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Si Spotify pierde dinero y los artistas apenas cobran, ¿dónde está la pasta de la música?
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Si Spotify pierde dinero y los artistas apenas cobran, ¿dónde está la pasta de la música?

El popular 'streaming' reporta pérdidas y paga a los músicos cifras irrisorias lo que, unido al hundimiento de los conciertos por la pandemia, pinta un panorama desolador para el sector

Foto: El logo de Spotify en Nueva York. (Reuters)
El logo de Spotify en Nueva York. (Reuters)

Sesenta millones de canciones y casi dos millones de títulos de podcast. 320 millones de usuarios en 92 países, de los que 144 son de pago. Más de 4.000 millones de listas de reproducción. Son cifras astronómicas que podrían indicar que un negocio va viento en popa, pero nada más lejos de la realidad cuando se trata de plataformas digitales como Spotify que, desde su fundación hace 12 años, solo ha dado pérdidas, con la salvedad de un trimestre de 2018.

Aquel año, la compañía sueca tuvo un balance negativo de 78 millones de euros, que se duplicaron hasta los 186 millones en el siguiente ejercicio. 2020 tampoco parece que haya ido mejor: 101 millones de pérdidas entre julio y septiembre, último dato facilitado por la compañía, con un 14,1% más de ingresos, pero un 15,2% más de gastos... Y eso que no gasta todo lo que debería en algunas partidas, según cada vez más artistas en todo el mundo, que reclaman una mayor remuneración por sus escuchas en Internet.

"Solo tengo una pregunta para ti, Jeff [Bezos, CEO de Amazon]. ¿Cuánto dinero más necesitas?"

Aunque es una vieja polémica en el sector, la paralización de los conciertos —y la consiguiente pérdida de ingresos— han hecho que vuelva a la palestra. También calentó los ánimos la victoria judicial de las plataformas de 'streaming' en Estados Unidos, que habían demandado a la Copyright Royalty Board (CRB) por establecer en 2018 un aumento del porcentaje de ingresos destinado a los compositores, que tendría que subir un 44% en cuatro años. "Solo tengo una pregunta para ti, Jeff [Bezos, CEO de Amazon]. ¿Cuánto dinero más necesitas? ¿Qué tipo de imbécil demanda para cobrar retroactivamente a los compositores durante una pandemia?", fue la respuesta del cantante de Cracker y Camper Van Beethoven, David Lowery, uno de los más activos contra el modelo de 'streaming' imperante. La cuestión también llegó a España, donde los madrileños Rufus T. Firefly abrieron el debate en redes sociales: "No se venden más discos con el 'streaming', va a peor cada año. Lo que sí que ha conseguido el 'streaming' es que ya nadie se escuche un disco entero. Puestos al robo, casi preferimos volver al clásico”.

Hace unas semanas, el sindicato estadounidense Union Of Musicians and Allied Workers lanzó la campaña Justice At Spotify, que tiene como principal reclamo el pago de —al menos— un céntimo de dólar por reproducción en todas las plataformas de 'streaming', aunque focalizan en la compañía sueca por ser la más usada. Ya han recogido cerca de 20.000 firmas de apoyo de artistas, entre los que destacan Thurston Moore (Sonic Youth), Guy Picciotto (Fugazi) o Tyler The Creator. También hay artistas españoles, como los propios Rufus T. Firefly, Nacho Vegas o Seward.

Spotify paga 0,0032 céntimos por reproducción en su plataforma. Amazon y Apple pagan el doble

La cifra que reclaman está muy lejos de lo que se paga hoy, aunque las tarifas varían por cuestiones de todo tipo: desde los acuerdos unilaterales hasta el lugar desde el que provienen las escuchas. No obstante, distintas plataformas de gestión de derechos han calculado aproximaciones de lo que sería el pago medio. De acuerdo con Songtrust, Spotify paga 0,0032 euros por reproducción en su plataforma, por lo que aceptar la reivindicación de los músicos supondría triplicar su gasto en esta partida. Amazon Music y Apple Music pagan prácticamente el doble —0,0061 y 0,0065, respectivamente—, pero también tendrían que hacer un aumento considerable. YouTube se llevaría la peor parte, con un pago medio de 0,0006, por lo que tendría que multiplicar por 16 sus tarifas actuales. Solo Tidal quedaría dentro del rango, según los datos citados.

