He entrenado con el Apple Watch 7 y la mejor Fitbit: ahora solo necesito uno de los dos
El reloj inteligente de la manzana mejora un año más, aunque en este caso el avance es mínimo. La Fitbit Charge 5 sufre un cambio radical. Pero, ¿es suficiente? Esta es mi experiencia
Cuando hicieron su irrupción en escena, los relojes inteligentes se nos vendieron como un apéndice de nuestro 'smartphone'. Un complemento que no pretendía con la tiranía del procastinamiento sino hacerla más digerible, permitiendo gestionar notificaciones y respuestas rápidas desde la muñeca. El mantra es que si no te interesa, lo puedas despachar rápido, borrando el aviso o rechazando la llamada. Aunque han ido engordando estas funciones y capacidades hasta el punto de que puede utilizarse como un dispositivo independiente tirando de una eSIM, los motivos que en muchas ocasiones empujan la compra de estos aparatos son bien diferentes. A no pocos les interesa mucho más el pulmón que la inteligencia de estos aparatos, que lo que pretenden es utilizarlo de chivato a la hora de hacer deporte o llevar un estilo de vida más saludable. Si luego les sirve para todo lo demás, mejor que mejor.
Al igual que ocurre con las tabletas, Apple es la que ha conseguido convertirse en el marca el ritmo de este mercado. Y lo hace pese al empeño de Samsung, Huawei o Xiaomi, que son los fabricantes que han intentado dar la batalla en este campo.
Tampoco llegó el primero. Es como si un equipo ingresase a la competición en la jornada siete y pocos partidos después liderase la tabla sin despeinarse. Es la referencia. Pero eso no significa que la gente esté dispuesta a comprarlo así de buenas a primeras. Primero porque el último modelo, el Apple Watch Series 7,
La Charge 5 ha supuesto un avance importante frente a su predecesor, recoge gran parte de lo trabajado y ganado en relojes y es una propuesta radicalmente diferente a la Fitbit Luxe, que tiene otra orientación, más como complemento de moda que otra cosa. La pantalla crece hasta tener una pulgada de diagonal. La cápsula central está construida en cristal y aluminio. Las pulseras que incluyen por defecto son de silicona.
Lo único de este aspecto es que se puede ver voluminoso en muñecas pequeñas. No ha sido mi caso. Sobre el diseño, resistente al agua (se puede utilizar para natación), cabe resumir que es cómodo a la hora de hacer deporte y en el día, que de esto va la vaina. La mejor novedad es que esta edición, por fin, cuenta con pantalla en color. Es un panel SuperAMOLED más que correcto, que se ve bien en todas las condiciones.
Es cierto que la superficie es bastante más reflectante y en ocasiones algún brillo es algo molesto (luces de oficina,...), pero en absoluto es un inconveniente mayúsculo. Quizá la mayor molestia venga dada por la completa ausencia de botones. Se controla todo con toques de panel. No es incómodo, pero de vez en cuando se echa en falta un control físico para volver al inicio.
El Apple Watch cambia pero poco
Por su parte, el Apple Watch es un modelo continuista. Muy continuista. El diseño es solvente y cómodo. Es un aspecto, industrial que funciona. Se mantiene la corona digital, un sistema que facilita y mucho moverse por watchOS. Se complementa con otro control físico, que te sirve para activar Apple Pay o ver las apps que tienes abiertas. Eso no significa que no avance, pero lo hace poco.
La pantalla de mayor tamaño, la que hemos utilizado en esta prueba, pasa de medir 1,78 a 1,9 pulgadas. El modelo más contenido, 1,8 pulgadas. Sobre el papel no puede parecer un gran salto pero si tenemos en cuenta que se han reducido notablemente los marcos, el aumento de superficie para interactuar es mayor. Sencillamente cabe más texto y no se siente encajonado. Se agradece a la hora de usarlo, leer notificaciones o contestar mensajes. La pantalla OLED se siente más brillante.
Vayamos al aspecto de la salud. Obviamente, ya daremos cuenta de cómo reacciona a la hora de hacer ejercicio cada uno, ambos tienen medidor de pulso. También los dos cuentan con capacidades de hacer electrocardiogramas simples. Sin embargo, Fitbit aun no lo ha activado en nuestro mercado. En algún momento llegará una actualización. No es la primera vez que la compañía saca modelos con funciones 'latentes' que se activan después. Cosa difícil de comprender. También he de decir que hacerse un electro no es algo que necesite el común de los mortales en su día a día. Es para un público específico y tiene muchas posibilidades de convertirse en un placebo para hipocondríacos, como bien explicó mi compañero Antonio Villarreal en este artículo.
