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Miserias del 'streaming': un músico gana 80 euros al mes por ocho millones de escuchas
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Miserias del 'streaming': un músico gana 80 euros al mes por ocho millones de escuchas

La desaparición de la música en directo durante meses —y su futuro incierto— lo ha terminado de poner en la diana: los músicos no quieren tragar con las exiguas tarifas de las plataformas digitales

Foto: Spotify. (EFE)
Spotify. (EFE)

Rufus T. Firefly abrieron esta vez el debate: “Sería increíble que todos los artistas nos uniéramos para no subir los discos en 'streaming' hasta que haya pasado un año desde su estreno o algo así”. Es un asunto que se ha ido tensando con el tiempo, pero la desaparición de la música en directo durante meses —y su futuro incierto— lo ha terminado de poner en la diana. En resumen: los músicos no quieren tragar con las exiguas tarifas de las plataformas digitales. La solución, podrían pensar muchos, es tan sencilla como salirse de ellas, pero no es tan fácil cuando la industria gira en torno a empresas como Spotify, YouTube, Apple o Amazon.

La banda madrileña tuvo una respuesta que también era de esperar: regresaría la piratería, algo que tampoco les preocupa en exceso. “No se venden más discos con el 'streaming', va a peor cada año. Lo que sí que ha conseguido el 'streaming' es que ya nadie se escuche un disco entero. Puestos al robo, casi preferimos volver al clásico”, replicaron. Ante un aluvión de datos celebratorios de Spotify, el cantautor y compositor Crispin Hunt se hizo una pregunta en esa misma línea: “Han traído dinero de nuevo a la industria, pero… ¿cortaron la piratería o la industrializaron?”.

El comentario de Rufus T. Firefly surgió a raíz de la pequeña victoria judicial —fue por un formalismo— de las plataformas de 'streaming' sobre la Copyright Royalty Board (CRB), que en 2018 había fijado un aumento del porcentaje de ingresos de estas empresas a los artistas, según recoge 'ABC'. En 2022, tendría que alcanzar el 15,1% —antes era del 10,5%—, algo a lo que se niegan y por lo que les demandaron en marzo, pidiendo recalcular de forma retroactiva. “Así que solo tengo una pregunta para ti, Jeff [Bezos, CEO de Amazon]. ¿Cuánto dinero más necesitas? ¿Qué tipo de imbécil demanda para cobrar retroactivamente a los compositores durante una pandemia?”, fue la respuesta de David Lowery, cantante de Cracker y Camper Van Beethoven, uno de los más activos contra las tarifas.

Lo que ha conseguido el 'streaming' es que ya nadie se escuche un disco entero. Puestos al robo, casi preferimos volver al clásico

El asunto, claro, solo afectaba a EEUU, pero era una noticia que ya colmó el vaso para la banda de Aranjuez, que en el último lustro se ha convertido en una de las más reconocidas de la escena independiente. “Hemos puesto nuestro ejemplo con reproducciones y cifras reales. Nunca lo había calculado de esa manera hasta que el otro día nos preguntaron y es muy fuerte recibir ese dinero por esa cantidad”, explica Víctor Cabezuelo, cantante y guitarrista de Rufus T. Firefly, en conversación con El Confidencial. Por su disco 'Magnolia' (2017), con ocho millones de reproducciones, cada componente son cinco recibe unos 80 euros al mes. “Y somos un grupo muy afortunado”, aseguran.

El precio que pagan las plataformas depende de muchos factores, pero hay unas tarifas promedio que sirven para hacerse una idea. Tomando datos de la asociación de artistas estadounidenses The Trichordist, la agencia Digital Surfers calculó cuántas reproducciones de 'streaming' eran necesarias para ganar un euro. En el mejor de los casos —Napster—, se deberían tener 119 escuchas. En los peores, que también coinciden con las plataformas más populares, las cifras se llegan a multiplicar por 10.