El reparto: ¿sobre el total o sobre el usuario?

Los cálculos anteriores reflejarían la literalidad del modelo si el sistema de reparto fuera por escuchas, pero no lo es. El modelo vigente se basa en un prorrateo en el que Spotify pone todos los ingresos en común para dividir después según las escuchas totales de cada mes. En términos de andar por casa, significa que si usted es aficionado al grindcore, probablemente haya contribuido a pagar derechos de 'Tú me dejaste de querer', el single de C. Tangana que ha pulverizado el récord de escuchas diarias de Spotify en España. Se pueden poner ejemplos de todo tipo. Si usted es más de estar a la última entre los cantantes emergentes de trap, su dinero habrá ido al inesperado resurgir de 'Dreams', de Fleetwood Mac, tras su pelotazo en TikTok. Parece tener lógica, ya que al final todos financian lo de todo el mundo. No es del todo así.

Si usted es más de estar a la última entre los cantantes emergentes de trap, su dinero habrá ido al resurgir de Dreams, de Fleetwood Mac

Hace unos meses, la revista Rolling Stone publicó un análisis en el que reflejaba que el 10% de los artistas más escuchados —unos 160.000 músicos— concentran el 90% de las escuchas. "DaBaby, que ha lanzado tres álbumes en un año y medio, fue el artista con la mayor cantidad de escuchas entre la música lanzada en ese periodo. Ha tenido casi el doble que el total del 90% de artistas menos escuchados", ejemplifican. La mitad de estos músicos, subrayan, no llegó a las 100 escuchas, aunque la revista estadounidense incide en que el abismo es mayor que con las ventas físicas (y menor que en la radio).

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Este sistema de reparto hace que aparecer en listas de reproducción oficiales sea clave para obtener ingresos extra; en especial, para aquellos que aún no son muy conocidos, que no suelen ser los que aparecen en estos listados, que muchas veces dependen de los acuerdos con las discográficas, denuncian los críticos. "Estar en listas de reproducción es muy difícil. Un músico independiente está condenado con ese sistema, a no ser que invierta mucho dinero de su bolsillo. Las grandes discográficas son las que van a estar siempre arriba porque es contenido de confianza de Spotify. Al final es un círculo vicioso", explica Emma Asensi, doctora en Tecnologías de la Información y la Comunicación y bajista, hasta hace unos meses, en 'Yo No Las Conozco'.

"Las grandes discográficas son las que van a estar siempre arriba porque es contenido de confianza de Spotify. Al final es un círculo vicioso"

Por su parte, la campaña 'Justice At Spotify' demanda un sistema de pago que se base en las escuchas de cada usuario. Es decir, que el dinero de la suscripción —o lo generado por publicidad si la cuenta es gratuita— se reparta entre los artistas que uno haya escuchado ese mes. La consecuencia es clara. Los artistas que tengan oyentes que consuman menos música en 'streaming' se llevarían más ingresos por reproducción que aquellos cuyos fans pasen el día enganchados a Spotify.

"Depende mucho del modelo que quiera cada plataforma. Nosotros no dejamos de ser los que le vendemos el contenido a la plataforma, que tiene un negocio diseñado y no somos parte de su estrategia de negocio", apunta Antonio Guisasola, presidente de Promusicae —patronal del sector—, en entrevista con El Confidencial. Guisasola entiende que, al ver cifras con millones de escuchas y su remuneración, "puede parecer poco, pero se escuchan cientos de miles de millones de canciones al día con las suscripciones que hay, y no tener esto en cuenta puede llevar un poco al engaño". Otro problema, agrega, es que "parte de estos negocios se basan en la parte de gratuita basada en la publicidad, que en Internet tampoco ha alcanzado un nivel de desarrollo razonable, pero es la puerta de entrada a estos servicios".

placeholder El logo de Spotify en la Bolsa de Nueva York. (CORDON)
El logo de Spotify en la Bolsa de Nueva York. (CORDON)

