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Cómo se trabaja en Silicon Valley
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Cómo se trabaja en Silicon Valley

Me decía el otro día un amigo en Madrid, donde he pasado diez días, que entre el Día del Padre, la huelga general, la Semana Santa

Me decía el otro día un amigo en Madrid, donde he pasado diez días, que entre el Día del Padre, la huelga general, la Semana Santa y finalmente las festividades de Mayo (el Día del Trabajo en todo el país, y los días 2 y 15 de mayo en Madrid), en nuestro país no trabaja ni el tato. Porque luego llega junio, el calorcito y las terrazas, y como las vacaciones de verano ya están a tiro de piedra, pues para qué vamos a currar, ¿no? Y no se refería a los 5 millones de parados, claro, sino a que muchos trabajadores parecen estar despistados al ir de fiesta en fiesta y tiro por que me toca, y que eso afecta a la productividad española y a nuestro potencial como país para salir de la crisis.

Y, como siempre que se habla de trabajo y productividad, alguien sacó a colación el tópico de que en Silicon Valley sí que se trabaja duro. Que si la gente aquí trabaja doce horas al día... que sí no hay horarios... que si la gente come delante del ordenador para trabajar más... que si el personal duerme en la oficina para dedicar más tiempo... que si algunos trabajan en chanclas, calcetines o pijama para estar más cómodos... que si cómo aguanto tanta presión y trabajar tantas horas... Gilipolleces. Un tópico más, que en cuanto pasas por aquí cuatro días, te das cuenta que es más falso que un iPhone del todo a 100. Y por eso hoy, en plenas vacaciones de Semana Santa, lo tocamos en estos #SiliconValleyFacts.

El mito está tan extendido, y se recoge tan a menudo en los medios españoles, que cuando llegué a San Francisco yo esperaba encontrarme un choque cultural con esto del trabajo. Al estar en un centro de "coworking" (de esto hablaremos otro día, porque se están poniendo de moda) con otras 100 startups tecnológicas, me imaginaba que, a pesar de trabajar una media de 13 horas al día, yo iba a ser de los menos currantes de la oficina, ya que nunca voy a la oficina el fin de semana (lo que no significa que no trabaje la mayoría de ellos), y además suelo entrar a trabajar un poco más tarde de lo normal, en torno a las 9 de la mañana. Os aseguró que creí que iba a ser el hazmerreír de los emprendedores americanos.

Pero, mira tú por dónde, muy pronto me di cuenta de que en Silicon Valley la gente no trabaja tantas horas como nos han contado. Ni por el forro, vamos. La hora habitual de entrada en las startups tecnológicas es las 8 de la mañana, pero hay muchísima gente que entra a las 9, o incluso más tarde. Y, sorpresa sorpresa, la hora de salida es en torno a las cinco de la tarde. Lo que, descontando el tiempo de la comida (aquí el tópico suele ser cierto y muchas veces se come mientras se trabaja, pero es para salir antes del tajo), da unas 8 horas de media diaria.

Siempre hay rezagados que se quedan hasta las 6... pero a partir de ahí, salvo contadísimas excepciones, solo quedan trabajando en el edificio un grupito de tipos raros: los emprendedores españoles. El resto hace rato que se ha ido a su casa a disfrutar de su vida personal. Así que en esto de trabajar más horas que nadie, resulta que somos los españolitos los que nos salimos en las gráficas. ¡Quién nos lo iba a decir!

Obviamente, si hay un apretón de trabajo o una entrega importante que cumplir, la gente está dispuesta a quedarse todo lo que haga falta, porque realmente se les ve comprometidos y motivados con su trabajo (si no lo están, se cambian a otro sitio porque hay oferta de sobra). Pero quedarse a "meter horas" no es lo habitual, y yo desde luego no he visto aún a nadie quedarse a dormir en la oficina (aunque sí he visto gente echándose la siesta). Y no es habitual trabajar más horas, y aquí sí empieza a haber diferencias importantes, porque las cosas se entregan a tiempo y los plazos se suelen cumplir, y no es necesario quedarse de más porque se realiza una buena planificación. En esto sí que los americanos suelen ser algo más serios y eficientes que nosotros.

La clave está en que lo importante no es el número de horas que se trabaja. Lo que marca la diferencia es la calidad de esas horas trabajadas. Y en esto, amigos, sí que somos distintos. Porque los americanos, al menos la mayoría de los que han coincidido conmigo, se toman muy en serio el trabajo. Las 8 horas que trabajan, se las trabajan de verdad, con una concentración y una dedicación que yo no he visto nunca en España. No hay tiempo para cigarritos, ni para charlas de café: vas a la cocina, te pones el café, y te lo tomas en el ordenador, sin cruzar una palabra con nadie. Como mucho has perdido 3 minutos, mientras "un café" en la madre patria significa por lo menos 15 minutos de charla sobre el último reality o sobre el partido del siglo de esta semana. Y si te tomas 3 cafés al día y te fumas otros tantos cigarros...

Aquí no hay llamadas de teléfono personales. No hay pérdidas de tiempo en Facebook o para leer la prensa. No hay juegos ni chats. No hay charletas con el compañero de al lado, ni chistes ni gracietas. Cuando trabajas, trabajas y punto. Y eso hace que las 8 horas diarias de aquí cundan mucho más que las 8 horas habituales en España. Supongo que ahí es donde se demuestra la diferencia de productividad.

Y esto de las pérdidas de tiempo me trae a la memoria otro tópico, el de que las empresas de aquí se preocupan por el bienestar de sus empleados mucho más que cualquier otra, ofreciendo todo tipo de servicios adicionales. Pero de eso hablamos otro día, que también tiene miga. :) ¡Felices vacaciones!

Me decía el otro día un amigo en Madrid, donde he pasado diez días, que entre el Día del Padre, la huelga general, la Semana Santa y finalmente las festividades de Mayo (el Día del Trabajo en todo el país, y los días 2 y 15 de mayo en Madrid), en nuestro país no trabaja ni el tato. Porque luego llega junio, el calorcito y las terrazas, y como las vacaciones de verano ya están a tiro de piedra, pues para qué vamos a currar, ¿no? Y no se refería a los 5 millones de parados, claro, sino a que muchos trabajadores parecen estar despistados al ir de fiesta en fiesta y tiro por que me toca, y que eso afecta a la productividad española y a nuestro potencial como país para salir de la crisis.

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