Tanto la Charge 5 como el Apple Watch Series 7 cuentan con medición de oxígeno en sangre, algo que, por ejemplo, no está presente en los modelos más baratos de la manzana. Es una de esas funciones que no vas a estar utilizando todos los días, ni todas las semanas. En mi caso, con el Apple Watch 6 solo lo utilicé con cierta recurrencia cuando me contagié de covid-19 para chequear la saturación y vigilar que no se acercaba al límite del 90%.
En su día, cuando comparé los resultados con los de un pulsioxímetro de dedo el rendimiento era muy similar. Fitbit maneja otra idea. No puedes utilizarlo al gusto. Solo funciona durante la noche. Y por la mañana tienes el informe al despertar. Más que suficiente. No hay que olvidar que esto se debe tomar como una referencia y no como una prueba de un facultativo. Para consultar el historial necesitas una suscripción a Fitbit Premium, otras de esas cosas que son de difícil digestión.
A partir de ahí, cada uno hace propuestas diferentes en el aspecto de los sensores. Apple ofrece medición de ruido para saber si estás expuesto a demasiada contaminación acústica en tu día a día. También brújula, así que puede ser útil para senderistas. Fitbit propone el sensor EDA, que ya vimos en su reloj Sense. Es una pieza capaz de medir cambios e impulsos electrodérmicos a través de sesiones de tres minutos. Junto a tu 'feedback' y datos de actividad física o descanso, puede ayudarte a establecer patrones de estrés. Particularmente yo ya sé cuándo estoy a punto de perder los nervios (los días que he dormido poco) pero esta función puede ser útil para ayudar a identificar ciertos patrones.
A la hora de usarlo para entrenar, he de decir que me he sentido bastante cómodo con ambos, aunque hay cosas que me han gustado más y me han gustado menos. Han pasado varias pruebas. Los he probado en una amplia variedad de situaciones: para entrenar en el gimnasio, cuando he hecho entrenamiento funcional de fuerza, para correr en exteriores, en cinta así como para ejercitarme en la bici estática, la elíptica o máquina de step. La primera gran diferencia es el número de modos de entrenamiento. Apple asegura poder monitorizar más de 60, incluida natación. Fitbit, que también incluye esa modalidad acuática, 20. Pero también he de decir que muchos 'modos', en ambos casos, se limitan a medir la frecuencia cardíaca. Es decir, hacen lo mismo aunque tengan nombres diferentes.
Obviamente el tipo de pantalla condiciona la experiencia. En el Apple Watch Series 7 puedes ver todo de un vistazo, mientras que en su rival puedes ver el tiempo y un valor asociado (pulso, calorías quemadas...). Para cambiar entre ellos tienes que andar deslizando y no siempre es lo más cómodo. Sin embargo, una de las cosas que me ha gustado es que la Charge 5 te notifica cuando estás entrenando en zona de quema de grasas o zona cardio, para que te regules al gusto.
La medición del pulso me ha parecido muy similar en ambos, aunque he de reconocer que el reloj de la manzana quizás haya sido más fino, especialmente en los periodos de recuperación. Me he encontrado que cuando reducía pulsaciones era el Watch 7 el que mejor detectaba los nuevos valores, mientras que al modelo de Fitbit le llevaba algo registrar estas caídas.
De GPS y música
En ambos casos tenemos GPS integrado. ¿Eso qué significa? Que no necesitas llevar el terminal encima para registrar tus carreras. Obviamente usar esta función chupa batería. Pero es muy agradecido para aquellos que no le gusta llevar el móvil encima cuando salen a correr. Nuevamente la sensación es parecida. Compare los dos aparatos y un reloj Polar y me encontré que este último y el Apple Watch prácticamente coincidían, mientras que la Fitbit sobreestimaba ligeramente la distancia recorrida. A la hora de pintarme mapas, se comía algún que otro tramo pequeñito, identificando pequeñas curvas como rectas. En todo caso detalles menores. De todas formas esto no es un problema si eres un 'runner' principiante o intermedio (cinturón amarillo naranja que se diría en judo), ya que no necesitar rascar metros en cada carrera y entrenamiento.
