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"Pero este chino, ¿qué hace? ¿Juegos?" Así ganó Miyamoto el Príncipe de Asturias
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el de comunicación y humanidades, en 2012

"Pero este chino, ¿qué hace? ¿Juegos?" Así ganó Miyamoto el Príncipe de Asturias

El padre de 'Super Mario', 'Zelda' o 'Donkey Kong' se alzó con un reconocimiento que sirvió para mejorar la imagen del videojuego en España

Foto: Miyamoto posa junto a una de sus creaciones más conocidas: Super Mario. (Nintendo)
Miyamoto posa junto a una de sus creaciones más conocidas: Super Mario. (Nintendo)

Era mayo de 2012 cuando se anunció que Shigeru Miyamoto iba a ser premiado con el, por aquel entonces, Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. La distinción supuso un empujón notable para el reconocimiento del videojuego, a nivel mundial pero, muy especialmente, en el entorno español. Ese premio no estuvo exento de un arduo trabajo liderado por las dos caras visibles del Gamelab: Iván Fernández Lobo y Gonzo Suárez.

Foto: (Wikipedia)

“Iván tiene muchas ideas. Unas son buenas y ejecutables, otras son buenas pero descerebradas”, comienza Gonzo Suárez. Para hablar del premio 'al padre de Super Mario Bros.' hay que viajar en el tiempo unos años antes de la concesión, cuando aquella idea de Lobo tomó formó e inició su ejecución.

“Teníamos relación con Miyamoto y era un premio que le daba prestigio a él en España pero que también le suponía un renombre a nivel internacional”, prosigue Gonzo. “Era un premio que siempre ha reconocido a gente en su madurez —prosigue Lobo— pero Miyamoto, que había estado considerado entre las 100 personas más influyente del planeta por Time, conectaba con la gente joven”.

La primera fase del premio pasaba por trasladar ese interés a la comisión encargada de estudiar las diferentes candidaturas. Fue en ese aspecto donde Gonzo y Lobo tuvieron que tirar de pedagogía para mostrar al jurado que el videojuego había dejado de ser un pasatiempo de cuatro adolescentes encerrados en sus cuartos.

“Había algunos miembros del jurado que te decían ¿y el chino ese qué hace? ¿Juegos?. No era una cuestión racial, sino de gremio”, prosigue Gonzo. Por ello, el dúo tuvo que hacer un trabajo “bastante arduo” de comunicación y de repetidas visitas al jurado para concienciarles sobre la idoneidad de premiar al nipón, ya que la propia naturaleza de la candidatura se alejaba de los nombres habituales que el grupo de personas encargadas de deliberar recibía año a año.

Ese primer intento fracasó, aunque se quedó a las puertas de la victoria. “Finalizó segundo”, ilustra Gonzo, que recuerda que la propia naturaleza del premio le impedía ser premiado en la siguiente edición, ya que se alternan los reconocimientos a personas y a colectivos. Por el camino, Miyamoto siguió recolectando premios, galardones y reconocimientos. Ese camino, que incluyó una distinción en el BAFTA Academy Fellowship Award, allanó el segundo intento para lograr que el videojuego tuviera un reconocimiento institucional en España.

Así que fue al segundo intento, en 2012, cuando el jurado ya se había familiarizado con el personaje, cuando Miyamoto reunió los votos necesarios para convertirse en premio Príncipe de Asturias de Humanidades. Un reconocimiento que tuvo dos caras. La oscura, representada por los escépticos ante el nombramiento; la positiva, la tracción que consiguió el videojuego en la administración pública. “Ya había un cierto entendimiento con la administración, pero las pocas reticencias que pudiera haber se solventaron gracias al premio y a la campaña que hicimos”, añade Lobo.

España tiene una virtud tremenda: es ecuánime. Cuando alguien levanta la cabeza, se la cortan. Somos demócratas, universalistas, ¡holísticos!

No lo vieron tan claro otros sectores, que hicieron pública su disconformidad ante el reconocimiento. Preguntado al respecto, Gonzo responde con rotundidad. “Cuando viajas, ves que España tiene una virtud tremenda: es ecuánime. Cuando alguien levanta la cabeza, se la cortan. Somos demócratas, universalistas, ¡holísticos! —ironiza—. Propusieses a quien propusieses, siempre iba a haber una voz crítica que no lo aceptara. Fue un prestigio para el premio que fuera a una persona joven, de un gremio innovador y del mundo del ocio para perder la tradición de dar trascendencia a la sociología u otras ciencias, que son incuestionables”.

El porqué del premio

¿Qué empujo al jurado de los Príncipe de Asturias a premiar a Miyamoto, más allá de la campaña de Suárez y Lobo? El primero cree que, a principios de la década, el ocio interactivo ya se había ganado un lugar en el imaginario colectivo a base de haberse convertido en una industria millonaria.

“La Revolución Francesa fue una reivindicación de los burgueses por su dinero. La liberación de la mujer en el siglo XX se produjo cuando entró en el mercado de consumo y se convirtió en un individuo seducible dentro del capitalismo. El videojuego se ganó la dignidad cuando fue una entidad presente en la facturación mundial de ocio”. Sin ese argumento, según Gonzo, nunca se habrían producido reconocimientos como los que se han dado durante los últimos años.

Ese torrente económico asociado al videojuego ha permitido “el premio a Miyamoto” o el “reconocimiento del videojuego como cultura en España”. Pero el dúo, que estos días pasea por el Gamelab de Barcelona, recuerda que siempre habrá voces que se pronuncien en contra. “Siempre las ha habido. El cine tuvo una crítica tremenda y la literatura fue muy criticada en el siglo XVIII porque se decía que provocaba pereza mental”, añade Gonzo.

El premio permitió no sólo el reconocimiento del videojuego en España sino un galardón a la figura de Miyamoto, uno de los creadores más influyentes de una industria que cuenta con poco más de cuarenta años. De no haber existido el videojuego, Suárez cree que la vena creativa del padre de 'Donkey Kong', 'Zelda', 'Pikmin', 'Star Fox' o Super Mario habría salido por algún sitio: “Es un narrador. Le tocó el videojuego pero, si no lo hubiera tenido, habría escrito novela y, si no, habría contado cuentos en los pueblos y en las plazas”.

Era mayo de 2012 cuando se anunció que Shigeru Miyamoto iba a ser premiado con el, por aquel entonces, Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. La distinción supuso un empujón notable para el reconocimiento del videojuego, a nivel mundial pero, muy especialmente, en el entorno español. Ese premio no estuvo exento de un arduo trabajo liderado por las dos caras visibles del Gamelab: Iván Fernández Lobo y Gonzo Suárez.

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