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Primero el disco, luego Spotify

Para Cabezuelo, “una solución podría ser que regularan el precio por escucha, que sea algo más justo", porque “a gente que tenga muchísimas le puede compensar, pero a los grupos más pequeños apenas les llega dinero”. En su caso, tienen su propia discográfica, por lo que al menos consiguen obtener la práctica totalidad de estos ingresos, pero “el grueso son los directos”. Teniendo como referencia lo ocurrido en EEUU, lamenta que “las plataformas no están por la labor de cambiar y, en ese caso, habría que plantear otras alternativas”. “El problema es que todo gira en torno al 'streaming' y, si no estás, parece que no cuentas para nadie, y es una responsabilidad que las plataformas no quieren asumir”, desarrolla.

El vocalista de Rufus T. Firefly explica que, al igual que otros artistas, llevan tiempo planteándose "crear un movimiento que pueda premiar el lanzamiento del disco, como que en ciertos meses ese disco solo esté en Bandcamp o plataformas en las que tienes que pagar por el estreno". “No se trata de renunciar al 'streaming' porque es algo que ayuda a descubrir mucha música, pero también puedes dejar de valorarla por tenerlo tan fácil y puede parecer que no cuesta ningún esfuerzo”, analiza.

Habría que crear un movimiento que pueda premiar el lanzamiento del disco, como en plataformas en las que pagas por el estreno

Los catalanes Cala Vento ya tomaron una iniciativa similar. En primavera de 2019 lanzaron su nuevo disco, 'Balanceo', y no lo subieron a plataformas como Spotify hasta un mes después de su publicación, aunque no fue solo por las exiguas tarifas que reporta el 'streaming'. “Siempre damos un extra de cariño al formato físico porque crecimos en BCore, un sello que también le da mucha importancia”, cuenta Aleix Turón, que se encarga de cantar y tocar bajo y guitarra en el dúo, a este periódico.

La compra del disco, además, iba acompañada de una entrada a conciertos exclusivos —aforo de unas 100 personas— para los primeros en cinco ciudades: “No podíamos abarcar más porque lo hicimos sin retribución directa para nosotros. Queríamos darle ese plus de importancia y cariño a quien se compra el disco”. Algo que, reconoce Turón, pudieron hacer porque ya tenían cierto volumen de público: “Con este tipo de acciones estás cuidando mucho al público que ya tienes, pero pierdes cierta oportunidad de conseguir nuevo público, ya que en el estreno de un disco es cuando más posibilidades tienes de llegar”.

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Cala Vento

La jugada les salió mejor de lo previsto. “La reacción fue increíble y ahora lo volveríamos hacer, incluso dilatando más la salida en 'streaming', aunque estamos muy condicionados a consumir música de esta manera y nunca sabremos qué habría pasado si hubiera salido a la vez”, explica. En solo una semana, despacharon 850 copias en CD y 350 en vinilo, unas cantidades modestas hace décadas, pero que hoy colocó 'Balanceo' en el número 7 de ventas, “justo por detrás de Rosalía”. “Es una barbaridad para nosotros, que somos un grupo pequeñito que se gana la vida más o menos con esto, pero no somos una banda mainstream que lo peta. También deja ver lo mal que está el mercado del disco, sobre todo si lo miras desde la lupa de las multinacionales”.

Por el lado del 'streaming', ni siquiera lo cuentan en las previsiones de ingresos porque suponen “algo muy simbólico y que va cayendo con cuentagotas”. “Es una pena que sea así, pero también es un paso respecto a la piratería. Hace 15 años, yo me bajaba toda la música, no pagaba nada y los artistas no recibían nada. Ahora recibimos esa 'peccata minuta', pero evidentemente no nos tenemos que quedar aquí, tenemos que luchar para que sea más justo”, asevera sobre este asunto, aunque se muestra más optimista por el cambio de mentalidad que supone “que haya mucha gente que no le importe pagar por 'streaming”.