El sensor cardiaco y el GPS son algo más finos en el Series 7, pero las diferencias no son significativas
En este punto hay que destacar, según mi experiencia, un punto a favor del reloj de la manzana: permite conectarse a unos AirPods y descargar canciones de Spotify en el propio reloj. Es decir, puedes dejarte el teléfono en casa y seguir teniendo tus listas a todo trapo. En Fitbit, no es que esto de la descarga no se pueda hacer, es que no se puede ni controlar la reproducción desde la muñeca y, por tanto, si quieres modificar las canciones que suenan tendrás que recurrir a tu 'smartphone'. No hay que olvidar el poder 'motivacional' que tiene para muchos de nosotros nuestra música. No vale cualquier música. No vale la música del gimnasio, que muchas veces es como la de cierta cadena de ropa. Nos vale la nuestra. Y tener facilidades para controlarla siempre suma.
En donde nos encontramos propuestas diferentes es en la cuantificación del ejercicio. Apple apuesta por sus anillos (actividad, deporte y horas de pie) que son personalizables a los objetivos de cada uno. Fitbit apuesta por sus "minutos en zona activa" como referencia para mostrar cuánto te has esforzado hoy. No es lo mismo un pedaleo suave en la bici estática que una carrera de diez kilómetros. Por eso es problema que aunque el ejercicio en cuestión haya durado 30 minutos, la intensidad del pulso y del movimiento haga que se registren bastantes más. Me parece que es un buen termómetro. Además, puedes consultar cómo los has conseguido en la app. También veo un punto ciego: al tener en cuenta frecuencias cardíacas, edad o movimientos, puede ser que te pegues una señora caminata de 18 kilómetros, pero que esto no quede registrado porque ha sido algo calmado.
En la autonomía nos encontramos situaciones muy distintas. Por ejemplo, la
En el caso de Apple nos encontramos una batería más corta. El uso que prometen es de 18 horas. Yo me he encontrado que las jornadas que menos caña le he dado me ha dado para sobrepasar el día y medio. Las que más, entrenamientos con GPS incluido, al final del día, al llegar a casa tenía que cargarlo. El reto sigue siendo alargar esa autonomía. Sin embargo, ahora se ha incorporado carga rápida. En media hora cuentas con el 50%. Con una hora tiene las pilas a tope.
Pulsera vs smartwatch
Por último, voy a tratar el tema como reloj inteligente. La comparativa no es justa en este aspecto porque el Apple Watch lo es pero la Fitbit Charge es un medidor orientado al deporte que te da algunas funciones 'smart'. Te permite pagar pero poco tiene que hacer contra Apple Pay, con muchos más bancos compatibles. Te permite consultar notificaciones pero no responderlas. Te permite ver quién te llama pero no colgar desde la pulsera ni tampoco puedes mantener conversación, como si ocurre en el Apple Watch. Su vocación es otra y por eso se dedica a cubrir la papeleta en este ámbito. Habrá que ver cómo se deja notar la mano de Google, que seguro que introduce mejoras de software. Ahora no es que funcione mal, pero está limitado. Ese límite será inasumible para unos. Otros les encantará ese concepto minimalista y hay quien lo odiará.
Fitbit ofrece una alternativa a un deportista 'amateur' pero está lejos del Watch
La compra dependerá de muchas cosas. Para empezar si tienes iOS o no. Si eres de Android, pues ya sabes que del relojito de la manzana toca olvidarse. También de tu presupuesto y de lo qué esperes. La Fitbit Charge 5, si sus renuncias no te molestan, te ofrece un buen rendimiento deportivo y un buen puñado de funciones para su precio,
Cuando hicieron su irrupción en escena, los relojes inteligentes se nos vendieron como un apéndice de nuestro 'smartphone'. Un complemento que no pretendía con la tiranía del procastinamiento sino hacerla más digerible, permitiendo gestionar notificaciones y respuestas rápidas desde la muñeca. El mantra es que si no te interesa, lo puedas despachar rápido, borrando el aviso o rechazando la llamada. Aunque han ido engordando estas funciones y capacidades hasta el punto de que puede utilizarse como un dispositivo independiente tirando de una eSIM, los motivos que en muchas ocasiones empujan la compra de estos aparatos son bien diferentes. A no pocos les interesa mucho más el pulmón que la inteligencia de estos aparatos, que lo que pretenden es utilizarlo de chivato a la hora de hacer deporte o llevar un estilo de vida más saludable. Si luego les sirve para todo lo demás, mejor que mejor.
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