No solo los artistas se han empezado a movilizar para este cometido. También la European Music Managers Alliance, que propuso varios puntos para "reequilibrar la economía de la música", como un nuevo contrato entre artistas y grandes discográficas, pues consideran "los porcentajes de regalías del mundo analógico no son aplicables a los ingresos digitales". "Es hora de acabar con las prácticas por las que tres compañías multinacionales reciben pagos sustanciosos, adelantados y no atribuibles como parte de sus contratos de licencia", afean en un comunicado en el que también reclaman la eliminación de los repartos de la llamada 'caja negra', el lugar al que van a parar los ingresos de autores no identificados o no reclamados. "A pesar de que esos ingresos (...) pertenecen con frecuencia a los autores con menores ingresos, lo habitual es que se redistribuyan según la cuota de mercado a los artistas que generan mayores ingresos, o a aquellos que tienen un mayor conocimiento de los mecanismos internos de las organizaciones gestoras de derechos", desarrollan para definirlo como "injustificable".

El otro problema del reparto

Este periódico ha intentado contactar con Spotify para recoger su posición, sin haber obtenido respuesta en el momento en el que se publica este reportaje. Eso sí, la compañía sueca suele escudarse en que ya entrega unas tres cuartas partes de sus ingresos a los titulares de derechos —unos 19.000 millones de euros desde su fundación—, por lo que no sería sostenible aumentar estos márgenes. Hace un par de años, 'Financial Times' hizo un cálculo similar: Spotify pagaba 79 céntimos por cada dólar ingresado (en 2015 fueron 88 céntimos).

Aquí hay que tener en cuenta que las obras musicales generan dos tipos de derechos, los de autor y los editoriales. En estos últimos está el quid de la cuestión, ya que quien los posee controla la distribución y sus ingresos. David G. Aristegui, autor de libros como '¿Por qué Marx no habló de copyright?' (Enclave, 2014) o 'SGAE: el monopolio en decadencia' (Consonni, 2017) —junto a Ainara LeGardon—, lo ilustra con un ejemplo cristalino: "Cuando La Polla Records anunció su vuelta, regrabaron todas sus canciones. Ellos no eran los propietarios de los másteres de sus grabaciones antiguas, pero regrabándolas sí lo eran, porque eran los autores. De esta forma, reciben mucho más dinero de las plataformas cuando se escuchan estas regrabaciones, aunque antes ya cobraran por derechos de autor".

"Ellos no eran los propietarios de los másteres de sus grabaciones antiguas, pero regrabándolas sí lo eran, porque eran los autores"

Aristegui, que también da clases en el máster en Industria Musical y Estudios Sonoros de la Universidad Carlos III de Madrid, recalca que "hay que tener presente a todos los actores en juego", no solo a las plataformas. En este sentido, lamenta que la campaña Justice At Spotify "está muy bien intencionada, pero pésimamente enfocada, porque no recoge las complejidades del modelo". Entre estas ausencias, critica que no se haga mención a que "los artistas no pueden subir sus canciones a Spotify directamente, porque siempre han obligado a que sus interlocutores sean los distribuidores digitales". "Ahí ya hay un porcentaje que se lo lleva el agregador digital", expone antes de continuar con otra situación habitual: "Si has firmado un contrato con tu compañía discográfica o editorial, ellos también se llevan un porcentaje por tus canciones y, muchas veces, escogen el agregador que tienes que utilizar. De lo poco que paga Spotify, ya hay dos intermediarios. Aunque pagaran más, hay mucha gente a repartir, así que… ¿cuánto llegaría al músico? Nadie está haciendo esta reflexión".

Guisasola, de Promusicae, también incide en esto, pues "el royalty que el artista recibe de Spotify es el que acuerda con su compañía". "Es un mercado muy competitivo y un artista que tenga ingresos potentes puede ir a la discográfica donde crea que estará más a gusto, le vayan a pagar más o invertir más él", asegura, no sin antes recordar el IVA soportado por estos servicios (21%): "De esos 10 euros de una suscripción estándar, uno se va al IVA y a partir de ahí empieza la distribución". En este sentido, explica que "en el modelo de ventas tradicional era mucho más fácil de calcular los ingresos", mientras que "el 'streaming' es un negocio de mucho menor valor pero mayor escala, entonces a la hora de calcular los ingresos es un periodo más largo".

placeholder El cantante del grupo punk 'La Polla Records', Evaristo Páramos, durante un concierto en 2019. (EFE)
El cantante del grupo punk 'La Polla Records', Evaristo Páramos, durante un concierto en 2019. (EFE)

