A la muerte de Asunta todavía le faltan la prueba definitiva y el móvil

Como ya ocurrió con Ruth y José, y antes con Marta del Castillo, toda España vive pendiente desde hace ya más de una semana de la violenta muerte de un menor. A Asunta, que este lunes habría cumplido 13 años, la mataron. Sus padres, Alfonso Basterra y Rosario Porto, duermen desde el viernes en módulos separados de la cárcel de Teixeiro -bajo la supervisión del control del protocolo antisuicidio- una vez que el juez les imputase un “posible asesinato” que podría tornarse en homicidio cuando concluyan los análisis toxicológicos.

Los resultados de estas pruebas serán determinantes en la calificación del delito. Con ellos se conocerá si a Asunta llevaban tiempo suministrándole pastillas, lo que implicaría premeditación y, en consecuencia, asesinato. Pero la investigación, de la que se han reducido las filtraciones ante el creciente interés mediático, no acabará aquí.

Los trabajos de la policía avanzan en busca de la prueba definitiva: un rastro biológico del responsable de la muerte de la niña. La evidencia irrefutable, incontrovertible e incuestionable que dejaría al asesino sin salida.

No obstante, hasta el momento ya son varios los puntos confirmados: la niña fue drogada antes de morir con un antidepresivo que comparte el mismo principio activo de un medicamento que consumía su madre. Además, está la cuerda anaranjada que se encontró al lado del cuerpo y que coincide con la de una bobina hallada en el registro de la vivienda que la madre tiene en Cacheiras, a menos de cinco kilómetros de la pista forestal donde apareció el cadáver. Sin embargo, los análisis todavía no han podido determinar que pertenezcan al mismo lote. Y, aunque así fuese, estaríamos ante un indicio importante pero no definitivo.

¿Por qué la mataron?

Muchas pruebas y ningún móvil. La razón del crimen sigue siendo una incógnita. En la última semana la hipótesis de los motivos económicos ha perdido fuerza al no existir pruebas que la avalen: el testamento de los abuelos maternos señala a Rosario Porto, y no a Asunta, como heredera. Tras el revuelo mediático en torno a esta posibilidad, el delegado del Gobierno en Galicia, Samuel Juárez, ha abogado por "esperar y no especular demasiado", ya que el juez que lleva el caso, José Antonio Vázquez Taín, mantiene abiertas todas las vías.

Ante las dificultades para determinar por qué los padres supuestamente mataron a su hija, la única evidencia sólida es la inestabilidad psicológica de Rosario, que padece episodios frecuentes de estrés y ansiedad. Su cambiante personalidad ha quedado patente desde que se encontrase el cuerpo sin vida de Asunta. En los últimos días se la ha visto llorar sin consuelo y reír a carcajadas; tan pronto mostraba su lado más tranquilo como quedaba presa de los nervios. Impredecible y cambiante a partes iguales.

Esta doble cara, junto con las "incongruencias" en sus testimonios, que quedaron en evidencia con las imágenes de las videocámaras, llevaron al abuelo de Asunta, Ramón Basterra, a alzar la voz en el programa Abre los ojos y mira: "Sospecho que lo hizo ella y que mi hijo intentó encubrirla". De momento, habrá que esperar para saber qué paso y por qué.