa, de los gritos por no haber recibido llamadas y lo más importante, los sustos por facturas con horas y horas conexión pagando cada minuto o por habernos conectado en el horario más caro.

De aquellos tiempos guardamos en nuestra memoria, los que la vivimos, los foros y páginas calcadas en estructura porque todas estaban hechas con PhpNuke, los chats del IRC o Terra, buscadores como Hispavista o Lycos y por supuesto, aquellos servicios que nos prometían casi sacarnos de pobres a base a abrir correos o navegar con una barra con publicidad en nuestro ordenador. Internet desde luego que ya no cabe en un CD.

No nos podemos imaginar la cantidad de discos duros que serían necesarios a día de hoy para albergar todo lo que hay en internet. En la época en la que el debate en los círculos de amigos era si el personaje de Di Caprio podría haberse salvado de morir congelado en Titanic (algo que ya se demostró que podría haber sido posible), nos conectábamos a internet de otra manera: metiendo un CD en el ordenador y dejando sin teléfono fijo (el móvil todavía no estaba muy extendido) a nuestro hogar. Y no han pasado tantos años.

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