"Antes, con el formato físico, los artistas también perdían ingresos por el camino: había que pagar al productor, al mánager, a las distribuidoras, discográficas... pero ahora ha cambiado el concepto de industria", recuerda, por su parte, Asensi, que recalca que "ese dinero se ha visto reducido porque hay una tercera plataforma ganando dinero". "Eso tiene sus pros y contras. Los pros son que existe una ventana al mundo para cualquier artista, pero para los independientes ha sido la crónica de una muerte anunciada, porque suelen tener que financiar todo de su bolsillo", apostilla para recordar que "en la música siempre se ve la parte bonita, pero todo eso lleva un proceso de producción que es muy caro: desde componer hasta grabar el disco y promocionarlo". "Todas las partes tienen que cobrar, pero el músico también, que muchas veces es el que pone el dinero y también tienen pérdidas", incide. "Solo se van a quedar ahí quienes están ya o los que vienen de la mano de los grandes. Spotify está haciendo algo bueno con quien ya está arriba, pero hay que buscar un equilibrio que permita vivir a todas las partes".

1.000 millones para podcasts

Las pérdidas de Spotify hay que ponerlas en el contexto del llamado capitalismo de plataformas, que no funciona bajo las reglas de rentabilidad tradicionales, sino mediante inversión para, en expectativas futuras, dominar el mercado de la música en 'streaming', aunque suponga perder dinero durante un tiempo. Por eso, y pese a los balances negativos acumulados, Spotify sigue haciendo grandes inversiones. La más reciente, los podcast, donde se están volcando para atraer más usuarios, pero también capital. En apenas dos años, ya se han dejado alrededor de 800 millones de euros en este nuevo formato para la plataforma.

El capitalismo de plataformas funciona mediante inversión para, en expectativas futuras, dominar el mercado de la música en 'streaming'

"Spotify da pérdidas igual que han dado otras grandes tecnológicas, pero cada vez que buscan capitalización sube su valor. No se basan en el rendimiento automático, sino en la amplitud, porque es un modelo a largo plazo. El 'streaming' será plenamente rentable cuando se alcance una base de suscriptores lo bastante amplia para sostenerlo", expone Guisasola, el presidente de la patronal. Como contrapunto, Aristegui advierte: "Amazon estuvo mucho tiempo dando pérdidas hasta que pudo arrasar con todo. Si no se plantean regulaciones, va a pasar lo mismo que con Google y los buscadores o los vídeos en YouTube. El patrón se repite todo el rato y se tienen que regular". "Si un modelo de negocio se sustenta sobre algo ruinoso y no podéis remunerar correctamente a intérpretes o autores, dadle una vuelta o cerrar, como hacen las pescaderías, las editoriales de libros o los talleres. Es el mercado, amigo", dispara.

Además, Spotify "no parece que tenga muchos contrapesos: siguen siendo el centro de gravedad, donde la gente comparte sus listas". En este sentido, recuerda que cuando Jay Z y Beyoncé lanzaron Tidal, "la gente se lo tomó casi como una afrenta personal; de repente, la gente era fan de Spotify y les molestaba que montaran esta plataforma para dar mejor remuneración a los artistas, se decía que era un intento estúpido". "Es una cuestión de acervo cultural, pero nada es eterno, ya lo hemos visto con los formatos físicos", relata.

"Si no se plantean regulaciones, va a pasar lo mismo que con Google y los buscadores o los vídeos en YouTube"

Spotify también ha hecho distintas pruebas para que el tiempo de permanencia en la plataforma sea mayor. La más reciente, la aparición de 'stories' al estilo de las redes sociales de Facebook (Instagram, WhatsApp). También ha lanzado una nueva propuesta a los artistas, que pasaría porque estos seleccionen algunas de sus canciones para que Spotify las coloque en sus listas de reproducción. Eso sí, las escuchas a través de esas listas tendrían una tasa de royalties más baja, debido a su carácter promocional, aunque aún faltan por aclarar algunos aspectos. En cualquier caso, no garantizan un lugar para todo el mundo, ya que si la canción tiene mala respuesta del público, la dejarán de promocionar.

placeholder Beyoncé y Jay-Z lanzaron Tidal hace unos años.
Beyoncé y Jay-Z lanzaron Tidal hace unos años.