Hace 15 años, yo me bajaba toda la música, no pagaba nada y los artistas no recibían nada. Ahora recibimos esa 'peccata minuta'

En Cala Vento, también bromean con que “el formato físico transporta a otras épocas”. “Si no hubiéramos hecho esto, no nos habríamos sentido como un grupo importante, porque pasaron cosas como ver cola en la Fnac para comprar el disco, y tenemos el poder de provocarlas nosotros. Si le das importancia a lo físico y anulas el 'streaming', también pasan estas cosas: la gente quiere escuchar sus grupos favoritos el primero”. Aunque considera que “a la larga, las ventas y 'streaming' habrían sido lo mismo, esta acción concentró todo de golpe y para un artista está muy bien recuperarlo pronto: la inversión de un disco supone un adelanto de mucho dinero”.

“Es un reflejo de lo mal que está la cultura”

“En Spotify tenemos unos números de escuchas y reproducciones que hace años habríamos firmado: algunos temas con millones, unos 100.000 oyentes al mes… Y luego apenas nos llega nada en comparación. Es un poco frustrante”. Quien habla ahora es Lander Zalakain, batería de los vizcaínos Belako, otra de las bandas que más ha despuntado en el último lustro. En este caso, sugiere ampliar la perspectiva, porque “aparte de que las plataformas pagan poco, luego están las condiciones que tiene cada grupo con su discográfica o editorial. Hay muchos filtros y partes que se llevan más pasta que los grupos”.

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Belako


Pero hay más. “La injusticia del 'streaming' no es más que el reflejo de lo mal que está regulado el mundo de la cultura. No es que el 'streaming' esté mal y el resto esté bien”, razona antes de lanzar un dardo contra uno de los mitos de internet: “Siempre ha estado esa excusa de que, aunque no cobremos, nos dan a conocer, y tiene su parte de verdad. Sin estas herramientas habría costado mucho más que nos escuchasen en otros países o tuviéramos millones de reproducciones, pero… ¿Para qué sirve que te conozcan más si las condiciones de tocar también son malas?”.

¿Para qué sirve que te conozcan más si las condiciones de tocar también son malas?

Su banda lleva ya casi una década en activo y han conseguido vivir de la música gracias a los conciertos. “Si viviéramos bien no nos quejaríamos del 'streaming', porque nos trae más conciertos, pero esa parte también está muy mal, y hablo en términos de antigua normalidad”, incide Zalakain, que subraya la falta de regulación en España. “En Francia, cotizan todo el año si dan 50 conciertos, pero en España, si das 100 conciertos, cotizas 100 días, y tienes que estar dado de alta como autónomo y hacer una comunidad de bienes. Parece que el Estado no piensa que más allá de las dos horas del concierto hay mucho más trabajo: viajes, composiciones, ensayos, producciones… Hemos tenido un par de años en los que hemos dado más de 100 conciertos y ni eso vale. Hay un problema muy gordo de la regulación del sector de la música a nivel mundial, pero en España la cosa está bastante peor”.

Tras varios retrasos propiciados por la pandemia, Belako publica su cuarto disco, 'Plastic Drama', el próximo viernes, aunque la gran parte ha sido adelantada en 'streaming' mientras lanzaban la preventa física. Aunque alguna vez se han planteado darle prioridad temporal al físico, no han dado el paso porque hasta ahora han optado por “ese abrir puertas” que les reportaba internet. “Es un recurso que hemos adoptado en la escena alternativa: no te conocen, no tienes caché fuerte y lo subes a Spotify para ver si tu música gusta y te da a conocer”. “Dirán que cada uno es libre de ponerlo o no, pero te subes al carro porque todo el mundo está ahí y si no te quedas atrás”, expone.