Un sistema que, en cualquier caso, recuerda enormemente al funcionamiento de la promoción en la radio tradicional —conocido como 'payola'—, aunque aquí en lugar de cobrar al artista, simplemente se le pagaría menos. No es el primer intento en esa dirección. El año pasado ya lanzaron una serie de anuncios a pantalla completa en los que cobraban unos 55 centavos por cada clic, según Rolling Stone. Pagar para ser escuchado. Algo que, de nuevo, solo está al alcance de los más grandes.

La falta de transparencia sobre los acuerdos de Spotify con las grandes discográficas, incluso con artistas que negocian individualmente, es otro de los puntos que sirven para aumentar la sospecha. Sobre todo, teniendo en cuenta que entre los accionistas están dos de las tres principales compañías, Universal y Sony. La primera es, a su vez, propietaria de casi la mitad del catálogo de Spotify y este verano firmó un acuerdo que le llevó a dispararse en bolsa, pese a que no trascendieron los detalles. Warner, la otra gran multinacional del sector, también fue accionista hasta 2018.

La pregunta incómoda: ¿pagamos lo suficiente?

Las plataformas de 'streaming' de música suelen funcionar bajo un modelo de suscripción de unos 10 euros al mes. Muchas ofrecen planes familiares o reducidos para estudiantes, con los que se puede llegar a pagar la mitad o menos. Según 'Financial Times', el pago medio por usuario de Spotify fue de 5,63 euros al mes en 2015, pero bajó a 4,38 en dos años. Spotify también ofrece un acceso gratuito, pero con menor calidad y anuncios entre canciones. Si bien es casi imposible ofrecer toda la música que existe, sí que es cierto que el catálogo de las plataformas de 'streaming' de música es infinitamente mayor que el que ofrecen las de cine, donde las películas y series disponibles son más limitadas. Así que, pese a las diferencias entre el reparto de cada plataforma, es el momento de la pregunta incómoda: ¿no será que no pagamos lo suficiente?

"El precio tenía que ser muy atractivo para convencer a la gente de pagar por algo que en ese momento lo tenían gratis con mucha facilidad"

En Promusicae explican que estos precios "salieron en un momento en el que el sector estaba muy castigado por la piratería". "El precio tenía que ser muy atractivo para convencer a la gente de pagar por algo que en ese momento, aunque fuera ilegalmente, lo tenían gratis con mucha facilidad", explica su presidente, que recuerda que estas plataformas ya están estudiando subir tarifas, pues "ofrecen un catálogo muy completo a precio muy barato, sobre todo con planes familiares". "Es un modelo nuevo que tiene que ajustarse. La estrategia ha sido crecer y conseguir que la gente se acostumbre a pagar por música, que es una cosa que cuando salió no estaba nada claro que tuviera éxito. Luego es cuestión de ir acomodando el precio a la demanda", concluye.

Aristegui prefiere "pensar en el reparto, que en sí se paga a 10 o 20", aunque reconoce que no tiene una posición determinada en este tema, pues "no estaría mal si esos 10 euros estuvieran bien repartidos entre los músicos y con una cierta sensibilidad a apoyar a los artistas emergentes, que son a los que más les afecta el dinero". Por su parte, Asensi subraya que, en la época del formato físico, quien quería escuchar discos "invertía 10 o 15 euros en comprarlo y, si querías otro, otros tantos". "Ahora mismo con 10 euros puedes escuchar mucha música de todo el mundo todo lo que quieras, con listas y recomendaciones. Para el oyente, es genial tener algo así", cuenta antes de recalcar que ve complicado que cambie el modelo: "La audiencia se ha acostumbrado y no va a aceptar un cambio en la perspectiva del modelo de pago, porque ya hemos llegado a este punto: supondría pagar más o tener menos".

Sesenta millones de canciones y casi dos millones de títulos de podcast. 320 millones de usuarios en 92 países, de los que 144 son de pago. Más de 4.000 millones de listas de reproducción. Son cifras astronómicas que podrían indicar que un negocio va viento en popa, pero nada más lejos de la realidad cuando se trata de plataformas digitales como Spotify que, desde su fundación hace 12 años, solo ha dado pérdidas, con la salvedad de un trimestre de 2018.

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