Más que dar un concierto importante o vender muchos discos, hoy lo importante es que la canción entre en una 'playlist' y se haga viral

También considera que en el formato digital su música “pierde valor, porque la gente no escucha discos enteros y todo va por canciones sueltas”: “Más que dar un concierto importante o vender muchos discos, hoy lo importante es que la canción entre en una 'playlist' y se haga viral”. Algo así les ocurrió hace unos años con Molly & Pete, de su disco debut, que ya ronda los 6 millones de escuchas. “No hemos echado cuentas de cuánto hemos recibido por esa canción, pero sé que ha habido gente que se ha llevado más de dinero que yo, que soy el 25% del grupo que compuso la canción. Por eso creamos después Belako Records, nuestra propia discográfica”. Como el resto de grupos que aparecen en este reportaje, reciben tan poco dinero que ni lo saben con exactitud: no compensa perder el tiempo mirando estadísticas. “No llega todo el dinero a la vez y, además, hemos producido o coproducido los discos con distintos sellos y hay porcentajes diferentes,”, añade.

Por otro lado, también reconoce que “aunque no es justo lo que pagan las plataformas, la música se ha vendido y se sigue vendiendo muy cara en físico: ni que te salga gratis escuchar ni tampoco tener que pagar 20 o 30 euros por un vinilo o un CD”. “Tendría que haber una unión total entre los músicos para acordar una bajada de precios, porque es una pena que se haya perdido el amor por el formato físico, y no sé si bajando se recuperará”. Lo ve difícil por “el desfase entre los artistas grandes y los pequeños”: “Si alguien vende más, está claro que tiene que ganar más, pero no es proporcional. En algunas plataformas, a partir de un punto se empieza a cobrar mucho más y eso hace más fuertes a los grandes. Hay gente que está a gustísimo con cómo están las cosas, y son una minoría. El resto somos bandas con millones de reproducciones y no me parece ni medio normal que tengamos que andar así”

Una década de espaldas al 'streaming'

“No se ha tomado conciencia antes y, cuando ha llegado la pandemia, nos hemos quedado sin conciertos y sin forma de hacer música de forma remunerada y en condiciones dignas en internet”, cuenta por su parte Adriano Galante, portavoz del Sindicat de Músics Activistes de Catalunya (SMAC). También denuncia “el lavado de cara de empresas como Torrent, que se legitimaron a través de plataformas de 'streaming' como Spotify: algunos de los CEO y personas involucradas en aquellos proyectos son los mismos que luego fundaron las plataformas legales de 'streaming”. “Es un modelo que ya es corrupto de por sí: se aprovecha de nuestra música de la misma manera, pero con una cara feliz”, espeta.

Es un modelo que ya es corrupto de por sí: se aprovecha de nuestra música de la misma manera, pero con una cara feliz

Hoy en día la industria musical se basa —como muchas otras— en las estadísticas de ‘me gusta’, seguidores o reproducciones. El portavoz de SMAC recalca que “todo eso se puede falsear a través de empresas que multiplican esos datos por no mucho dinero”, de modo que se está “construyendo un ideario en cuanto a tendencias y virales que de alguna manera es falsa”. “Todo el modelo está mal, desde el principio al final, pero no hay una conciencia para regularlo ni una movilización para hacerlo”, avisa.

“Casi ninguna banda se atreve ahora mismo a sacar su material de Spotify o YouTube porque la industria misma está construida en base a internet. Lo puedes hacer si eres Radiohead o Pink Floyd, que ya están cubiertas por su historia, su bagaje y su fama, pero es mucho más difícil si estás empezando: si no nos unimos en sindicatos, no tenemos capacidad de negociación”. Es por esto que en SMAC consideran que “uno de los ejes vertebradores del cambio en el sector musical tiene que ser las mejoras de condiciones de trabajo en internet, porque ahora mismo debería ser la única fuente de ingresos si no podemos tocar en directo”. “Se ha impuesto un modelo que es como jugar a la lotería: si estás ahí, puede que te toque; y si no, no, y tenemos que cambiar radicalmente eso”.

Casi ninguna banda se atreve ahora mismo a sacar su material de Spotify o YouTube. Lo puedes hacer si eres Radiohead o Pink Floyd

Galante habla en primera persona porque él también es músico. Desde hace 10 años pone voz a las canciones de Seward. Unas canciones que no se pueden escuchar en plataformas como Spotify, excepto algunas “rotas” que han publicado a modo de caballo de Troya: apenas un minuto de duración y títulos criticando el modelo de negocio del 'streaming'. El cantante reconoce que “las consecuencias de no estar ahí son difíciles: nos hemos encontrado con discográficas, tanto indies como grandes, a las que les interesaba mucho el grupo porque habían visto crónicas que les habían encantado, pero como no teníamos Spotify o Facebook, no nos querían contratar”. “Es un ejemplo de cómo te trata la industria si no existes en esos parámetros”, apostilla. Su música, por cierto, solo se puede escuchar en internet a través de Bandcamp, “una de las plataformas que tiene dos dedos de frente”.

Nos obligan a trabajar gratis en internet para tener trabajo en la vida real”, resume el también sindicalista, que enfatiza que trabajar en la música “tiene que ser digno y no puede estar sujeto a modas”. Ahí saca a colación lo ocurrido en MySpace, que de un día para otro borró gran parte de sus contenidos, “y todas las horas de trabajo que había detrás”. “Eso pasará cualquier día con Spotify o Instagram”, advierte. Por eso anima a tener una “visión colectiva crítica para que haya un cambio, porque hay muy poca gente que se atreva a construir fuera de este modelo injusto y salvaje”.

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Seward

En este sentido, recalca que internet es “una herramienta más, pero no la única”, y recuerda que en la red “las herramientas de distribución no nos pertenecen a todos: internet no es libre”. “No llegas a una canción de Spotify porque el algoritmo es muy listo, sino porque alguien ha pagado por eso”, ejemplifica para indicar que “llevamos ya 20 años de internet y es tiempo suficiente para tener conciencia colectiva”. “Es muy triste que nos hayamos quedado a verlas venir. Tenemos que construir alternativas, con una combinación de regulación, creación de nuevas plataformas e impulso del formato físico”.

No llegas a una canción de Spotify porque el algoritmo es muy listo, sino porque alguien ha pagado por eso

SMAC está en contacto con movimientos como el estadounidense #IRespectMusic o varios sindicatos de músicos británicos. “Son ejemplos para ver por dónde podemos tomar el camino y estamos intentando montar algo a nivel internacional, porque es un mal endémico que afecta a todos por igual en todos los países”, explica para sugerir que “una acción colectiva como sacar los contenidos de internet podría funcionar igual que funcionó el apagón cultural para traer al ministro de Cultura de vuelta. Se pueden hacer acciones colectivas y tener resultados”.

Víctor Cabezuelo, de Rufus T. Firefly, celebra que en los últimos días otros grupos españoles “han saltado porque también ven que estos es una vergüenza que lleva pasando demasiado tiempo, y me gusta pensar que nos sentimos unidos, aunque sea en la desgracia”. “En la música siempre ha habido una lucha absurda de egos, pero al final estamos luchando todos por lo mismo, cada uno a su manera. Sería muy bueno que pudiéramos coordinarnos y asociarnos para defender lo común”.

Rufus T. Firefly abrieron esta vez el debate: “Sería increíble que todos los artistas nos uniéramos para no subir los discos en 'streaming' hasta que haya pasado un año desde su estreno o algo así”. Es un asunto que se ha ido tensando con el tiempo, pero la desaparición de la música en directo durante meses —y su futuro incierto— lo ha terminado de poner en la diana. En resumen: los músicos no quieren tragar con las exiguas tarifas de las plataformas digitales. La solución, podrían pensar muchos, es tan sencilla como salirse de ellas, pero no es tan fácil cuando la industria gira en torno a empresas como Spotify, YouTube, Apple o Amazon.

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